El último hotel suizo en París
Desde hace más de un siglo, la familia Berrut administra el hotel Bedford en París. Numerosos a principios del siglo XX, hoy los hoteleros suizos han prácticamente desaparecido de Francia.
Visita de un establecimiento donde reinan una discreción y una gentileza totalmente helvéticas.
En verano, los geranios adornan la fachada. Un toque típicamente suizo sobre los muros de París. Es en esos pequeños detalles, siempre discretos, que el hotel se distingue. En las habitaciones, los lavabos y los sanitarios son ‘Geberit’, el nombre de la empresa de San Gall que los fabrica. Hasta las ventanas son importadas de Montreux. «Cuestión de calidad y de sobriedad», precisan los dos propietarios.
Jean y Gérard Berrut: dos directores, dos hermanos ligados al establecimiento que los vio nacer. Gérard vivió incluso en el hotel hasta su matrimonio, a la edad de 34 años. De todos modos, su mudanza no lo llevó muy lejos: se instaló al otro lado de la calle. A Jean, el hermano mayor, también le cuesta cortar las amarras. Aunque retirado, continúa trabajando en Bedford. Cuando lo encontramos por casualidad en el vestíbulo, se justifica: «es sentimental. Este hotel, es como mi familia».
La familia
La palabra vuelve como un ‘leitmotiv’: «lo que me gusta aquí, es que es familiar», repiten los clientes. «Conocemos al personal y ellos nos conocen, hasta les ofrecemos almendras garapiñadas a los empleados el día de su cumpleaños», añade esta cliente belga. «Ciertos clientes, de Marruecos, de Líbano, vienen con nosotros porque sus padres o sus abuelos venían al Bedford», narra Eric Brulant, el jefe de los porteros.
El establecimiento se encuentra en pleno barrio chic, a algunos metros de la ‘Place de la Madeleine’, entre tiendas de ultramarinos de lujo y grandes almacenes. El ambiente es apagado: luces tamizadas y techo en arcadas, paredes color salmón y beige, muebles ocres o grises. Nunca colores vivos.
Ningún cuerno de los Alpes ni campanas. Aquí, la presencia Suiza se refleja en los valores: la puntualidad, «los franceses jamás se excusan cuando llegan tarde a las citas»; la negativa al despilfarro, «utilizamos sólo papel reciclado»; la modestia, «en Francia, cualquier ministro en desplazamiento es acompañado por cinco policías en motocicleta».
«Un ejemplo, mi hija debía comprar una cama que estaba rota en un almacen en
Villeneuve (en el cantón de Vaud). Entonces, el jefe de la tienda le quería ayudar y ella esperó. Ya no regresó más. Esto aquí no se hace: cuando un cliente tiene un problema, se lo resolvemos».
Cuatro generaciones
Esta aventura hotelera comienza en 1897 cuando el abuelo, Sylvain Berrut, deja su pueblo de Troistorrents, en el cantón del Valais. Tiene 19 años. No conoce nada a la hostelería pero logra hacerse contratar como botones en París. De portero, se hace director, luego propietario del hotel Bedford en 1914.
Un siglo después de la llegada del abuelo, tres generaciones se sucedieron a la cabeza de la empresa, que se desarrolló bien. La familia compró un segundo establecimiento, les Arcades, situado en la misma calle que el Bedford. Y el relevo se prepara: Stéphanie y Laetitia, las hijas de Jean y Gérard, estudian y trabajan en la hostelería en Francia… y en Suiza.
Cuando Sylvain Berrut llegó a París, la hostelería era una especialidad helvética. Hasta el Ritz, el símbolo del lujo parisino, fue fundado por el hijo de un campesino del Valais en 1898. Hoy, los Berrut perpetúan una tradición que decae: son los últimos hoteleros suizos de la plaza parisina. El Ritz, fue adquirido por el egipcio Dodi Al-Fayed en los años ochenta.
Hotel de los artistas
«Somos en cierto modo el patio trasero de la embajada suiza, exclama Gérard Berrut. Tenemos muchos clientes, como el dueño de los lápices Caran d’ Ache, y muchos conservadores de museo, entre los cuales Léonard Gianadda, ahora un amigo». Léonard Gianadda que probará su vestido de oro en el Bedford, antes de ser recibido en la Academia Francesa.
Ya niños, los directores del hotel estaban inmerso en un medio cultural. En esa época, uno de los principales compositores braileños, Heitor Villa-Lobos, vivía varios meses al año en el Bedford. «Me iba a la escuela con mi cartera y él, fumaba un grueso puro, hasta por la mañana», recuerda Gérard Berrut.
Hoy, continúa ayudando a los artistas. En el vestíbulo, encontramos pinturas de Zoran Music, Raoul Ubac o del suiz Rolf Iseli. «Hago también el mecenazgo helvético», sonríe, en referencia a las asociaciones suizas, invitadas a celebrar sus reuniones en las salas de conferencia del Bedford.
Una manera de continuar en el espíritu de su abuelo: al principio del siglo XX. Sylvain había recurrido a Henri Fivaz, un arquitecto suizo y amigo, para dirigir los trabajos de su hotel. Y hoy, los clientes del mundo entero toman su desayuno en un salón barroco diseñado por el Vaudois.
swissinfo, Miyuki Droz Aramaki en París
(Traducción, Marcela Águila Rubín)
Establecimiento de 4 estrellas, al lado del la Plaza de la Madeleine, en el octaco. distrito de París. 145 habitaciones, desde 167€ la habitación simple a 336€ «el apartamento».
El Bedford fue fundado por una condesa rusa hacia 1850. Le dio un nombre inglés para atraer a los turistas británicos, mayoritarios en la época. Entre los clientes ilustres del establecimiento figuró Dom Pedro II, último emperador de Brasil, que vivió allí los últimos años de su vida, hasta su muerte en 1891.
Numerosos músicos también se alojaron en el Bedford, incluido el compositor Camille Saint-Saëns en 1857, el compositor braileño Heitor Villa-Lobos en los años cincuenta o, más recientemente, el violinista Yehudi Menuhin.
27.621 establecimientos, para una cifra de negocios de 15.540 millones de euros en 2006.
Ile-de-France representa el 25,1% del sector.
En total, un poco más de un millón de personas trabajan en la hostelería, los cafés y los restaurantes.
Francia es el país el más visitado en el mundo, con 79,1 millones de turistas extranjeros en 2006.
Suiza representa al 6 % de estos visitantes.
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