La violencia juvenil no es un «problema importado»
Incidentes entre jóvenes se producen casi todos los fines de semana en Suiza. Con frecuencia se imputan a extranjeros. Un estudio aporta nuevas conclusiones sobre este viejo problema.
El criminalista Martin Killias ha realizado una encuesta sobre la violencia en los países del sureste de Europa con una metodología aprobada en Suiza. El resultado evidencia que el nivel de delincuencia juvenil es, en comparación, mucho más bajo allí.
Actos violentos de jóvenes se producen con creciente frecuencia y escandalizan al público. No siempre, pero cada vez más, se ponen en relación con el denominado «problema balcánico». Las estadísticas parecen afianzar esta hipótesis: jóvenes procedentes de los Balcanes incurren en delitos más a menudo que los suizos.
Conviene, sin embargo, matizar un poco este dato. En los países afectados, los jóvenes suelen vivir en estructuras familiares y sociales totalmente diferentes. Este contexto explica que el número de incidentes violentos sea muy inferior en esos países en comparación con Suiza, de manera independiente a la pobreza o las secuelas de las guerras que allí tuvieron lugar.
Martin Killias, criminalista y profesor de Derecho Penal de renombre internacional, corrobora estos hechos por primera vez con cifras exactas. Su análisis invalida la hipótesis que sostiene que la criminalidad es un «problema importado».
swissinfo: ¿Se han vuelto más violentos los jóvenes en Suiza?
Martin Killias: Sí. Sin embargo, los delitos de menor cuantía, como peleas, conducir sin permiso o robos en tiendas, no se han incrementado, al contrario, han incluso disminuido. Pero las heridas y las agresiones graves, incluidas las sexuales, han aumentado.
swissinfo: ¿Tiene Suiza, desde el punto de vista de la violencia juvenil, el mismo nivel de criminalidad que los países vecinos?
M. K.: En cuanto a la juventud como categoría, aún no puedo proporcionar datos firmes. En cuanto a la criminalidad en general, la delincuencia ha crecido de manera notable en Suiza en los últimos veinte años. En esta materia se sitúa hoy en el mismo nivel que los países vecinos.
swissinfo: ¿Cuáles son las razones para esta violencia, en particular, la de los jóvenes extranjeros?
M. K.: Es verdad que los jóvenes de familias inmigradas suelen cometer más actos reprensibles, no tanto en los delitos más frecuentes, sino en la categoría de los delitos violentos de alta gravedad. No obstante, la hipótesis de la «violencia importada», la sospechosa habitual, no convence realmente.
Gracias al apoyo del Ministerio de Exteriores hemos efectuado estudios comparativos sobre la delincuencia juvenil en Bosnia-Herzegovina y en otros países, con las mismas bases en cuanto a metodología, cuestionarios y procedimientos que hemos aplicado en Suiza.
En el caso de Bosnia, por ejemplo, el nivel de la violencia juvenil es mucho más modesto que en Suiza. Este resultado nos sorprendió mucho porque rebate la tesis popular que sostiene que con la llegada de los jóvenes ciudadanos de los Balcanes, en cierto modo, se importó la cultura de la violencia.
El resultado sorprendente no disimula de ninguna manera la existencia de la delincuencia perpetrada por ciudadanos extranjeros en Suiza, pero lo que hace es desligar la interdependencia causal entre comportamiento y origen del grupo social en cuestión.
De ello se puede colegir que el problema de la violencia en Suiza es más ‘casero’ de lo que pensábamos hasta hace poco. Obviamente, estos jóvenes crecen aquí de otra manera que en sus países de origen. Sus actividades recreativas en el tiempo de ocio son distintas.
swissinfo: Esos inmigrantes pertenecen con frecuencia a las capas sociales más pobres. ¿Es válida la tesis de que en sus países de origen tienen una noción del ocio diferente a la nuestra?
M. K.: Los suizos alientan a sus niños de manera implícita a practicar deporte o a tocar música, o los familiarizan con otros pasatiempos útiles. Los padres de esos jóvenes extranjeros no están preparados para ello. Por eso, sus hijos pasan el tiempo delante de la tele o del ordenador, o salen a la calle. Allí es donde empiezan los problemas.
Antaño, en la Suiza rural tampoco se conocían las ‘hobbies’. La generación de nuestros abuelos, al regresar del colegio, tenía que poner manos a la obra en el establo y luego irse a la cama. Los niños tuvieron que ayudar en casa. Sin embargo, los suizos de aquella época no solían emigrar.
swissinfo: O sea, partiendo de estas premisas, ¿se puede decir que ya poseemos la solución para solventar el problema de la delincuencia juvenil?
M. K.: Sí, creo que sí. Se debería alentar más a los jóvenes de familias inmigradas a practicar actividades asequibles y adecuadas.
swissinfo: Los partidos políticos proponen soluciones para luchar contra la criminalidad, aunque casi nunca apuntan hacia esta dirección. La derecha política exige la extradición, la izquierda pide la integración.
M. K.: No es mi deber proponer soluciones a la política. Las extradiciones no son siempre medidas erróneas de por sí, pueden ser incluso razonables en algunos casos. Hay que debatir sobre las sanciones apropiadas del Derecho Penal Juvenil. Éstas, sin embargo, no atañen el «problema balcánico» de forma directa.
En este caso sería más conveniente tratar de ocuparse de las actividades que estos jóvenes practican fuera de la escuela.
swissinfo: ¿Qué opina usted de la represión?
M. K.: Nuestro Derecho Penal Juvenil se estableció en una época en la que los menores de 15 años de edad aún no solían infringir la ley. Hoy, en cambio, este grupo de edad sí delinque, pero no disponemos de sanciones. Más represión didáctica, es decir, poner límites, puede cambiar mucho.
swissinfo: ¿Y los padres, qué es lo que hacen mal?
M. K.: No estoy de acuerdo en que se culpe siempre a los padres. Los padres no pueden educar a sus hijos fuera de las estructuras existentes. En una sociedad estructurada al ritmo de las 24 horas, en la que los autobuses públicos circulan hasta las 3 de la madrugada, las posibilidades para imponer medidas represivas en casa son mucho más limitadas ya que los adolescentes no suelen regresar a casa antes de las 2 de la mañana, en lugar de las 11 de la noche.
Antes, los transportes públicos dejaban de circular desde las 23 horas. El problema se resolvía de esta manera desde el punto de vista educativo. Si un chaval o una chica perdía el último tren, corría el riesgo de quedarse fuera y coger frío, porque tenía que esperar hasta las seis de la mañana para volver a tener un tren. No le quedaba otro remedio.
A lo mejor deberíamos reconsiderar la funcionalidad del sistema de las 24 horas que rige nuestra sociedad. Pero eso tampoco tiene algo que ver con el «problema de los Balcanes».
Entrevista swissinfo, Alexandre Künzle
(Traducción del alemán: Antonio Suárez Varela)
Nació en 1948 en Zúrich. Desde el 2006, ocupa la Cátedra de Derecho Penal y de Criminología de la Universidad de Zúrich.
Estudió Derecho y Sociología en Zúrich.
Tras la obtención de su cédula de abogado en 1980, trabajó en la ‘State University’ de Nueva York, en Albany.
De 1982 a 2006, fue profesor e investigador en la Universidad de Lausana, y dirigió el Instituto de Criminología y de Derecho Penal.
Martín Killias asiste con frecuencia como profesor invitado a diversas universidades, y como experto en Criminología y Derecho Penal, a la ONU y al Consejo de Europa.
En 2001, fue miembro fundador y primer presidente de la Sociedad Europea de Criminología.
Martín Killias es también juez suplente extraordinario en el Tribunal Federal desde 1984.
La criminología es un campo de investigación interdisciplinaria que reúne a la sociología, la filosofía, la pedagogía, la psicología, la etnología y el derecho.
Los criminólogos estudian las causas, las formas y las posibilidades de prevención de los actos criminales.
La criminología no debe ser confundida con la criminalística. La primera reúne los conocimientos sobre las causas y las formas de la criminalidad, la segunda plantea preguntas concretas sobre la prevención de los crímenes y la lucha contra éstos, lo mismo que sobre la resolución de los delitos.
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