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Ueli Steck, un gran suizo

La estrella suiza del alpinismo pasará a la historia por su rapidez en el ascenso y sus récords en solitario. Pero Ueli Steck no se limitaba a eso. Su vida es la ingeniería del cuerpo humano, y en ello, un modelo de precisión suiza.

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Ueli Steck perdió la vida el domingo 30 de abril de 2017 en Nepal, mientras se preparaba para un nuevo ascenso al Everest. AFP

Ueli Steck, que perdió la vida durante una carrera de entrenamiento en Nuptse, representaba mucho de lo que nos enorgullecemos los suizos: era exitoso, trabajaba dura y meticulosamente y, al mismo tiempo, no hacía alarde de sus victorias, que no consideraba excepcionales, sino más bien el fruto merecido de una férrea labor. Ueli Steck era un hombre modesto.

El alpinista encarnaba también los valores que atribuimos a nuestro país. Era preciso hasta en el más mínimo detalle, aunque también abierto al mundo, ágil y muy sensible. Pero, sobre todo, Ueli Steck era un solitario. Participaba en cordadas solamente en proyectos específicos. Tenía muchos amigos y ningún enemigo real. Gozaba del respeto de sus rivales y de todos aquellos que trabajan con o para él.

No sorprende que su muerte conmocione al país. Miles de personas se cruzaron con él en los Alpes suizos. Lo veían corriendo ligero, mientras que ellos jadeaban a cada paso en las alturas. Al adelantarlos, Steck los saludaba amigablemente. Muchos suizos participaron en sus presentaciones multimedia, que eran parte de su trabajo. Steck era un narrador dotado que sabía cómo reflejar sus hazañas de modo inteligente.

Lo que movía a Steck no era la caza de récords ni de altitudes, sino el entrenamiento meticuloso de su propio cuerpo. Trabajaba en dos frentes: la técnica de escalada y la resistencia. Y en ambas tenían una clase de nivel mundial. Su ambición lo hizo avanzar especialmente en la resistencia, centrándose cada vez más en la alimentación. Había reemplazado los carbohidratos por grasas, que le garantizaban una mejor eficacia. No era una nueva técnica del alpinismo, pero incrementó significativamente el radio de acción de este deportista de punta. Era algo que le gustaba porque estaba tan fascinado con la capacidad de rendimiento de la musculatura humana como con la montaña misma.

Así, Ueli Steck había alcanzado límites difícilmente imaginables. Algunos vieron en sus carreras a las alturas una búsqueda inútil, con motivaciones poco halagadoras: ambición, incluso egocentrismo. Y muchos alpinistas aficionados veían en esa carrera exactamente lo contrario de lo que las montañas suizas transmiten: respeto y tranquila majestuosidad, que vuelven más humildes a los seres humanos.

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Ueli Steck: «No se tratará de una acción harakiri»

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Steck fue sin duda un ser atormentado, de lo que estaba muy consciente. Y es precisamente por eso que ponía tanta atención en la seguridad – la seguridad que para él no residía en los mosquetones, ni en los camaradas de cordada, sino en el fortalecimiento de sus capacidades fuera de norma. Eso lo convirtió en un gran deportista y en un modelo para la próxima generación de alpinistas de alto nivel, que no se miden a la montaña, sino a sí mismos.

¿Qué más puede hacer un hombre que ha logrado escalar cualquier pico de 4000 metros como cualquier otro podría correr el domingo? Steck debía empujar los límites, no tenía elección. Su lógica lo exigía (cualquier alpinista de élite vive gracias a sus patrocinadores). Sus nuevos desafíos, tuvo que buscarlos en la resistencia más que en el riesgo y, obligatoriamente, en los picos más altos. Sin duda, Steck debió tener miedo a la muerte, precisamente porque ya la había rozado.

¿Quién podría imaginar que una roca oculta bajo la nieve mientras esquiaba pudiera ser fatal para la estrella de Fórmula 1 Michael Schumacher? Es un golpe del mismo tipo que el destino deparó a Ueli Steck. La muerte era de preverse en todas sus empresas, pero no en la del domingo pasado en Nuptse. Fue durante una simple salida de preparación que murió trágicamente un gran alpinista. Un gran suizo…

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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