Primeros frutos de programa suizo en Venezuela
Con el apoyo de las autoridades venezolanas, empresarios suizos pusieron en marcha en Aragua (cerca de Caracas) el primer programa de enseñanza dual de Latinoamérica inspirado en el modelo helvético de aprendizaje. Veinticinco jóvenes han recibido su diploma y medio centenar más realiza sus prácticas industriales.
“Estamos orgullosos de que estos muchachos de escasos recursos puedan insertarse en la actividad productiva, sea como trabajadores o como emprendedores”, señala Fini Otero de Masó, directora ejecutiva de la Cámara Venezolano Suiza de Comercio e Industria (CVSCI), en entrevista telefónica desde Caracas.
El Instituto Henri Pittier abrió sus puertas en octubre de 2012, cinco años después de que el organismo empresarial acuñara la idea mediante la creación de la ‘Alianza para el Conocimiento, Fundación Misión Che Guevara’, en asociación con el Gobierno venezolano. A lo largo de sus primeros 24 meses, la entidad recaudó los fondos necesarios para comenzar luego la construcción.
“Además de la elaboración de productos y la prestación de servicios, la cámara quería hacer algo más. Detectamos que había necesidad de formación para el trabajo industrial y comenzamos con el proyecto”, recuerda Fini Otero.
Con una inversión inicial de 3,5 millones de francos, la CVSCI introdujo en Venezuela un sistema de aprendizaje dual, con base en el modelo helvético y adaptado a las condiciones y bajo la supervisión del país anfitrión. Los jóvenes combinan la enseñanza en las aulas con la práctica en las empresas, pero no solamente…
¡Todos ganan!
El programa educativo, que ofrece aprendizajes en las áreas de mecánica y electricidad, se inscribe en el convenio marco de cooperación entre Suiza y Venezuela para la transferencia de tecnología y ha beneficiado a los aprendices, las empresas y la comunidad.
“Las empresas que los patrocinan pagan la formación de los muchachos, les dan un salario básico, seguro médico y el bono de alimentación que establece la ley y que es un gran incentivo para ellos y sus familias”, anota nuestra interlocutora.
Con ello se busca también evitar la deserción escolar, un esfuerzo en el que participan igualmente las autoridades locales. Por ejemplo, cada mes se llevan a cabo reuniones en las que participa el representante del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (INCES) y en las que se analizan los casos de muchachos que aflojan, para definir las causas y buscar soluciones en colaboración con los representantes de la empresa y los paterfamilias.
Además, el Pittier cuenta con dos psicopedagogas que apoyan a los muchachos, en particular de familias monoparentales, carentes de la estructura tradicional y que en ocasiones requieren ayuda para fortalecer su seguridad y autoestima.
Asimismo, agrega Fini Otero, de acuerdo con lo establecido por el INCES, antes de empezar su práctica, los estudiantes deben cumplir con un trabajo comunitario. Los cinco grupos que han salido lo efectúan en colegios de párvulos en los que restablecen el cableado eléctrico y restauran el mobiliario.
“Es una manera de devolver a la comunidad algo de lo que recibieron”.
Los primeros estudiantes salieron en 2014 a la práctica industrial, que dura un poco más de un año y 25 se han graduado, la mayoría de los cuales ya tiene empleo.
Superar desafíos
Entre los principales retos que la Alianza para el Conocimiento ha tenido que enfrentar se encuentran la colecta de fondos y el acceso a las divisas.
“Muchos decían no se puede y alguna vez, con un flujo de caja muy parejo, estuvimos a punto de abdicar”. El proyecto inicial contemplaba la creación de 120 puestos de aprendizaje pero tuvieron que reducir a 60. Ahora, merced a nuevos apoyos -incluido el de la Fundación Fons Margarita, de Zúrich- cuentan con 90 sitios y piensan alcanzar los 120 programados en un principio.
Pero la tarea no es fácil, como lo subraya la directora ejecutiva de la CVSCI. La institución requiere más patrocinadores. La maquinaria para el equipamiento es cara y en parte procede del extranjero, lo que resulta aún más complicado en virtud del control de divisas y la dificultad de acceder a las mismas.
Esa situación obligó al Instituto a renunciar a los servicios de un profesor suizo que trabajó en él durante dos años y al que ya no pudo garantizar el salario.
La institución educativa tiene asiento en la Hacienda Santa Teresa, que les fue proporcionada por medio de un contrato de comodato por la empresa del mismo nombre, y cuenta con un director académico que trabajó durante 10 años en un centro similar en el seno de la empresa suiza Holcim, seis instructores, amén del personal administrativo y de servicios generales. Una plantilla de 11 colaboradores en total.
Abrir puertas
Fini Otero comenta que dada la calidad demostrada del programa de aprendizaje, alrededor de 300 candidatos se presentan normalmente para tomar parte. Los muchachos seleccionados comienzan con un curso de nivelación a fin de que todos los educandos tengan conocimientos similares, y concluye con las prácticas en las empresas patrocinadoras.
El sistema de aprendizaje dual, además de la amalgama entre teoría y práctica, ofrece a los jóvenes la posibilidad de obtener un diploma e integrarse a la vida productiva en un lapso menor que el de una formación universitaria. No obstante, en Venezuela, lo mismo que en Suiza, también abre la posibilidad de continuar con una carrera larga. De hecho, uno de los jóvenes egresados del Instituto Henri Pittier se está formando como ingeniero.
Hasta ahora, los estudios proporcionados por el Instituto Henri Pittier no cuentan con reconocimiento en Suiza, uno de los aspectos que la CVSCI contempla abordar. Asimismo, como nos explica Fini Otero, la Cámara contempla la posibilidad de establecer un hermanamiento con instituciones suizas y de promover la participación en Venezuela de jóvenes suizos recién egresados, para que realicen sus prácticas, y de personas jubiladas para que aporten su experiencia.
“Lo importante también es mantener el espíritu suizo con las particularidades de Venezuela”, anota Fini Otero.
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