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Esos ancianos cansados de vivir que eligen la muerte

En 2013, Exit acompañó a 459 personas a la muerte. Keystone

Dos organizaciones de ayuda al suicidio buscan ampliar su acción y acompañar en su camino hacia la muerte a ancianos que, aunque no padecen enfermedades incurables, soportan otros sufrimientos. Los médicos y especialistas en ética temen consecuencias imprevisibles.

Unas 700 personas aceptaron el último sábado de mayo en Zúrich la decisión de confiar una nueva misión a los directivos de su organización. Durante una asamblea general, la asociación suiza Exit decidió incorporar en sus estatutos el compromiso “en favor de la libertad de morir ligada a la edad”.

La reivindicación puede sorprender, a pesar de que Suiza sea uno de los raros países del mundo que acepta, bajo ciertas condiciones -como la obtención de un certificado médico- recurrir a la ayuda institucional para el suicidio.

Esos suicidios “médicamente asistidos”, como se les denomina, y que están en las manos de organizaciones privadas, crean polémica. Hay quienes quisieran impedir esta práctica, los que preferirían limitarla o incluso aquéllos que apuestan a liberalizarla. Hasta ahora, no ha prosperado ninguna iniciativa política para modificar el Código Penal en cuanto a la regulación del suicidio asistido.

Sin embargo, las organizaciones de ayuda al suicidio se confrontan cada día más a la demanda de personas muy ancianas, que aunque no sufren de enfermedades incurables o de dolores intolerables, padecen de “poli patologías”. Es decir,  una suma de síntomas que restringe la calidad de vida. Para obtener la orden médica que les permite acceder a la substancia letal, deben someterse a exámenes físicos y psicológicos completos.

“Una persona de noventa años no cuenta con la misma tolerancia que una de cuarenta frente a este tipo de pruebas, explica Bernhard Sutter, vicepresidente de Exit con presencia en la Suiza de expresión alemana. Hay numerosos casos en los que el médico no tendría necesidad de repetir todos los exámenes fisiológicos al paciente para comprender su voluntad”.

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Simplificar los controles médicos

Es sobre este punto que Exit pretende abrir el debate: “Con la expresión alemana Freitod, que se puede traducir como muerte auto determinada ligada a la edad, pretendemos mejorar, simplificándolo, el control al que la gente debe someterse para que el médico autorice el uso del medicamento letal” precisa Bernhard Sutter.
 
Por una situación de esta naturaleza, recientemente, un médico del cantón de Neuchâtel debió responder ante la justicia, ya que no había procedido a realizar todos los exámenes antes de extender la orden a un paciente octogenario que sufría de un cáncer terminal. El Tribunal cantonal lo absolvió a fines de abril.

Suiza es uno de los únicos países del mundo que no prohíbe la asistencia al suicidio. Solamente puede ser sancionada la persona que ayuda directamente a alguien a terminar con su vida por motivos egoístas. La eutanasia activa directa está prohibida.

Las organizaciones de ayuda al suicidio exigen que las personas sean capaces de discernimiento, que se establezca un certificado médico, que la voluntad de morir sea certificada de forma duradera y que la persona conozca todas las otras opciones existentes.

Los Países Bajos autorizan a los médicos a practicar el suicidio asistido según condiciones bien estrictas. 

El suicidio medicamente asistido está autorizado en las entidades  estadounidenses de Oregón, Washington y Montana.

Iniciativa similar en la Suiza de expresión francesa

Jérôme Sobel, presidente de Exit en la región francoparlante -independiente de su par en la Suiza de habla alemana- señala que la organización también completó su reglamento sobre las condiciones que dan derecho a solicitar un suicidio asistido, integrando las “poli patologías ligadas a la edad”. Para ambas entidades, los criterios del “estadio terminal de una enfermedad”  o “fin de vida”, son  un tanto limitados para dar respuesta a las necesidades de la sociedad actual. Y para aliviar los sufrimientos, muchas veces enormes, provocados por las enfermedades crónicas aunque no sean necesariamente mortales.

“Padecer, a largo plazo, de una sordera que se agrava continuamente, de ceguera o de incontinencia puede implicar un sufrimiento muy grande, aunque no se trate de un cáncer terminal”, estima Bernhard Sutter. Para Jérôme Sobel, reducir el sufrimiento forma parte del deber de un médico. “Pero no todos mis colegas están de acuerdo”, agrega e insiste en que para muchos de entre ellos el hecho de no intentar todo, desde el punto de vista médico, equivale a mal trato. 

La organización Exit de la región francófona de Suiza (Asociación por el derecho a morir en la dignidad, ADMD), cuenta actualmente con unos 19.000 miembros, indica su presidente, Jérôme Sobel.  Eran  18.564 a fines de 2013; es decir, 874 más que un año antes (17.690).
 
La mayoría de los miembros (68%) son mujeres y la mayor parte (57,5%) tiene entre 51 y 75 años. Los que cuentan con más de 75 años representan el 34 % de la Asociación en tanto que 8.5% tiene menos de 50 años.

En 2013, Exit ADMD recibió 252 demandas de suicidio asistido y realizó 155 (contra 144 en 2012). 141 acompañamientos se realizaron en el domicilio de las personas, 10 en hogares para ancianos y 4 en hospitales.

Exit de la región germano parlante registró 5000 nuevas adhesiones  en 2013, para un total de cerca de 73.000 miembros.
 
La asociación acompañó a 459 personas (267 mujeres, 192 hombres) a la muerte en 2013; es decir, 103 más que en 2012 y 292 más que en 2009.

La edad promedio de las personas que optaron por el suicidio asistido se mantiene estable en los 77 años.
 
Sobre los 459 casos, 40 se realizaron en los locales de Exit, 35 en hogares para ancianos, el resto en los domicilios particulares.  

“Este desarrollo muestra que más y más personas apuestan al suicidio acompañado porque sufren de una muy grave enfermedad, confirmada por un certificado médico”, señala la Asociación en su último boletín.

La primera causa de solicitud de suicidio asistido fue el cáncer (178). Entre las otras causas, la edad y las poli patologías (97); enfermedades cardíacas (17), la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), (8), los ataques cerebrales (9), el mal de Parkinson (16), las enfermedades psíquicas (10) o dolores diversos (37). 

“Proponer otras opciones”

Es responsabilidad de los médicos buscar alternativas, ya que son ellos los que firman la orden. Y son los profesionales los que se oponen, en particular, a la voluntad de las organizaciones Exit. Según Jürg Schlup, presidente de la Federación de Médicos Suizos (FMH), “los ancianos pueden estar cansados de vivir. Pero cuando se les propone otras opciones, tales como los cuidados paliativos, un aumento de la atención o un nuevo tratamiento, por ejemplo, es usual que la idea del suicidio desaparezca”.

El presidente de la asociación profesional teme que ciertos ancianos opten por Exit porque sienten que se van convirtiendo en un peso para su entorno. “Nuestra organización procede con mucho cuidado para que los ancianos no soliciten la ayuda al suicidio bajo presión de sus familias o por cuestiones de herencia. Ante la menor duda, rechazamos la solicitud”, explica Saskia Frei, presidenta de Exit, durante la asamblea general realizada en Zúrich.

“Podemos vivir con las modificaciones del estatuto de Exit pero no las apoyamos”, comenta Jürg Schlup, quien no niega su temor a la liberalización excesiva. “Suiza cuenta ya con una de las soluciones más liberales del mundo”, recuerda.

La Federación de Médicos Suizos (FMH) integró las líneas directivas de la Academia Suiza de Ciencias Médicas (ASSM) en lo relativo a la actitud de los médicos cuando sus pacientes están en la fase final de la vida. Estas orientaciones “admiten la posibilidad de una asistencia médica al suicidio como un acto excepcional que debe responder a criterios más exigentes que los establecidos en la reglamentación general al suicidio vigente en Suiza”, precisa  la FMH en un comunicado a inicios del 2014.

La ASSM subraya que “el aumento de los casos de suicidios asistidos forma parte de la responsabilidad del conjunto de la sociedad y que esta responsabilidad no puede ser delegada al cuerpo médico”. Solicita, entonces, “un debate a fondo sobre las condiciones en las que se ofrece la asistencia al suicidio”.

Los criterios permanecen

 ¿Los nuevos criterios promovidos por Exit no pueden provocar un aumento todavía mayor de las solicitudes de suicidio asistido ya en plena progresión? “No -responde Bernhard Sutter-, ya que los criterios en vigor no se facilitan: las personas que quieren poner fin a su vida deben ser capaces de elegir, de expresar su voluntad de forma durable, sufrir una o varias enfermedades y estar informadas sobre todas las otras opciones”.

Exit no considera, en todo caso a corto plazo, solicitar una modificación del marco legal en relación con los exámenes médicos previos para poder obtener la orden que autoriza el uso de la sustancia letal. En un primer tiempo, se prevé instalar un grupo de trabajo.

Sin embargo el vicepresidente de Exit se muestra convencido de que ante el paulatino envejecimiento de la población, “una liberalización de la ayuda al suicidio es inevitable, dado que los futuros ancianos han vivido toda su vida bajo el principio de autodeterminación que no van a abandonar al final de sus días”.

“Más de la mitad de las órdenes son ya firmadas por los médicos de familia de las personas (que desean terminar con su vida), lo que es un enorme progreso”, indica Bernhard Sutter. Tanto de la parte de Éxit como de la FMH se esperan con particular interés los resultados de una encuesta solicitada por la ASSM, que se realiza entre unos 5000 médicos con respecto al suicidio asistido, y cuyos resultados serán conocidos la segunda mitad de este año.

Traducción del francés, Sergio Ferrari

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