Entre mito y realidad, la paz laboral cumple 75 años
Al igual que el federalismo, la neutralidad y la tradición humanitaria, el pacto social constituye uno de los pilares de la denominada ‘excepción suiza’. Hoy, 75 años después de la firma del primer acuerdo de paz laboral, el modelo afronta una dura prueba
A fines de octubre, patronos, sindicalistas, universitarios y políticos se reunieron en Tolochenaz, donde tiene sede la Federación de Empresarios del cantón Vaud, para debatir sobre el futuro de las relaciones sociales en Suiza.
Los participantes coincidieron en muchos puntos, sobre todo, en preservar un modelo que cumple 75 años.
¿Podemos interpretar la afabilidad en el trato que reemplazó la lucha de clases como un elemento constitutivo del ADN helvético? ¿O se trata de un mito alimentado con sabiduría desde 1937, fecha del primer acuerdo de paz laboral que suscribieron los sindicatos y la patronal de la relojería?
“Ni una cosa, ni la otra”, responde Olivier Meuwly, “sino más bien el resultado de un fenómeno construido, a través del cual los suizos han aprendido a gestionar sus conflictos y a buscar soluciones”.
Y es que, como recuerda el historiador, a las tensiones religiosas y culturales que vivió Suiza desde la fundación del Estado moderno en 1848 siguieron violentos conflictos sociales en los años 1860, que obligaron a buscar nuevas formas de concebir las relaciones con el adversario. “En múltiples ocasiones, se hubiera podido condenar la idea misma de Suiza y del federalismo”, subraya.
En ello coincide Christophe Reymond, director del Centro Patronal (CP): “La paz laboral y los Convenios Colectivos de Trabajo (CCT), que constituyen su substrato, no son el resultado de un sistema ni de una ideología, sino de una práctica empírica.
Este modelo permitió negociar soluciones adaptadas a la realidad específica de cada sector económico, sin intervención del Estado. Hoy, 1,8 millones asalariados en Suiza están protegidos por uno de los 620 CCT que existen”.
¿Modelo de éxito?
Mientras varios participantes en el coloquio de Tolochenaz vincularon la paz laboral con la prosperidad y la estabilidad política en Suiza, el historiador Bernard Degen insiste en desmitificar algunas ideas preconcebidas.
Suiza no fue pionera en la promoción del pacto social. “A comienzos del siglo XX, solamente las pequeñas empresas de artesanos y oficios habían firmado CCT. Su número era mucho más elevado en Gran Bretaña y Alemana”.
Y tampoco se puede establecer una relación de causalidad entre prosperidad y paz social. “Algunos países paralizados por grandes huelgas, como Francia en los años 1970, registraron un crecimiento superior al de Suiza”.
El historiador subraya, en tono irónico, que, «sin duda, las inspecciones de armas y material habrán costado más días de trabajo a Suiza que las numerosas huelgas en otros países».
El experto en mediación francés, Henri-Jean Tolone, por su parte, afirma que la paz laboral recuerda más bien una pax atómica. “Los empresarios temen una paralización, mientras que la angustia de trabajadores es una eventual deslocalización. Reina el terror”.
Profundos cambios
El profesor Yves Flückiger, de la Universidad de Ginebra, considera que gracias a la paz laboral, asociada a la diversificación de la economía y a una mayor productividad, Suiza ha resistido mejor que sus vecinos las crisis económicas.
En su opinión, el sistema de negociación salarial ha contribuido a que el país tenga un bajo desempleo, elevados salarios y sólidos niveles de competitividad.
“La evolución del índice de desempleo y de los niveles salariales está estrechamente ligada, lo que permite amortiguar mejor los tropiezos de competitividad. Y esta situación se debe, en gran medida, a la descentralización de las negociaciones salariales”.
No obstante, empresarios y sindicalistas coinciden en que los tiempos están cambiando. Hoy, esta visión pragmática del pacto social y de las virtudes de la negociación anda de capa caída.
El secretario regional del sindicato Unia, Alessandro Pelizzari, estima que los profundos cambios en el mundo laboral –terciarización, precarización, feminización y libre circulación, en especial– que se han producido en los últimos veinte años, así como la financiarización (otorgar un peso excesivo al sector financiero) de la economía como resultado del auge del neoliberalismo han destruido y desorganizado los gremios sindicales, pero también las organizaciones patronales.
Una opinión que comparte el secretario de la Federación de Empresarios del cantón de Vaud, Pierre-Michel Vidoudez. “Hoy, el empresariado se reduce a un interlocutor financiero, un mercenario. Ha perdido su relación con el trabajo. Y esta evolución pone en peligro la paz laboral y el pacto social”. A su juicio, “el atractivo de Suiza no reside en la ausencia de huelgas, sino en el mercado liberal donde las empresas extranjeras pueden contratar y despedir a su antojo”.
Politización del diálogo
En alusión al reciente cierre de Merck Serono en Ginebra, Alessandro Pelizzari señala que la internacionalización del capital y del empresariado –las riendas del 50% de las empresas suizas han pasado a manos de ejecutivos extranjeros– han causado un rebrote de la conflictividad.
Para hacer frente a esa falta de pacto social, “no nos queda más remedio que recurrir cada vez más a las armas de la democracia directa”, explica el representante de Unia.
La polarización del diálogo social se refleja, sobre todo, en el creciente número de iniciativas populares que se lanzan: seis semanas de vacaciones para todos, un salario mínimo o la reducción de las brechas salariales.
Sabine von der Weid, de la Federación de Empresarios de Vaud, lamenta esta tendencia: “Desplazar el debate de la mesa de negociaciones a la escena política es perjudicial, tanto para los sindicatos como para los empresarios. Ambas partes pierden un canal de proximidad y poder en las negociaciones. Y en el futuro esto podría debilitar la paz social”.
Suiza no conoció la paz laboral durante mucho tiempo. Las huelgas eran tan frecuentes como en el extranjero. La industria, en particular, no reconocía a los sindicatos y asociaciones de trabajadores como interlocutores en igualdad de derechos.
A finales de los años 1920, cuando los métodos de gestión modernos comienzan a estrechar los vínculos entre empleados y empresa, se abre el debate público sobre el tema.
Los acuerdos de paz laboral que suscribieron en 1937 los sindicatos y la patronal de la relojería –y luego de la metalúrgica y maquinaria– eran Convenios Colectivos de Trabajo (CCT) conforme al derecho de las obligaciones. Preveían la renuncia obligatoria a toda medida de lucha.
La paz laboral consiguió un amplio respaldo, entre otras cosas gracias al clima de consenso que exigían las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial.
Aun así, el derecho de las obligaciones no era suficiente: se necesitaban CCT más amplios y con carácter normativo (condiciones laborales, salarios, jornada de trabajo).
Después de la guerra, los CCT se extendieron como una gota de aceite, dejando atrás la ola de huelgas entre 1945 y 1949 y asegurando una paz duradera.
Fuente: Diccionario Histórico de Suiza
El Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) es un acuerdo suscrito entre las organizaciones que defienden a los asalariados y la patronal. Establece las condiciones laborales en un sector determinado y regula las relaciones recíprocas entre los agentes sociales.
Un CCT contiene disposiciones normativas, en particular sobre el salario y la semana laboral, así como disposiciones contractuales relativas a los derechos y deberes de los dos agentes, por ejemplo el respeto de la paz laboral.
De hecho, solamente uno de cada dos asalariados en Suiza goza de la cobertura de un CCT. A guisa de ejemplo, esta proporción es de 2 de cada 3 en Alemania; 4 de cada 5 en Italia. En Austria engloba a todos los trabajadores.
Para la otra mitad de los asalariados rigen exclusivamente las normas del derecho laboral, que en Suiza están más desarrolladas que en la mayoría del resto de Europa.
(Traducción: Belén Couceiro)
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