Nueva vida para el antiguo tren del paso del Furka
Motosierras, palas y fresadoras: una quincena de voluntarios pasan tres semanas limpiando la nieve de la histórica línea ferroviaria de Furka. Reportaje.
5:30 de la mañana. Con las primeras luces del día, las montañas todavía nevadas adquieren tonos azulados. Alrededor de Realp, un pequeño pueblo en el cantón de Uri, todo sigue en calma. Algo más lejos, atrae la mirada un edificio con sus ventanas iluminadas. Comienza la jornada en el comedor de la Asociación de la línea alta del FurkaEnlace externo. Los voluntarios todavía tienen en el rostro las marcas de la almohada, pero bromean mientras desayunan pan y mermelada.
Entre café y café, preparan bocadillos para el camino, se colocan en el pecho los detectores de avalanchas y se ponen protector solar, porque “¡allí arriba, pega!”, advierten.
En 1981, cuando entró en servicio el túnel de base del Furka, se abandonó el ferrocarril. En 1986 los voluntarios comenzaron a rehabilitar las vías. En 1990, se localizó una parte de las locomotoras que se habían vendido a Vietnam y repatriaron a Suiza en un viaje lleno de obstáculosEnlace externo. En 2010, la línea entre Realp y Oberwald volvió a estar plenamente operativa. Cada año, durante los tres meses en que la línea está abierta, de finales de junio a principios de octubre, 30 000 pasajeros disfrutan de este atractivo turístico.
Unas 15 personas participan en las tareas de retirar la nieve de la histórica vía férrea del paso del Furka. Obras que duran unas tres semanas y permiten despejar la línea, reparar las vías y poner todo en orden para la apertura de la temporada turística, el 22 de junio.
¡Cuidado con las avalanchas!
Los trenes han abandonado las cocheras. A las 6:30 silban y recogen a todos los voluntarios en la histórica línea de ferrocarril para ir hasta el sitio de limpieza. Dos personas se separan del grupo y se marchan en coche: son los responsables de la seguridad y van a pasar el día en la montaña que hay frente al lugar a despejar. Su misión es observar el manto nevado y detectar los aludes lo antes posible, para avisar inmediatamente al resto del equipo por radio.
Los demás comienzan a escalar la cremallera mientras admiran el paisaje: un mosaico de nieve, vegetación y arroyos. Una pequeña locomotora roja, apodada “La FraiseEnlace externo” [La fresa], abre el camino, seguida de la gran locomotora diéselEnlace externo. El convoy prosigue por las paredes de nieve y atraviesa un túnel plagado de miles de estalactitas de hielo. Tiene que detenerse en el siguiente túnel porque la salida está completamente bloqueada. Solo una escalera permite al equipo subir al manto blanco. Con el goteo de avalanchas, en algunos lugares, la nieve alcanza los 16 metros. Una capa que los voluntarios atacan pala en mano, con la ayuda de dos fresadoras motorizadas. La locomotora diésel en la parte delantera también tiene una unidad de fresado para despejar el camino a través de las vías, pero si el espesor de nieve es de más de 1,5 m este sistema no funciona.
El sol sale sobre la zona que hay que despejar. Los voluntarios se dividen en pequeños grupos y se ponen a trabajar de inmediato. Esta semana, Patrick supervisa los trabajos. Este geofísico lleva años involucrado con la asociación. “Ser conductor de trenes es un sueño de niño que he podido hacer realidad en el Furka”, confiesa.
El verano pasado en Realp por casualidad se encontró con Robert, que había venido a descubrir el tren de vapor. Y convenció a este óptico de Zúrich para que le echara una mano en las tareas de limpieza. Robert ha conseguido escaparse tres días y está encantado. “Esto es otra dimensión, ¡hay tanta nieve!”.
Una pared de nieve
Un poco más lejos, el tercer túnel se encuentra totalmente cubierto por un alud. La nieve está tan compactada que para limpiarla utilizan una excavadora. El equipo ha podido acceder al interior y está intentando abrir la puerta de arriba. Cerrada durante todo el invierno, evita que la nieve invada la galería. Se retiran uno a uno los postes metálicos que sostienen la puerta y las partes se abren sobre una pared de nieve real, dura como el hormigón. Los voluntarios atacarán ahora este muro por ambos lados para tratar de atravesar la capa.
Alexander es el responsable de la excavadora. Este jubilado de la región de Zúrich ha trabajado toda su vida con maquinaria de construcción. Hace 4 años que participa en la limpieza de nieve. “Quiero mantener vivo el tren de vapor de Furka, y como no tengo mucho dinero, dono mi tiempo. Me agrada poder seguir conduciendo máquinas y poder hablar con la gente, todo el mundo colabora”, explica. De repente, en medio de la galería aparece un ratón pequeño que titubea entre las vías. “¿Qué habrá comido durante todo el invierno?”, se pregunta Alexander.
Atacar con motosierra
Uno de los puntos más críticos de los trabajos es el puente de SteffenbachEnlace externo, situado algo más arriba. Se trata de una estructura desmontable colocada en 1925: durante el invierno las distintas partes se instalan a ambos lados del pasillo.
Deben despejarlas para poder deslizarlas de nuevo y conectar los carriles. Originalmente, se construyó un puente de piedra a principios del siglo XX, pero enseguida una de las avalanchas que regularmente descienden por la montaña lo arrastró.
La nieve es tan compacta bajo el puente que el equipo trabaja con una motosierra para cortar bloques de hielo. Jenny los levanta con su pala y los arroja un poco más lejos. Esta mujer en la treintena es enfermera en Múnich, Alemania, y se divierte haciendo ejercicio en la nieve. Viene con su pareja por quinto año consecutivo. “Conocíamos la zona en verano, pero queríamos descubrirla en invierno. Nos gusta hacer actividades al aire libre, es diferente y emocionante”, dice.
A las 14:00, todo el mundo empieza a recoger. La limpieza termina pronto porque el peligro de alud es demasiado alto por la tarde. Los voluntarios –aún sudando– se dirigen a la máquina que los llevará de regreso a la cantina para tomar un bien merecido café y unos chocolates. En el camino de vuelta, todos parecen exhaustos, pero aún así esbozan una gran sonrisa. “Es evidente que al final del día estamos agotados. Pero es un cansancio bueno, te sientes bien porque sabes lo que has logrado”, indica Jenny.
La línea en la parte alta de Furka
Fue creada para conectar Brig (cantón del Valais) y Disentis (Grisones) por ferrocarril, y así desarrollar el turismo y permitir el transporte de convoyes militares. La línea entró en servicio en 1926 y fue electrificada en 1942. La vía férrea se abandonó en 1981 con la entrada en servicio del túnel de base del Furka. Los voluntarios comenzaron a rehabilitar las vías en 1986. Hoy en día, cada año, 30 000 pasajeros disfrutan de este atractivo turístico durante los tres meses de apertura: desde finales de junio hasta principios de octubre.
Traducción del francés: Lupe Calvo
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