El Legado Suizo en el Bicentenario argentino
Para homenajear a Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo, la Cámara de Comercio Suizo Argentina publicó ‘El Legado Suizo’, una obra que recorre las huellas de la inmigración helvética durante los dos últimos siglos.
Un homenaje a la patria adoptiva y a los hombres y mujeres que llegaron para enriquecerla.
Fue en mayo de 1810 cuando Buenos Aires era todavía ‘Virreinato del Río de la Plata’ y luchaba por formar el primer Gobierno independiente de las colonias españolas de América, cuando Tomás Genela, hijo de un suizo alistado en el Cuerpo de Patricios, firmó el acta de la ‘Junta Provisional Gubernativa’, junto con otros 400 vecinos porteños.
Este es uno de los datos inéditos que registra ‘El Legado Suizo en el Bicentenario argentino’ y que lo convierte en uno de los libros más completos e interesante de la historia de la inmigración helvética a la Argentina.
Una ‘huella’ suiza en cada baldosa
Dicen en Buenos Aires que no se nota a simple vista su presencia, pero que “si levantas una baldosa, sale un suizo”. Y de alguna forma eso es así, porque tienen perfil bajo, son sencillos, austeros, discretos, pero están presentes en cada espacio con su trabajo, su obra, su aporte.
Desde Jujuy a Tierra del Fuego y desde Mendoza a Buenos Aires, en cada rincón de Argentina existe una huella suiza, una familia inmigrante, sus descendientes, un edificio, una calle o un pueblo con un nombre que remite al país alpino.
El libro del Bicentenario
“Habíamos planificado un libro de 180 páginas, pero a medida que empezamos a investigar, concluimos con 170 contribuciones individuales con apasionantes legados que hoy forman el mismo cuerpo de un volumen de 240 páginas”, explica Alfredo Rodríguez, presidente de la Cámara de Comercio Suizo Argentina.
“Fuimos agregando a los conocidos otros temas nuevos, descubriendo actores y contribuciones que nos llevaron a buscar memoriosos de la colonia, además de historiadores profesionales y documentación, tanto local como desde Suiza, lo que nos permitió brindar un material, en muchos casos, inédito”, agrega.
Aquellos 40.000 inmigrantes que fueron llegando desde mediados del siglo XIX se multiplicaron, se arraigaron y crecieron en las tierras de acogida, y fueron tejiendo y fortaleciendo lazos entre sus dos patrias.
Formaron familias, muchos mandaron sus hijos a educarse a la Confederación, algunos se quedaron y otros volvieron y trajeron su aprendizaje a cuestas para transmitirlo. Hubo también quienes montaron sus empresas o brillaron en sus diversas profesiones.
Aportes con ‘nombre propio’
Es imposible describir en pocas palabras los innumerables legados que la inmigración helvética ha dejado en el país del Cono Sur, pero bastan algunos ejemplos para que puedan imaginarse los alcances de su aporte.
En la política, desde Carlos Pellegrini, primer presidente de origen suizo de 1890 a 1892, hasta los gobernadores santafesinos de la última década,
Carlos Reutemann (también corredor de Fórmula 1) y Hermes Binner, ambos ciudadanos suizos, pasando por varios senadores, diputados e intendentes.
En las ciencias y en la educación, hay que recordar al geógrafo Enrique Delachaux, el investigador Santiago Roth, el geólogo Roberto Beder, el naturalista Georges Claraz, el antropólogo Alfred Métraux, los filósofos Carmen Balzer y René Schobinger, el botánico y arqueólogo Henry Reichlen y el pastor y fundador del Instituto Línea Cuchilla, Jorge Baschlin, entre otros.
También el deporte está presente en el homenaje, y se mencionan al andinista Roberto Helbling, el esquiador Godofredo Fassbind, el automovilista Carlos Loeffel y el reciente campeón mundial de parapente André Hediger, que reside actualmente en la provincia de Córdoba.
Arquitectura, Arte y Aventuras
Jacques Dunant, Walter Moll, Le Corbusier y Francisco Luisoni son arquitectos que han firmado con sello helvético sus obras en Argentina.
Lo mismo sucede con las artes. Nombres como Alfonsina Storni, Carlos Enrique Pellegrini, César Bacle, Félix Methfessel, Robert von Steiger y Eduardo Alemann brillaron en el pasado, dejando lugar a las nuevas generaciones de artistas como Nicolás Rauss, Sophie Lüssi, Stéphane Ducret y Gian-Paolo Minelli.
¿Quién no recuerda la odisea de Mancha, el caballo criollo que llegó a Nueva York el 20 de setiembre de 1928, luego de tres años y cuatro meses de caminata y 21.500 kilómetros recorridos?
Ese desafío del aventurero suizo Aimé Tschiffely que quería demostrar la guapeza de la raza argentina, quedó en la memoria hasta del calendario, ya que dicha fecha es el ‘Día Nacional del Caballo’.
Los bodegueros suizos, un capítulo aparte
Cada vez más bodegueros alpinos eligen Argentina y año tras año prestigian la industria del vino local, que se ha posicionado en el estándar de ‘alta calidad’.
‘Finca Decero’, de Thomas Schmidheiny; la bodega ‘Jean Rivier’, fundada en 1954 y administrada por la familia en el valle de Uco, Mendoza; las ‘Viñas Don Martín’, de un grupo de inversores suizos encabezados por Martin Altorfer; la ‘Bodega Colomé’, de la suiza Hess Family Estates; ‘Ojo de Vino’, de Dieter Meier, y ‘Tapaus’, del enólogo suizo Hubert Weber, son algunos de los establecimientos helvéticos que registran sobrados éxitos.
Pioneros en la industria láctea, yerbatera, minería, joyería, relojería, farmacéutica, gastronomía, turística y periodística deben sumarse a esta lista, pero, como ya adelantamos, no alcanzan las palabras para contar este legado infinito.
Las primeras colonias suizas se establecieron alrededor de 1856 en Baradero, Buenos Aires, Esperanza y Santa Fe.
Años después, en Entre Ríos, bajo el gobierno de Justo José de Urquiza.
A mediados de los años 30, nuevas camadas se dispersaron por Misiones y el sur del país, conformando comunidades que dieron paso a las asociaciones de suizos que hoy se encuentran en varios puntos de Argentina.
La comunidad suiza en Argentina es la mayor de América del Sur con casi 16.000 ciudadanos suizos registrados y más de 50 asociaciones suizas activas en el país.
Se estima que los descendientes ascienden a varios cientos de miles.
Las Asociaciones se dedican a transmitir las costumbres, tradiciones, preservar la historia y mantener las lenguas de sus cantones de origen.
En Buenos Aires hay 14 calles o pasajes con nombres suizos (Berna, Ginebra, Lausana, Zúrich, Rousseau, Pestalozzi, Alfonsina Storni, Carlos Pellegrini, entre otras).
Dos barrios porteños evocan al cantón del Tesino (al sur de los Alpes): Lugano y Villa Soldati.
En el interior del país las calles ascienden a cientos e innumerables pueblos llevan nombre como ‘Pequeña Berna’, ‘Confederación Helvética’, ‘Helvecia’ o ‘Colonia Suiza’.
Editado por la Cámara de Comercio Suiza Argentina (CCSA), Buenos Aires, 2010,
244 páginas, 26 x 23 cm
Autores varios
Coordinado por Norma Alemann, gerente general de la CCSA y Pierre Dumas
En venta en la CCSS
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