La Expo, lista para satisfacer la curiosidad de millones de visitantes
Tras el escándalo, la polémica y los retrasos, la Exposición Universal abre finalmente sus puertas este viernes para convertirse en el mayor punto de reflexión y encuentro sobre el tema de la alimentación. Con su pabellón, Suiza pretende sensibilizar a los consumidores sobre el cuidado de los recursos alimenticios.
La Expo 2015Enlace externo comienza, aunque algunas obras apenas quedarán concluidas en las próximas semanas y diversas instalaciones no pudieron ser terminadas por razones de ‘timing’. A partir de este primer día de mayo, 145 países, tres organizaciones internacionales y 13 organizaciones de la sociedad civil intentarán responder a las grandes preguntas planteadas por los organizadores: ¿Cuál es la forma de garantizar una alimentación sana y suficiente para una humanidad que crece a un ritmo más rápido que los recursos disponibles? ¿Cómo lograrlo sin descuidar la salud del planeta?
Expo Milán 2015
En la Exposición Universal de Milán, (01.05-31.10) se espera la visita de 20 millones de personas, incluyendo dos millones de Suiza. Cerca de 10 millones de entradas han sido vendidas.
El tema de la Expo 2015 ‘Alimentar al planeta – Energía para la vida’, tiene como objetivo abordar los problemas de la nutrición de los seres humanos: en la actualidad más de 800 millones de personas padecen hambre en el mundo y, por otro lado, muchos más sufren las consecuencias de comer en exceso o de modo insano.
La Expo ha invitado a los países participantes a presentar su experiencia en las áreas de agricultura, producción de alimentos e investigación científica y a proponer modelos de desarrollo sostenible para asegurar a toda la humanidad la nutrición sana y suficiente.
Para saber cómo no se debe hacer, basta echar un vistazo a los suburbios postindustriales de Milán, alrededor de la exposición: los campos y arrozales fueron sustituidos por refinerías y fábricas, después, por zonas industriales en desuso, terrenos contaminados, cobertizos, almacenes, oficinas y hoteles. En ese paisaje, entre dos carreteras y una cárcel, el recinto ferial aparece como un oasis de verdor y creatividad, en el que los participantes pueden intercambiar ideas, innovaciones y habilidades para buscar patrones de desarrollo que garanticen, a futuro, un mejor equilibrio entre la producción de alimentos, las necesidades nutricionales y la explotación de los recursos naturales.
Incluso la exposición lineal contrasta con el entorno desordenado. Los organizadores se inspiraron en el Castrum, el campamento romano en forma de cruz. El Decumano, una avenida cubierta, de un kilómetro y medio de longitud, conduce a los pasillos de los espacios de las zonas de exposición de unos sesenta países. Esta arteria cruza con el Cardo, una avenida de 350 metros, donde se encuentran los pabellones destinados a las regiones italianas. Otros países se unieron en nueve pabellones dedicados, de modo colectivo, a temas comunes sobre el arroz, el cacao y el chocolate, el café, las especias y las frutas y las legumbres.
«Educación lenta»
En todos estos ámbitos, los participantes competirán para despertar el apetito de más de 20 millones de visitantes de la Expo. El objetivo: ofrecer la más rica variedad gastronómica del mundo. Y, sobre todo, declinar en todas sus posibilidades el tema central al que se dedica la Expo: ‘Alimentar al planeta – Energía para la vida’.
Los organizadores proponen cinco capítulos al respecto: la relación entre el hombre y la comida en la historia, el placer del paladar como un instrumento de conocimiento, la paradoja entre la abundancia y la escasez de alimentos en el planeta, el futuro de la alimentación y el empoderamiento de los productores y consumidores.
Este último hilo temático también es seguido por el pabellón suizo ‘Confooderatio Helvetica’, cuya meta es aumentar la conciencia pública sobre la importancia del consumo responsable, a través de cuatro torres llenas de agua, sal, café y rebanadas de manzana. Los visitantes podrán hacer uso de estos recursos a su antojo, pero serán conscientes del hecho de que las torres ya no deben rellenarse.
«Queremos ofrecer una especie de ‘educación lenta’, es decir, hacer que los visitantes piensan sobre su relación con el consumo y los residuos, a sabiendas de que en la actualidad un tercio de los alimentos termina en la basura. Con estas torres se busca transmitir un mensaje sobre la responsabilidad personal y la solidaridad, esenciales para garantizar el desarrollo sostenible no solo en Suiza, sino también en los países que se enfrentan a problemas graves de suministro alimenticio», comenta Nicolas Bideau, director de Presencia SuizaEnlace externo, el ente del Ministerio de Asuntos Exteriores responsable de la participación de Suiza en manifestaciones de alcance global.
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Vistazo al pabellón de Suiza
Entre innovación y tradición
Presencia Suiza ha tenido que abandonar la idea original de ofrecer en sus torres chocolate, queso y otras delicias de la gastronomía suiza, que no iban a soportar el verano de Milán. Pero, según Nicolas Bideau, «los productos seleccionados simbolizan los valores de Suiza, una mezcla de innovación y tradición.» Las manzanas recuerdan la biodiversidad y el papel de la agricultura en la protección de las zonas rurales. La sal sirve para ilustrar las iniciativas encaminadas a reducir el consumo y la promoción de la salud de la población. El agua potable, disponible en todas partes en Suiza, pone de relieve la cultura de un país que quiere salvaguardar su patrimonio natural.
A raíz de las críticas formuladas por los políticos y las organizaciones no gubernamentales, los responsables del Pabellón Suizo han reducido el espacio reservado para Nestlé. En la torre de agua, en lugar de botellas de la multinacional suiza, se ofrecerá agua potable de la falda freática local. A Nestlé se le confió la torre de café.
«Queremos mostrar la diversidad de Suiza en el campo de la nutrición. Y esta diversidad no está representada solamente por la agricultura ecológica, sino también por la industria alimentaria», comenta Bideau. «Suiza, sin materias primas, es un país condenado a innovar y el café es un buen ejemplo de esta capacidad creativa. Hoy en día, las exportaciones suizas de café son incluso superiores a las del chocolate o el queso».
Espacio abierto
Desde el punto de vista arquitectónico, el pabellón suizo no brilla por su originalidad. Desde el exterior, las torres podrían parecer las oficinas administrativas de la Expo. Y en el interior, las paredes con cajas de comida perfectamente alineadas no dejan gran espacio a la imaginación. Un pabellón, que en su conjunto resulta muy racional.
«Es Suiza somos racionales y podemos cambiar fácilmente nuestro estilo. Pero estamos preparando varios proyectos para dar un toque de irracionalidad y un poco de más calor a nuestra propuesta», señala Nicolas Bideau. «La belleza del pabellón reside en el hecho de ser creativo y educativo, particularmente abierto al público y a cualquier iniciativa.» En la plataforma hay más de 300 manifestaciones planificadas para los próximos seis meses, incluyendo jornadas especiales, exposiciones de socios y de organizaciones no gubernamentales, conferencias, conciertos y presentaciones de las especialidades culinarias suizas.
Pabellón Suizo
La participación de Suiza en la Expo Milán 2015 está a cargo de Presencia Suiza, el ente del Ministerio de Asuntos Exteriores encargado de promover la imagen de Suiza en el extranjero.
El Gobierno y el Parlamento de Suiza han concedido un crédito de 23,1 millones de francos suizos para el Pabellón ‘Confooderatio Helvetica’, de los cuales 8 millones son financiados por patrocinadores públicos y privados: cantones, ciudades y empresas.
El corazón del pabellón se compone de cuatro torres de cristal y madera que contienen comida suiza. Las torres podrán volver a utilizarse al final de la Expo.
Junto a estas construcciones hay un edificio que alberga un restaurante, un auditorio para conciertos y conferencias, puestos de información y áreas de visualización para los socios y organizaciones interesadas.
Traducción del italiano: Patricia Islas
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