Cursos para solicitantes de asilo sobre la vida, el trabajo y el amor en Suiza
Cosas que en Suiza son normales pueden resultar muy extrañas para una persona que llega de países como Siria, Afganistán o Eritrea. Varias organizaciones ofrecen cursos especiales para ayudar a los solicitantes de asilo a conocer el estilo de vida local. El abanico de temas es muy amplio: desde la búsqueda de una vivienda hasta el comportamiento en el trabajo o la sexualidad.
En el cantón del Valais, los demandantes de asilo tienen la obligación de apuntarse a un curso de educación sexual. Las clases forman parte de la introducción a los derechos fundamentales, y la salud sexual es uno de ellos.
Damian Mottier, secretario general de la Oficina Valesana de Salud, Asuntos Sociales y Cultura, explica que en Suiza cada cantón está obligado por ley a disponer de centros para la salud y la sexualidad para consultas en materia de educación sexual o prevención. El cantón exige que los demandantes de asilo se inscriban en un curso de este tipo, porque así se asegura que todos tengan acceso a informaciones relevantes, precisa Mottier. De hecho, el curso de educación sexual se ha convertido en “una parte imprescindible del proceso de integración”.
Lagunas sobre el tema de la sexualidad
Al principio, muchos solicitantes de asilo no entienden el sentido de estos cursos. Pero el escepticismo inicial no suele durar mucho. Una vez establecida una relación de confianza, se alegran de poder acceder de forma discreta y segura a información sobre las leyes y las costumbres en Suiza. Información también sobre la edad de consentimiento sexual, las mutilaciones genitales femeninas, la autodeterminación sexual, el acceso a métodos anticonceptivos y el apoyo en caso de embarazos no deseados.
Existen muchas diferencias culturales y lagunas respecto al tema de la sexualidad, tal como subraya Mottier. Al principio, algunos creen, por ejemplo, que la píldora anticonceptiva causa infertilidad permanente o que las mutilaciones genitales son útiles para las mujeres y las hacen más fértiles y femeninas. Otros están convencidos de que las mujeres pueden salir de casa solamente en compañía de un hombre y que el lugar de la mujer es el hogar. O que el método contraceptivo lo elige el marido.
¿Los suizos son reservados?
A un bajo nivel de educación se suman muchos prejuicios que son difíciles de superar para que los solicitantes de asilo entablen contacto con la sociedad helvética y su entorno. La red ‘Kulturschule’ (escuela de cultura) –una organización respaldada por las iglesias libres– se propone facilitar a los migrantes un saber intercultural.
‘Kulturschule’
La organización quiere proporcionar herramientas culturales a personas que han solicitado asilo – en primer lugar, para acceder al mercado laboral. La red con sede en Thun nació de la iglesia libre GPMC. La iglesia funciona como una asociación y se basa en el voluntariado según los principios cristianos. Los cursos, sin embargo, no sirven para divulgar la doctrina cristiana, aseguran los fundadores de la red.
Cada ‘escuela de cultura’ funciona de forma autónoma y se financia a través de donaciones de particulares e instituciones comprometidas en facilitar la integración de los migrantes en la sociedad suiza.
Según Dany Misho, formador en la ‘Kulturschule’ de Thun, uno de los prejuicios más extendidos es que los suizos son reservados: los demandantes de asilo consideran que la sociedad helvética es muy conservadora y no se animan a entablar una conversación con la gente local. El objetivo de las escuelas de cultura es ayudarles a superar todos estos prejuicios, explica Dany Misho. “Cuando un solicitante de asilo se presenta para un trabajo y recibe una negativa, suele atribuirlo a que el empleador es racista, aunque no disponga de las cualificaciones requeridas para el puesto”.
Además, hay demandantes de asilo que durante meses o incluso años se mueven únicamente en su entorno cultural y lingüístico, sin apenas contacto con la sociedad helvética. La idea de las ‘escuelas de cultura’ nació así, explica Kathrin Misho, esposa de Dany y directora de la ‘Kulturschule’ de Thun. Ambos se conocieron en el marco de labores de voluntariado.
Basura, lavadora y cosas prohibidas
“Cuando visitamos el centro de asilo de Thun nos percatamos de que la gente estaba en cierto sentido recluida, que no disponía de medios para salir, desplazarse, etc…. Entonces decidimos organizar un torneo de baloncesto”, explica Kathrin Misho. “Y en nuestros contactos con las autoridades de asilo, nos dimos cuenta de que los trabajadores sociales no disponían de tiempo para acompañarlos durante la mudanza a una vivienda privada o explicarles algunas reglas básicas: por ejemplo, cómo separar los residuos, cómo utilizar la lavadora o qué significan algunos carteles de prohibición. Y, sin embargo, son aspectos prácticos muy importantes en el día a día”.
“Además existe un sinfín de reglas implícitas que transmitimos a los migrantes, como mantener el contacto visual directo cuando hablamos con una persona”, prosigue Kathrin Misho. “En otras culturas, mirar a los ojos a alguien puede resultar grosero, especialmente entre hombres y mujeres”.
Cómo saludar en cada lugar
La ‘escuela de cultura’ propone tres cursos: ‘Vivir en Suiza’, ‘Vivienda en Suiza’, ‘Trabajar en Suiza’. En ellos los solicitantes de asilo aprenden todo –desde buscar un empleo o un puesto de aprendizaje hasta alquilar una vivienda, pasando cómo reciclar los residuos. Les informamos asimismo de todas las normas de comportamiento que para los suizos son obvias, pero que a los extranjeros les pueden chocar, por ejemplo, cómo preguntar en el transporte público si el asiento está libre o cómo saludar cuando nos cruzamos con alguien en el pueblo o durante una caminata por la montaña.
La mayoría de los refugiados en Europa vienen de países en los que no hay democracia, pero sí muchas violaciones de los derechos humanos. En los años 2015 y 2016 fueron sobre todo personas que huían de la guerra en Siria, Afganistán e Irak. Desde entonces, la mayoría de las peticiones de asilo son de ciudadanos de Eritrea: 3 375 el año pasado.
Dado el origen de los demandantes de asilo no sorprende que en el curso ‘Vivir en Suiza’, la mayoría de ellos se interesen por el sistema político helvético. Por ejemplo, el yemení Ahmed Mohamed: “En el curso he aprendido muchas cosas sobre las relaciones con las personas. Pero lo que más me ha llamado la atención es el sistema de gobierno. También los derechos de la mujer y su posición son muy interesantes y muy diferentes de mi experiencia en la sociedad yemení”.
Conocimientos básicos para el mercado laboral
Pero entre los cursos teóricos y la práctica hay un abismo. A menudo los solicitantes de asilo tardan años en encontrar trabajo o en conseguir un permiso de trabajo. Dany Misho, que huyó de Irak, dirige el curso ‘Trabajar en Suiza’ y explica a los participantes los requisitos más importantes para que la búsqueda de empleo sea fructífera; entre ellos, dominar una lengua nacional o tener una buena formación
Pero en el curso se habla también de la importancia del trabajo en la sociedad helvética, de la igualdad de género en el puesto de trabajo. Dany Misho trata de prepararlos para situaciones que pueden ser nuevas para ellos, como que su jefe sea una mujer.
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¿Qué quieren saber los solicitantes de asilo sobre Suiza?
El problema es que estas personas no pueden poner en práctica estos consejos, dadas las dificultades que tienen para acceder al mercado laboral. “El objetivo no es adornar la realidad, de mostrarla de color rosa, sino de prepararlos para eventuales conflictos. Se trata también de darles esperanza a través del ejemplo de personas que han logrado integrarse a pesar de los obstáculos”.
Dany Misho llegó a Suiza como solicitante de asilo, cursó una formación profesional y consiguió trabajo.
Su esposa subraya lo difícil que es encontrar formadores extranjeros para los cursos. “Ellos tratan las temáticas desde una óptica diferente, desde su propia experiencia. Esos formadores abordan asimismo los problemas sociales y fenómenos de los que los suizos probablemente no somos conscientes”. Pero también le interesa mucho la visión que tienen los migrantes de Suiza: “A veces nos partimos de risa cuando hablan de ciertas costumbres suizas que a ellos les resultan raras”.
Traducción del alemán: Belén Couceiro
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