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Cuando todos usan el mismo espacio

Las protestas contra el heliskiing en una pista de aterrizaje en el Oberland bernés. Keystone

Nuevos deportes, mayor urbanización, grandes animales de presa: todo eso exige espacio y aumenta la presión sobre la naturaleza. El resultado: conflictos entre el ser humano y el animal. Expertos recomiendan ordenar, en vez de prohibir actividades.

El panorama es sencillamente imponente desde las ruinas del Monasterio de Rüeggisberg. Ante sí, la majestuosidad de los montes Eiger, Mönch y Jungfrau, los tres picos más famosos de los Alpes Berneses.

Inesperadamente truenan dos caza bombarderos que realizan vuelos de práctica y rompen la calma en pleno corazón del Parque natural regional de Gantrisch, situado hacia el sur de Berna e inaugurado a principios del 2012.

Quien se refiere a un parque natural, espera naturaleza pura, intacta. No obstante, el director Raphael Schmid, relativiza: “Un parque natural regional es un programa de fomento con perspectiva sustentable para las regiones agrícolas como esta, donde nos encontramos”. A su juicio no se trata de la protección de la naturaleza en zonas explícitamente señaladas como son las del Parque Nacional Suizo, sino de la de un paisaje cultural constituido y la de su cuidado.

“La atención principal es el cuidado de este hermoso paisaje, pero también la de muchos tesoros culturales. Las ruinas del Monasterio de Rüeggisberg es de hecho uno de los puntos culminantes en el Parque natural de Gantrisch”, precisa Schmid.

Sería ideal que los municipios respalden el proyecto y contribuyan parcialmente a la financiación del Parque natural, añade. Pero este tipo de proyectos no siempre cuenta con la benevolencia de la población local. Hace muy poco, los planes para la constitución de parques naturales en los cantones de Berna y Schwyz fueron rechazados por los ayuntamientos.

El propio Parque natural de Gantrisch se ve obligado a establecer limitaciones. En la región hay “ofertantes con proposiciones que no comulgan necesariamente con los objetivos del parque”.  Recientemente, la dirección del parque se distanció públicamente de ofertas tales como las de Quad-Tours y vuelos en helicóptero.

Vamos… ¡A la naturaleza!

Actividades de ocio ruidosas y perjudiciales para el medio ambiente; deportistas activos al aire libre en selvas remotas; parcelación del paisaje; agricultura intensa; retorno del oso y del lobo: estas son algunas palabras clave que plantean diversas exigencias a la naturaleza.

Es cierto que el aumento de las superficies urbanizadas ha disminuido levemente, pero aún avanza con más rapidez que la población, según constata la Oficina Federal de Estadística (OFE).

“Difícilmente hay un país donde se concentre tanto uso en cada metro cuadrado (de suelo)” remarca el biólogo de fauna silvestre Hans Peter Pfister. La razón para que aparezcan problemas de estas características está en el crecimiento de la población y la movilidad, porque, según su análisis, estos factores elevan la presión sobre el paisaje y los espacios vitales de los animales.

Pugna por los espacios

El estudio de los conejos silvestres es otros de los terrenos que dio notoriedad a Pfister. Eso le permitió demostrar que tras la división de un espacio vital quedaba allí solamente una cuarta parte de los conejos. También los polluelos de las aves, por ejemplo, de la alondra común y la tarabilla norteña pasaron aprietos en el suelo.

Desde hace algunos años vuelven los animales de presa: lobo, lince y oso a los espacios que antes ocupaban. “Los grandes depredadores son a su vez reguladores importantes”, dice Pfister. “La cuestión es sencilla: ¿Queda aún en nuestro país suficiente sitio para semejantes usuarios?”.

Por tanto,  caen en una situación de competencia con los cazadores que en su mira tienen también a los corzos y las gamuzas. O con los criadores de ovejas que “reciben mucho dinero del Estado, aunque se preocupen menos de la protección de los rebaños. Ellos exigen indemnización por los daños y reclaman además la liquidación de los animales de presa”.

La labor de información es sumamente importante,  porque el contacto de la sociedad con la naturaleza es cada vez menos real, reclama Pfister, quien también preside la Fundación Suiza para la Enseñanza del Medioambiente.

“Cuando a los niños que ya tienen edad para aprender se les lleva al bosque y a la naturaleza y se les deja hacer y descubrir por sí mismos, tendrán una actitud completamente diferente con la naturaleza cuando tengan 40 o 50 años”, sostiene convencido.

El ser humano es en última instancia parte de la naturaleza. “A largo plazo es muy conveniente para nosotros vivir con la naturaleza en vez de hacerlo en contra de ella, mientras la tengamos”.

Montañismo: entre la protección y el uso

Los expertos coinciden en que las prohibiciones, por sí solas, no conducen a ninguna parte. En su opinión sería más favorable tratar de dirigir las actividades por caminos específicos. Los deportistas organizados pueden localizarlos mediante sus asociaciones. El Schweizer Alpenclub (Club Alpino Suizo, SAC) lo hace a través de la sección “Fachstelle Bergsport & Naturschutz” (Oficina especializada sobre montañismo y protección del medioambiente).

El SAC ya encara desde hace tiempo el control de los problemas iniciales entre el montañismo y la protección de la naturaleza, señala Ursula Schüpbach, responsable del sector Medioambiente en el SAC. La oficina especializada controla, entre otros, “que todas las publicaciones del SAC -manuales de orientación y mapas de las pistas de esquí-, incluyan únicamente las rutas compatibles con la protección del bosque silvestre, la fauna y la flora”.

En labor conjunta con la Oficina Federal del Medioambiente, el SAC ha lanzado la campaña “Respeta tus límites”, que insta a tener más consideración con los animales salvajes durante el invierno. En Internet hay un portal de mapas con informaciones sobre las áreas silvestres protegidas y las proscritas a la caza, así como varias indicaciones de las rutas permitidas.

Una media de 950 personas visitan diariamente ese portal en el invierno, señala Schüpbach. Por otra parte, casi el 75% de los empresarios dedicados a los deportes y al turismo al aire libre participan desde hace poco en la campaña, además del Parque natural de Gantrisch.

Orientar al visitante

El trinar de los pájaros ha vuelto entretanto a las ruinas del Monasterio de Rüeggisberb en el Parque natural de Gantrisch. Allí se aplica la “orientación al visitante” con carteles que señalan las rutas apropiadas para transitar con esquís en invierno y con bicicletas en verano. Se indica asimismo cuáles son los sitios con animales de especies sensibles. “Funciona sorprendentemente bien”, enfatiza Schmid.

Dado que el Parque natural de Gantrisch es también una región del lobo surgen conflictos potenciales entre los caminantes y los perros pastores de rebaños.

Somos la primera región turística que coopera con el encargado de la protección de los rebaños del cantón de Berna. Así estamos siempre al tanto del lugar donde se encuentran los rebaños protegidos y podemos actuar en consecuencia desviando las rutas oportunamente.

También la política aborda con regularidad las cuestiones de ordenamiento del espacio.

En vista de que según la Comisión de Urbanización, Economía y Tránsito de Suiza se construye sobre un metro cuadrado de suelo por segundo, presentó en el 2008 la iniciativa denominada “Espacio para el ser humano y la naturaleza (iniciativa por el paisaje)”.

Para contrarrestar esta inquietud con una contrapropuesta directa, el Parlamento ha aprobado en junio la revisada Ley de Ordenamiento Territorial, ante la que los promotores de la iniciativa reaccionaron retirándola condicionalmente.

Considerando que la organización de la industria apeló al referéndum para oponerse a la revisión de la mencionada ley, es probable que reactiven la iniciativa.

En marzo de 2012, los electores decidieron por estrecho margen restringir hasta un 20% la construcción de segundas residencias en las regiones de montaña.

En algunas regiones marginales de Suiza aumenta el tamaño de los bosques.

El deducir que debido a este hecho “crece la naturaleza” es, a juicio del biólogo Hans Peter Pfister, una conclusión engañosa.

“El crecimiento del espacio boscoso es en realidad un indicador del curso negativo en la agricultura de las regiones de montaña”, destaca.  

Esto es ciertamente positivo para los habitantes de los bosques, pero –precisa-, es una pérdida para la fauna y la flora de la agricultura abierta.

Traducción, Juan Espinoza

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