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El desastre ecológico del circuito de la ropa usada

Un hombre duerme sobre una montana de desechos
Un reciclador hace una siesta en el vertedero de Dandora, en el que busca productos reciclables para venderlos. Nairobi, Kenia. Keystone / Daniel Irungu

Suiza recoge unas 65 000 toneladas de ropa usada al año, cuyo comercio se ha convertido en un negocio lucrativo y casi la mitad de las prendas son exportadas al extranjero. A menudo de mala calidad, las piezas no pueden revenderse en el mercado local, lo que provoca importantes problemas medioambientales y sanitarios. Investigación de la RTS en Kenia.

De Suiza a África

Los suizos han duplicado su consumo de ropa en una década: cada año adquieren casi 20 kilos de productos textiles por persona.

La sociedad nunca había tenido una tal sobreabundancia vestimentaria. Junto con esa bulimia, los excesos de la moda rápida contribuyen a potenciar el fenómeno. En término medio, los grandes minoristas, como Zara y H&M, renuevan sus colecciones cada tres semanas. Esa rapidez conduce a una menor calidad y a precios más bajos.

Cada año se recogen en Suiza unas 65 000 toneladas de ropa de segunda mano: Texaid

Cuando no se tira a la basura, la mayor parte de la ropa que ya no se usa en Suiza es entregada a empresas a través de una red de contenedores repartidos por los cantones. En pocos años, la recuperación y el comercio de segunda mano se han convertido en un lucrativo mercado internacional para los agentes del sector.

Un ejemplo es Texaid, uno de los líderes mundiales de reciclaje textil en Europa. Con sede en Shattdorf (Suiza), la empresa generó una facturación de casi 97,2 millones de francos suizos en 2018 (último informe). Ese mismo año recogió casi 36 000 toneladas de ropa en Suiza y 80 000 toneladas en Europa. Hay otras empresas activas en el sector, como Tell-Tex o Cáritas Suiza.

Bolsas pláticas con textiles.
Texaid recogió casi 36 000 toneladas de ropa en Suiza en 2018. © Keystone / Christian Beutler

¿Qué ocurre después de la colecta?

En lo que concierne a Texaid, la ropa es transportada y clasificada en filiales en Alemania, Bulgaria y Hungría. Las prendas demasiado dañadas para ser vendidas son convertidas en trapos o aislantes. El resto acaba incinerado en los países de triaje.

Una vez superada esta etapa, gran parte se vende en el extranjero. Según el director de Texaid, Martin Boëschen, el 50% de la colecta europea es exportada, principalmente a Asia y África.

Entre los compradores está Kenia, uno de los mayores importadores de ropa de segunda mano de África, por donde pasan cada año 185 000 toneladas de mitumbas (ropa de segunda mano en suajili).

Diversas ONG atribuyen a este comercio, que es un factor económico importante para el país, la responsabilidad de un desastre medioambiental. A pesar del triaje realizado previamente, muchas prendas están demasiado dañadas para ser revendidas en el circuito local, con lo que acaban arrojadas o quemadas en vertederos abiertos, especialmente en la capital, Nairobi.

Muchos países europeos figuran entre los mayores exportadores, aunque el mercado sigue dominado por China. Suiza, un país pequeño, ocupa el puesto 22, según un informe de las estadísticas sobre el comercio para el desarrollo empresarial internacional.

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La cara oculta de la montaña textil

En Nairobi es difícil orientarse en el laberinto del mercado de Gikomba, el mayor cruce de mitumba de África Oriental. Miles de personas acuden cada día a ese lugar para conseguir una buena oferta.

Chebet, de treinta años, ha venido a comprar sweaters para sus hijos. “A todo el mundo le gusta comprar aquí. No es caro y se puede encontrar de todo”, asegura. Según las asociaciones activas en el lugar, casi el 90% de los kenianos se visten exclusivamente con artículos de segunda mano.

La oferta es gigantesca: vaqueros y zapatillas deportivas por miles, marcas de lujo, chaquetas de cuero… Los puestos de ropa se extienden hasta donde alcanza la vista en un ambiente caótico. El mercado es tan grande que se divide en sectores específicos, como un pasillo dedicado exclusivamente a los colores del futbol inglés.

“Los precios son tan baratos que es casi ridículo regatear”, dice un vendedor frente a una pila de camisetas del Manchester United. La mayoría de las piezas son vendidas por entre 100 y 300 chelines, el equivalente a entre 80 céntimos y dos francos suizos.

Montones de ropa vieja a orillas de un río.
La ropa usada es amontonada en el lecho del río Nairobi. Sarah Jelassi / RTS

Disminución de la calidad

Cantidad no significa necesariamente calidad. Amos Mutiso trabaja en el mercado desde hace más de 15 años. Compra una media de tres fardos de mitumbas por día, de 45 kilos cada uno. No tiene ni idea de lo que va a encontrar hasta que abre sus paquetes.

“Antes podía ganar entre 2 000 y 3 000 chelines en un día (unos 25 francos suizos). Ahora reúno esa cantidad en una semana, porque muchas piezas son invendibles”. Señala una chaqueta vaquera que está completamente rota por un lado. “Mire este agujero… ¡nadie quiere comprar esto!”

Continúa: “Los exportadores tienen que hacer un mejor trabajo de clasificación para enviarnos ropa de calidad. Este era un negocio que mantenía a mucha gente. Ahora ha dejado de ser rentable a causa de los residuos textiles”.

Entre el 30% y el 40% de la ropa importada en Kenia es invendible. Acaba en los vertederos o en la naturaleza, especialmente en el río Nairobi que atraviesa el mercado. Es tal la cantidad, que no es fácil ver el fondo.

Cuando se le pregunta al respecto, Texaid dice que el país forma parte de su mercado de exportación, pero que la cantidad enviada sigue siendo mínima (90 toneladas en el año 2021).

Su director, Martin Boëschen, asegura que la ropa exportada está sometida a estrictos controles. “Los estándares del proceso de clasificación cumplen con la normativa europea sobre el traslado de residuos. Según esta ley, está prohibido exportar residuos a países no pertenecientes a la OCDE sin la autorización previa de los países receptores”, explica.

“Se aplican casi 300 criterios para garantizar que la prenda se procese de la forma más ecológica posible. Texaid respeta la ley y solamente exporta ropa de segunda mano de buena calidad. No adoptaremos ninguna otra posición sobre esta cuestión”, concluye.

El vertedero de la moda rápida

¿Por qué acaban en Kenia tantos residuos textiles? Al igual que Texaid, hay muchas empresas de recogida que operan en Europa y a nivel internacional. Es difícil comprobar si cumplen la normativa vigente.

“La verdad es que Kenia se ha convertido en el basurero de la moda rápida”

Alex Musembi es el fundador de Africa Collects Textiles, una organización que lucha contra los residuos textiles. Para él, la culpa es de los países exportadores, que no prestan mucha atención a la calidad de los productos enviados. “No somos un basurero. Corresponde a los europeos encontrar una solución para reciclar mejor la ropa en sus propios países. También deberían pensar en una verdadera economía circular y consumir menos”, afirma irritado.

Añade: “Este es también un problema global. La moda rápida tiene que dejar de lado el afán de lucro y empezar a fabricar ropa con materiales sostenibles. Demasiada ropa se fabrica con microplásticos, que son desastrosos para el medio ambiente

Africa Collects Textiles recicla los textiles invendibles para convertirlos en mochilas o artículos de decoración como fundas de cojines o alfombras. Pero la cantidad enviada sigue siendo demasiado grande para hacer frente con éxito a esta plaga.

“Los suizos piensan que donar ropa es algo bueno, que ayuda a África, sin entender el impacto a largo plazo. La verdad es que Kenia se ha convertido en el basurero de la moda rápida”.

>> Reportaje de la RTS (en francés)

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En el infierno del vertedero de Dandora

Los animales carroñeros revolotean entre el humo acre, atraídos por el olor a podrido. Enjambres de moscas revolotean sobre la carcasa de una vaca que yace entre excrementos humanos y montañas de desperdicios. El aire es irrespirable, el paisaje, casi apocalíptico.

Situado a 8 km de Nairobi, Dandora es el mayor basurero de África Oriental. Cada día se vierten y queman allí más de 2 000 toneladas de residuos, que cubren una superficie del tamaño de 62 campos de futbol.

Según Africa Collects Textiles, cerca de 20 millones de kilos de ropa usada aterrizan en el lugar cada año, muchos de ellos procedentes del mercado de Gikomba.

Inaugurado en 1977 con financiación del Banco Mundial, Dandora pretendía ser un vertedero ejemplar. Cuarenta años después, a pesar de que el gobierno ha declarado que es un “grave peligro para la salud”, sigue creciendo sin control.

Residuos domésticos, médicos, industriales y textiles… El lugar se ha convertido en una barranca de inmundicias rodeada de inmuebles, tiendas y escuelas. Entre cerdos y cabras, adultos y niños se abalanzan todos los días al lugar para buscar entre basura algo que puedan vender.

>> Vídeo de la RTS en Dandora (en francés)

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Impacto medioambiental

El ecologista Evans Otieno nació y creció en la barriada. Desde hace años observa cómo crece la montaña textil. “La gente viene a buscar los materiales que tienen valor y pueden ser revendidos, como el metal, el vidrio o el plástico. Otros materiales, como la ropa, no pueden ser reciclados. Falta infraestructura para eliminarlos, así que se quema aquí”, precisa.

Esas fogatas tienen un grave impacto en el medio ambiente. “Muchas de las fibras utilizadas en la industria textil, como el poliéster, son sintéticas. Están fabricadas con plásticos derivados del petróleo que no pueden biodegradarse. El aire, el suelo y el agua acaban siendo contaminados por esas toxinas. Los residuos quemados también liberan metano y dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero perjudicial para el clima”, acota.

El río Nairobi atraviesa el vertedero. El curso de sus aguas contaminadas arrastra los productos nocivos hasta las tierras cultivadas para el ganado o la alimentación.

Joven mujer sentada sobre un sitio lleno de desechos.
En el vertedero de Dandora, día con día, adultos y niños buscan entre la basura algo que puedan vender. Keystone / Daniel Irungu

Desastre sanitario

En octubre de 2007, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente publicó un alarmante estudio sobre el emplazamiento de Dandora. Los exámenes realizados a más de 300 niños que viven cerca del vertedero revelaron niveles excesivos de plomo en la sangre en la mayoría de ellos, así como una alta prevalencia de enfermedades respiratorias crónicas.

Otros análisis mostraron la presencia de metales pesados como el cadmio y el mercurio. “También encontramos fibras microplásticas cuando realizamos broncoscopias a los pacientes”, explica el neumólogo Juma Bwika, médico que ejerce en el Hospital Aga Khan de Nairobi. “El aire inhalado puede causar asma, bronquitis crónica y cáncer de pulmón. Estas enfermedades afectan sobre todo a las personas que viven en los barrios marginales cercanos a Dandora”, puntualiza.

Se calcula que esta catástrofe sanitaria afecta a casi 900 000 habitantes de Nairobi. Paradójicamente, los más afectados por este vertedero son los pobres, los que menos contaminan.

Depositar la ropa usada en un contenedor en Suiza no es ni ningún gesto ecológico. Al exportar sus tejidos usados, Europa externaliza sus problemas de sobreconsumo a países que carecen de la infraestructura necesaria para gestionar estos residuos. La realidad sobre el terreno pone de manifiesto el costo social y ecológico del comercio de segunda mano.

Dandora es un símbolo de esta deriva y constituye un desastre medioambiental y sanitario para las poblaciones locales. Una realidad alejada de las promesas de la moda ética y circular, apoyada por la industria de la moda rápida.

Este reportaje fue realizado con el apoyo de En Quête d’Ailleurs (EQDA), un programa de intercambio de periodistas entre Suiza y los llamados países del Sur en el que también participó swissinfo.ch.

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Adaptado del francés por Marcela Aguila Rubin

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