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Cuidar niños es poco rentable en Suiza

Keystone

La industria del cuidado de los pequeños es muy costosa. A los padres, el pago de este tipo de servicios les representa la mitad del ingreso familiar, y a los responsables de las guarderías los confronta con un escenario en el que obtener ganancias es una misión cuesta arriba.

En un intento por paliar la escasez de instalaciones destinadas al cuidado de los niños, el gobierno suizo puso en marcha en 2003 un programa de incentivos financieros para la creación de guarderías y destinó 440 millones de francos suizos (455 millones de dólares) para la creación de 15.000 plazas en una década, que se sumaron a las 50.000 instalaciones que ya existían.

Darina Hürlimann fue una de las beneficiarias de los fondos. En 2008, fundó Kita Matahari, una pequeña empresa dedicada al cuidado de los pequeños ubicada en un acaudalado barrio residencial bernés.

Durante la charla, Hürlimann se encuentra rodeada de una docena de niños -entre los que se cuenta su propia hija. La anfitriona nos muestra la forma en la que convirtió en guardería un espacioso apartamento de dos plantas que cuenta también con una amplia cocina-comedor.  Los apoyos gubernamentales le permitieron pagar deudas durante los primeros dos años. Pero en la actualidad, admite, “operar la guardería no es lucrativo”.

Como muchos otros responsables de este tipo de negocios, Darina debe ocuparse de tareas múltiples. El 70% de su tiempo está destinado a cumplir obligaciones administrativas como la preparación de la nómina, la elaboración de la correspondencia para los padres o la planificación de los menús infantiles.

“Debo estar al tanto de todo permanentemente. No hay pausa. Así que hago malabares constantemente entre mis necesidades personales, la planeación de la guardería y las finanzas”, dice Hürlimann mientras algunos niños se abrazan a sus piernas y otros corretean entre las luminosas habitaciones de esta guardería modernamente amueblada.

Hürlimann precisa que las plazas que se liberan en su guardería deben ser reasignadas a otros niños en menos de tres meses para que ella pueda manejarse con una ocupación óptima. “Hasta ahora he conseguido salir adelante, pero en este negocio, éxito es sinónimo de no perder dinero”.

En Suiza hay más de 2.000 guarderías y el 90% son de carácter privado, según cifras de la Asociación de Guarderías Suizas (KiTaS). Su operación se financia fundamentalmente con las mensualidades que pagan los padres. El gobierno, por su parte, contribuye con pequeñas cantidades que entrega vía subsidios a los padres, apoyos a los establecimiento, o a través de la emisión de “bonos” intercambiables por servicios de cuidado de los niños.

Una investigación realizada por el “Señor Precios” –autoridad dependiente del Ministerio de Economía cuya misión es vigilar la evolución de los precios y las tarifas para evitar abusos en detrimento del consumidor- reveló en 2011 que el costo de los servicios por el cuidado de los niños varía sensiblemente de una región a otra de Suiza. Puede ir de 40 francos suizos diarios en Bellinzona, a 130 francos en Schwyz.


Las guarderías privadas cobran entre 60 y 150 francos diarios en Berna o Zúrich. Pero en las instalaciones subvencionadas, el costo es de alrededor de 10 francos diarios, según KiTaS.


Sin embargo, el costo que tiene una guardería por el cuidado de un menor puede ascender hasta a 170 francos suizos diarios, según la misma encuesta, realizada por el “Señor Precios”.  Para no incurrir en pérdidas, estos establecimientos requieren una ocupación mínima del 80%, además de deben ofrecer tarifas accesibles y estar ubicados en zonas céntricas si quieren mantenerse en este negocio.

Para crear una guardería, los directivos deben invertir unos 4.000 francos suizos por plaza, según estimaciones del gremio. De los gastos globales de una guardería, los salarios absorben 80% y el 20% restante se destina a la operación cotidiana y el pago de alquiler (este último puede ir de 1.000 a 7.000 francos suizos mensuales).

Elevados costos

En la actualidad, la apertura de nuevos centros hace más fácil encontrar una plaza para un niño en las grandes ciudades, aun cuando los padres presenten una solicitud con poca antelación. El problema es más bien el costo del servicio, explica Talin Stoffel, jefe de la Asociación de Guarderías Suizas KiTaS.

Los padres cubren 80% del valor de esta prestación. Una plaza  -a tiempo completo- para el cuidado de un pequeño cuesta alrededor de 2.500 francos suizos mensuales, lo que implica un desembolso mínimo de 30.000 francos anuales.

“Los costos operativos en los que incurre una guardería suiza son comparables a los de otros países, pero el porcentaje que deben pagar los padres es mucho mayor”, dice Stoffel. “Cuando hay solo un niño es financiable, pero cuando son dos, los costos se duplican empujando a muchas familias al límite. Por ello, mucha gente solamente puede pagar servicios de guardería de medio tiempo”.

Stoffel destaca, por otra parte, el rol del acondicionamiento cultural: “En Suiza aún está arraigada la idea de que antes del jardín de niños, el cuidado de los menores es responsabilidad de la familia. Un asunto privado en el que el Estado no debe intervenir, y se considera que solamente la gente pobre que necesita un segundo salario debe ser apoyada para que sus hijos dispongan de una guardería”.

Una convicción que se hizo manifiesta en marzo, cuando los electores suizos rechazaron una propuesta que estaba destinada a promover la creación de guarderías. Un proyecto que no logró obtener consenso entre los 26 cantones –sobre todo en los rurales- y que fue rechazada por la derecha bajo el argumento de que era una carga adicional para los contribuyentes, además de una interferencia en los asuntos familiares.

Stoffel destaca también un estudio realizado por la economista Monika Bütler, de la Universidad de San Gallen, que demostró que para muchas familias un segundo salario puede ser un lastre más que una ventaja.

Según sus conclusiones, el equivalente a tres días de salario semanal de una madre que trabaja se destinaría al pago del cuidado de sus hijos. Si a esto se suman los impuestos adicionales que la pareja debe pagar por declarar un ingreso familiar más alto, al final el ingreso familiar global puede resultar mermado en vez de ser fortalecido.

De acuerdo con el reporte Haciendo lo mejor para las familias, publicado por la OCDE, actualmente las familias suizas destinan la mitad de su ingreso al cuidado de los niños, el dato más alto entre los países miembros de este organismo. Concretamente, es el doble de lo erogado por los británicos –que ocupan la segunda plaza en esta clasificación- y cuatro veces más que el promedio de los países de la OCDE, que destinan 12% del presupuesto familiar a este objetivo.

“Sencillamente es demasiado”, dice Miriam Wetter, directora de la Red Suiza de Cuidado Infantil. “Estos costos determinan si una mujer puede permitirse -o no- el pago del cuidado de los hijos fuera del hogar, e incluso si tendrá hijos o prefiere no tenerlos”. 

Hallar sitio en un guardería es todavía una misión compleja cuando el candidato es un bebé o cuando las familias viven en zonas rurales. Pero la disponibilidad ha mejorado durante los últimos años, especialmente en las zonas urbanas.

Las ofertas se concentran sobre todo en agosto, cuando muchos pequeños hacen la transición hacia el jardín de niños. Para las guarderías con plazas subvencionadas, las listas de espera son muy largas.

Cantones como Vaud o Friburgo tienen en marcha un sistema en el que los patrones de las empresas contribuyen a un fondo destinado a financiar guarderías.

En otras regiones del país existen iniciativas promovidas directamente por las empresas, o por los padres de familia.

 
Algunos grandes corporativos como Swiss Post, ABB, Credit Suisse o Roche, y las instituciones, o universidades, hospitales y gobiernos locales, también han creado soluciones individuales para su personal.

La Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ), por ejemplo, ha enfrentado dificultades para contratar personal extranjero altamente cualificado porque no ha podido asegurarle plazas en ninguna guardería.

Ante la escasez que persiste en Suiza en la oferta de este tipo de servicios, las alternativas más utilizadas suelen ser las au-pairs –personas a cargo de los niños que habitan con la familia- y las niñeras ocasionales o regulares, que tienen la ventaja de ser más flexibles cuando los pequeños enferman.

Algunas veces, los padres pueden dejar también a sus hijos durante algunas horas en grupos de juego, aunque estos últimos carecen de licencia para cuidar a un número mayor de niños o más allá de un periodo breve.

Se necesitan más subsidios

En Suiza, una familia promedio, perteneciente a la clase media y en la que trabajan los dos cónyuges no tiene derecho a recibir subsidios para la contratación de guarderías. Una familia de bajos ingresos sí puede calificar para estas ayudas, pero no por eso las tiene garantizadas. En Berna, por ejemplo, actualmente existen más de 1.000 niños en lista de espera para obtener una plaza en un centro de cuidado infantil, según cifras de la Oficina de Bienestar de la Juventud de la capital.

En opinión de los expertos, lo que hace falta son más subsidios.

Los padres ya pagan demasiado y las guarderías no están en condiciones de bajar sus tarifas, dice Wetter, politólogo y presidente del consejo de una guardería. “Solamente podemos asegurar calidad a precios menores si existe un mayor volumen de subsidios”.

Cuando el gobierno se comprometió a apoyar el programa de financiamiento en 2003, mucha gente especializada en la puericultura tuvo la oportunidad de establecer centros de cuidado para niños, dice Stoffel, al recordar la bonanza del sector hace una década.

“Eran personas muy buenas en su trabajo pero pronto se dieron cuenta de que no tenían disponible mucho tiempo para estar con los niños porque había muchas obligaciones administrativas que cumplir”, explica.

El principal desafío actual para los directores de las guarderías es la falta de personal cualificado y las necesidades financieras, añade.

Muchos de los responsables de una guardería que se han enfrentado a problemas financieros sobreviven porque existe una gran demanda de este servicio, apunta Wetter. Y esto explica también que existan muchas pequeñas estructuras que ofrecen soluciones para compensar la escasez de guarderías como las babysitter.

Para una guardería formal los requerimientos son mucho más estrictos, como lo muestra la guía de 300 páginas que marca la pauta a las organizaciones de este gremio. Necesitan habilidades docentes, conocimiento sobre el cuidado de los niños, nociones de higiene, seguridad, manejo operativo, etc.  

“Además, los directores de las guarderías deben desarrollar buenos planes de negocios, ser eficientes administradores, ofrecer calidad, tarifas interesantes y ser promotores de su establecimiento”, dice Wetter.

Eso explica que se registre un lento giro hacia estructuras más amplias y centralizadoras, por ejemplo, para el manejo administrativo de las guarderías. Una fórmula que desde el 2003 desarrolla la organización de guarderías Leolea, que ofrece sus servicios en Berna y Lucerna.

Un sistema de administración centralizada que permite a los directores de las guarderías disponer de más tiempo para su misión de cuidar a los niños. Sin embargo -y aunque Leolea es una asociación no lucrativa-, su secretaria ejecutiva, Nathalie Klem, advierte “aunque se centralicen los costos de administración, operar una guardería no es un negocio rentable”.

Traducción, Andrea Ornelas

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