La ciudad de Medellín cambia de rostro
En solo 20 años, la ciudad colombiana logró transformar por completo la imagen que tenía como central de cárteles de la droga para convertirse en centro de innovación y soluciones sustentables. Suiza ha aportado su granito de arena a esta metamorfosis urbanística.
Al sobrevolar la ciudad a bordo del deslumbrante teleférico es fácil comprender por qué Medellín, que hasta hace unos años era víctima del crimen organizado, ganó en 2013 el galardón a la ciudad más innovadora del mundoEnlace externo.
Este ‘MetrocableEnlace externo’ en el que viajamos ha cumplido el doble objetivo de facilitar el transporte diario a miles de habitantes del paupérrimo distrito de Santo Domingo y ha sido clave en la creación posterior de espacios de convivencia, como parques, zonas de juego, librerías públicas, áreas con acceso gratuito a internet, talleres y guarderías.
Integrar a Medellín comunidades ubicadas en la periferia -como Santo Domingo- a través de una red de transporte sustentable y nuevos centros culturales y educativos, es el mayor orgullo que tienen hoy los 2,4 millones de habitantes de esta metrópoli.
Orgullo local
“Orgullosa, esa es la palabra”, dice la medellinense Claudia -o ‘paisa’ como se conoce a los habitantes de la región de Antioquía- cuando se le pregunta qué siente por su ciudad. “¡A Medellín le ha costado sangre, sudor y lágrimas pasar de ser la ciudad más violenta del mundo a convertirse en la más innovadora!”
Buena parte de la trasformación que ha vivido esta urbe, que antes fuera epicentro del tráfico de cocaína, se debe a Sergio Fajardo, antiguo alcalde de Medellín y líder de un movimiento político ciudadano que se propuso frenar el declive que vivía la ciudad. En 2004, Fajardo introdujo un plan de desarrollo sustentable que se centraba en la educación, la construcción de espacios públicos y la mejora del transporte.
Una entidad que ha sido vital en el debate y los primeros pasos transformadores hacia ciudades más sustentables en Colombia es Centro Nacional para una Producción Más LimpiaEnlace externo (CNPML), nacido en Medellín durante este proceso de transformación. Y uno de sus principales pilares de apoyo es la Secretaría de Estado de EconomíaEnlace externo (Seco).
La presencia de Seco
El CNPML es un organismo autónomo que brinda servicios de asesoría y soporte técnico a las autoridades locales, regionales y nacionales, así como a entidades del sector privado, para el desarrollo de proyectos de producción sustentable.
«El apoyo de Seco ha sido fundamental», reconoce a swissinfo.ch Carlos Arango, director ejecutivo del CNPML. “Ha sido el respaldo más importante que hemos tenido durante los últimos 17 años en materia de cooperación internacional”.
Todo comenzó, recuerda Arango, con la Cumbre de la Tierra que se celebró en Río de Janeiro en 1992. En este foro el Instituto Federal de Investigación para la Ciencia de los Materiales y la TecnologíaEnlace externo (EMPA) de Suiza asesoró al Ministerio colombiano de Medio Ambiente en cómo fomentar la protección ambiental y la producción sustentable.
“Al gobierno se le ocurrió crear un centro para producción limpia y Suiza aceptó respaldarle”, apunta Arango.
En un principio, Seco ofrecía apoyo institucional y formación técnica. “Esto permitió al centro ir ganando capacidades, pero también una buena reputación. El gobierno suizo siempre ha respetado las necesidades colombianas, el contexto del país y nos ha brindado todo su apoyo”.
Christian Sieber, director de Seco en Colombia, recuerda que esta nación es uno dos estados latinoamericanos con ingresos medios que Suiza aún considera “países prioritarios”. Se trata naciones que poseen un “marco macroeconómico sólido, pero en las que prevalecen una serie de desafíos que exigen transferencia de tecnología y de conocimientos».
Desde 2006, la asistencia de Seco se centra en proyectos específicos. Los más importantes ahora son un programa de reciclaje de basura electrónica (teléfonos móviles, ordenadores, etcétera) y una línea de crédito ambiental.
El conocimiento y soporte técnico de EMPA facilita el trabajo de coordinación que realiza el CNPML a escala nacional en el reciclaje electrónico. El centro trabaja directamente con el gobierno y el sector privado en el procesamiento de la basura electrónica, pero también ayuda a definir los criterios que deben respetarse en la producción e importación de estos productos. Además, asesora en la formulación de leyes para mejorar el reciclaje de este tipo de desechos.
En el caso de la línea crediticia ‘verde’, el CNPML está a cargo de realizar un análisis técnico de la viabilidad de los objetivos que se fijan las inversiones de corte medioambiental, anota Sieber.
Carlos Cadavid, subdirector del CNPM, explica que el organismo suizo ayuda también a identificar fuentes de financiación, los instrumentos financieros más propicios para un proyecto, y a evaluar la viabilidad del lugar en el que se propone desarrollar los proyectos, para maximizar el potencial económico.
Actualmente, la línea de crédito ‘verde’ involucra a dos de los principales bancos del país, Bancolombia y Banco de Bogotá. Y las empresas colombianas que invierten en tecnologías sostenibles pueden pedir un cierto reembolso financiero si las inversiones que propusieron cumplen con los objetivos ambientales que se fijaron.
Más apoyo suizo
Debido a su ubicación y sus contactos locales, el CNPML se ha volcado en muchos otros proyectos medellinenses. Ofreció, por ejemplo, formación técnica durante la expansión del sistema de transporte conocido como ‘Metro de MedellínEnlace externo’ (Tren metropolitano del Valle de Alburrá).
Y en colaboración con la firma Grütter ConsultingEnlace externo de Basilea, desarrolló un método único para medir la reducción anual de emisiones de gases de efecto invernadero en Colombia que se deriva de la operación del ‘Metrocable’. De hecho, este método ha permitido concluir que la emisión de CO2 se está reduciendo en 19.000 toneladas anuales gracias al funicular ‘Metrocable’.
“La cooperación con Suiza también ha permitido la creación de redes y la transferencia de conocimiento, facilitando la existencia de proyectos encabezados por empresas, universidades y especialistas suizos”, refiere Cadavid.
Uno de ellos está a cargo de myclimateEnlace externo, grupo de Zúrich especializado en el desarrollo de proyectos climáticos, que trabajó con el CNPML en el desarrollo del teleférico. Tras evaluar los beneficios sociales y medioambientales que tendría el proyecto, myclimate decidió ‘comprar’ emisiones de CO2 para revenderlas después como créditos de carbono.
Los créditos o bonos de carbono son un mecanismo internacional que busca reducir las emisiones contaminantes. Por cada bono de carbono comprado una empresa adquiere el derecho a emitir una tonelada de dióxido de carbono.
Kay Landwehr, miembro de myclimate, afirma que comercializar este proyecto en Suiza fue fácil. “Puedes ver los beneficios de inmediato en términos de transformación del paisaje de la ciudad. Fue definitivamente un proyecto muy atractivo”.
Por otra parte, desde 2013 Seco financia un programa piloto para construir una central térmica en La AlpujarraEnlace externo, un gran complejo de edificios que datan de los años 80, que promete un alto beneficio medioambiental.
La utilización de agua refrigerada por gas y energía eléctrica evitará el uso de aire acondicionado en cinco de los principales edificios públicos de La Alpujarra. Un sistema barato y amigable con el medioambiente.
Este proyecto, pionero en Sudamérica, permitirá mejorar un 30% la eficiencia energética en dichos edificios, al prescindir de las sustancias que dañan la capa de ozono y que suelen utilizarse en los sistemas convencionales de aire acondicionado.
Pese a los avances en materia de sustentabilidad, Colombia vive una encrucijada entre la necesidad de seguir creciendo y aprovechar los recursos naturales no renovables –como el petróleo, el carbón o el oro- y una sensibilidad medioambiental cada vez más desarrollada, destaca Cadavid. Pero “sin dinero, la protección del medioambiente no es posible”, advierte.
Los que nadie quería tocar
En Medellín, los sucesores de Fajardo decidieron mantener el impulso del cambio sustentable. David Escobar, quien trabajara en la planeación del nuevo rostro de Medellín con Fajardo y los alcaldes posteriores, explica que dar continuidad a los proyectos públicos de transformación de la ciudad algunas veces ha implicado institucionalizarlos vía la privatización.
Un esfuerzo que rindió frutos, pues en 2013 la organización sin ánimos de lucro ‘Urban Land InstituteEnlace externo’ reconoció a Medellín como la ciudad más innovadora del mundo.
En la actualidad, mencionar los tiempos de terror del reinado del narcotraficante Pablo Escolar es algo que genera incomodidad entre los orgullosos habitantes de Medellín. Si bien no se han abatido por completo problemas como el consumo interno de drogas y las riñas entre pandillas, indicadores clave como la tasa de asesinatos ha caído un dramático 80% de esos tiempos a la fecha.
Hoy, en una jornada común, los habitantes del antiguo barrio violento de Santo Domingo se dirigen respetuosamente a las taquillas para adquirir los billetes del ‘Metrocable’, mientras los vendedores callejeros ofrecen comida en las aceras. Los niños juegan a la pelota en el parque y los estudiantes se vuelcan sobre las pantallas de ordenadores ubicados en una biblioteca pública de gran belleza arquitectónica.
«Dejamos de ser los que nadie quería tocar. Ya no somos conocidos por nuestros problemas. Somos una ciudad reconocida porque ha resuelto sus problemas y porque está haciendo cosas especiales”, dice Escobar.
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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