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La herencia suiza en la Costa de la Muerte

Cafeteria Montreux en A Piroga, municipio de Vimianzo, en la Costa de la Muerte. Xurxo Martínez Crespo

La comarca gallega de la Costa de la Muerte, en el noroeste de España, ha sido y es la región ibérica con mayor proporción de emigrantes en Suiza.

Esta zona tan accidentada y aislada, bañada por las aguas del Atlántico, tiene en su ADN una fuerte tradición migratoria que primero se dirigió a América Latina, luego a Suiza y en los últimos años a las islas Canarias.

Debido a este constante trasiego, las influencias helvéticas están claramente visibles en este lugar de Galicia, perteneciente a la provincia de A Coruña.

Actualmente unas 7.000 personas de la Costa de la Muerte residen en Suiza, lo que supone un 10% del total de la colonia española.

En casi todas los pueblos y calles de la zona abundan las referencias visuales relacionadas con la Confederación. Desde bares, a restaurantes o talleres mecánicos adoptaron nombres de ciudades suizas como Berna, Basilea, Zúrich, Lausana o incluso Zug. Santiago Garrido, periodista del diario regional ‘La Voz de Galicia’ explica a swissinfo.ch que esto es debido a que los emigrantes retornados de Suiza, con el dinero ahorrado allí, querían honrar al país poniendo nombres suizos a sus negocios.

“Suiza está constantemente presente en los habitantes de esta comarca, en las conversaciones de comidas y reuniones familiares. Es una cuestión física y moral patente en muchos detalles. Es imposible que de las 120.000 personas que viven en la comarca no haya nadie que no tenga nadie directamente relacionado con Suiza: padres, abuelos, hermanos, tíos o vecinos. Es por ello el país más presente en la Costa de la Muerte, con lo que se trata de una cuestión antropológica”, cuenta Garrido.

De hecho, a esos emigrantes que buscaban un futuro mejor en Centroeuropa eran llamados «los suizos», a diferencia de los que optaban por América.

Arquitectura, progreso y urbanidad

La arquitectura de la comarca, en especial la de los años 80, imitaba mucho el estilo suizo: casas con tejados altos, ventanas y techos de dos aguas para hacer frente a la nieve -poco frecuente en Galicia- o las cornisas de madera son los elementos más significativos. Los coches que los emigrantes compraban en Suiza y rematriculaban a su retorno a España, suponen otro ejemplo de esta herencia.

“Además, gracias al dinero que ganaron en Suiza pudieron ofrecer muchas más posibilidades económicas para que miles de personas -los hijos de los emigrantes- pudieran estudiar o establecer negocios para poder prosperar”, indica Garrido a swissinfo.ch en Carballo, la capital de la comarca.

Asimismo, los retornados aprendieron en Suiza cuestiones de urbanidad que exportaron a Galicia como el comportamiento, los horarios, el respeto, el orden, la disciplina del trabajo.

Perfil del retornado

El perfil del emigrante retornado de Suiza en esta zona del norte de España corresponde, en su mayoría, a gente de más de 50 años que consiguió ahorrar y construir una casa en el terreno de su familia, una idea “marcada en la sangre”, que tenía su coche comprado en Suiza y con hijos mayores que en ocasiones permanecían en la Confederación.

Al retornado tipo le queda poco para jubilarse y vuelve con ahorros, inversiones o un negocio para mantenerse hasta la hora de cobrar la pensión suiza de jubilación.

“Tienen la vida arreglada y desean jubilarse en su casa y disfrutar. Son más raros los casos de retornados más jóvenes, y de estos últimos muchos de ellos desean regresar de nuevo a Suiza, debido a la crisis económica que azota España. Según Garrido, esta ida y vuelta supone “un fenómeno muy reciente que es el del retornado-retornado. Algo que se da entre los últimos cinco y tres años. Son gente joven que decide volver a Galicia para montar un negocio o buscar un porvenir pero fracasa”.

A pesar de no ser una cuestión muy tratada, Garrido señala que habitualmente retornan a España más personas de la Suiza de habla alemana que la de la francófona, en especial por el idioma, el carácter y la forma de ser de los habitante de esta parte del país.

Segundo Pilar

Los acuerdos bilaterales entre Bruselas y Berna fijaron el 31 de mayo de 2007 como la fecha límite para que los trabajadores extranjeros radicados en Suiza pudieran retirar de una vez los recursos que aportaron a las cajas de pensiones privadas helvéticas (conocidas como Segundo Pilar) aunque no hubieran llegado a la edad de jubilación.

Los que no regresaran a España antes de la fecha límite tendrían que esperar a jubilarse para cobrar las cantidades cotizadas. Aunque esta medida no se llevó a cabo finalmente por los acuerdos suscritos entre España y Suiza, fue un detonante para acelerar el retorno de muchos emigrantes.

“Fue el retorno más fuerte, entre 2006 y 2008 fue una cosa bestial, espectacular. Ahora el retorno ha bajado mucho. Incluso los centros gallegos y españoles en Suiza quedaron despoblados. Al final fue una casualidad ya que coincidió con la edad de la gente, muchos con más de 50 años, a los que les sirvió de espoleta para volver a su tierra. Ellos querían siempre regresar y aprovecharon este momento para hacerlo. Eran personas que, sobre todo, habían emigrado en la década de los 70, cuando tenían apenas 20 años”, concluye Garrido.

El retorno en mente

Lo que es una constante de los emigrantes gallegos es la idea del retorno. Prácticamente todos, salvo excepciones, fueron a Suiza por un lapso determinado hasta que pudieron ahorrar, hacer frente a gastos en su tierra y asegurar el futuro de sus hijos. Algunos se fijaron 10 años y otros 20. Las estadísticas españolas dicen que de los 80.000 gallegos que hubo en Suiza, volvieron un total de 50.000.

Sin embargo, siempre hay gente que va y vuelve, que pasan varios meses en España y otros en Suiza, o que conservan la residencia en la Confederación por motivos sanitarios.

De acuerdo con el Instituto Español de Emigración (IEE), entre 1959 y 1973, un millón de españoles emigraron a otras naciones.

En Suiza, los españoles encontraron trabajo en actividades como la industria o la construcción.

En 1957 eran sólo 2.700 españoles los que habitaban en Suiza, pero para 1965 la cifra había alcanzado los 55.000.

En 1974 había en Suiza un total de 176.635 españoles, según la Oficina Federal de Migraciones, la mayor cifra registrada. A partir de 1996 la colonia española en Suiza empezó a bajar de los 100.000.

En septiembre de 2010 había en Suiza 72.291 españoles, según el censo electoral de españoles residentes en Suiza (CERA), el 40,6 % de Galicia, con 29.092 residentes.

Retornados españoles de Suiza. Bajas consulares

3.821 personas en 2005, 4.068 en 2006, 3.942 en 2007, 1.784 en 2008 y 1.536 en 2009.

En total, 15.151 personas retornaron a España desde 2005 hasta 2009.

El conglomerado de inmigrantes españoles que llegó a Suiza con el franquismo tenía una peculiaridad: 68% venía de Galicia, según datos del Ministerio del Trabajo de España.

Galicia, región ubicada al noroeste de la Península Ibérica, era una de las más pobres del país en aquel periodo.

La mayoría de la población vivía aún del campo y las explotaciones agrarias tendían a desaparecer, la industria tenía problemas para su expansión porque era una zona cuyo abastecimiento energético avanzó con lentitud, y la población sufría un poder adquisitivo entre 35 y 40% menor que el resto del país. La falta de infraestructuras de transporte también era una constante en Galicia.

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