Las consecuencias tras las revelaciones sobre abusos sexuales de la Iglesia católica suiza
Una investigación oficial sobre la Iglesia Católica Romana en Suiza ha identificado más de 1.000 casos de abusos sexuales desde 1950. El Vaticano también ha ordenado una investigación sobre altos clérigos católicos suizos. Analizamos las consecuencias de las alarmantes revelaciones que han tenido lugar esta semana y que han puesto a la Iglesia en el punto de mira.
Un exhaustivo estudioEnlace externo sobre los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos y otras personas en Suiza, encargado por la Conferencia Episcopal Suiza y dirigido por dos historiadores de la Universidad de Zúrich, ha revelado esta semana más de 1.000 casos desde 1950, incluyendo acusaciones contra 510 personas. Salvo contadas excepciones, los acusados eran varones. Más de la mitad de las víctimas eran hombres o niños, y tres cuartas partes de los documentos mostraban que los abusos sexuales implicaban a menores.
Más de la mitad de los casos se produjeron durante la atención pastoral y alrededor del 30% en lugares como escuelas, hogares e internados. Algunos incidentes tuvieron lugar durante confesiones o consultas. Los investigadores descubrieron que muchos casos fueron «ocultados, encubiertos o minimizados».
«Los funcionarios eclesiásticos trasladaban sistemáticamente a clérigos acusados y condenados, a veces incluso al extranjero, en un esfuerzo por evitar el enjuiciamiento penal secular y garantizar la reasignación de los clérigos», afirmaron. «Al hacerlo, los intereses de la Iglesia católica y de sus dirigentes se anteponían al bienestar y la protección de los feligreses».
Los investigadores de Zúrich analizaron miles de páginas de documentos recopilados por las autoridades eclesiásticas. Sin embargo, la fuente de información no siempre era clara. En algunos casos, los documentos habían sido destruidos para encubrir presuntas irregularidades.
Además, añadieron que la embajada de la Santa Sede en Suiza les había denegado la solicitud de acceso a sus archivos y que hubo «grandes obstáculos» para consultar los archivos del Vaticano.
Ahora, estos expertos de Zúrich cuentan con otro millón y medio de francos suizos (1,68 millones de dólares) para proseguir la investigación hasta 2026.
Se inicia una investigación sobre clérigos católicos suizos vinculados a abusos
Sólo dos días antes de la publicación del informe, la Conferencia Episcopal Suiza anunció una investigación ordenada por el Vaticano sobre clérigos católicos de alto rango en Suiza en relación con abusos sexuales. Según el comunicado, hay acusaciones contra varios obispos en activo y jubilados, así como contra otros clérigos, por su gestión de los casos de abusos.
En concreto, se les acusa de encubrir casos de abusos. También hay acusaciones de que algunos cometieron -ellos mismos- agresiones sexuales en el pasado. Los medios de comunicación han informado que el Vaticano recibió una carta con las acusaciones en mayo y posteriormente nombró al obispo suizo Joseph Bonnemain para dirigir una investigación sobre sus hermanos.
Los líderes católicos suizos emiten mea culpas
Desde que se conoció la noticia, altos dirigentes católicos de todo el país han llevado a cabo actos de prensa o emitido declaraciones para aclarar sus posiciones, pedir disculpas, anunciar la presentación de denuncias penales contra los sospechosos o prometer cambios.
«Como instituciones eclesiásticas, tenemos una gran responsabilidad», informó la Conferencia Episcopal Suiza. Los miembros de la jerarquía eclesiástica «deben afrontar esa culpa» y las consecuencias necesarias, añadieron.
Las primeras revelaciones sobre casos de abusos en el seno de la Iglesia Católica llegaron de Estados Unidos. En 1985, el Informe Doyle demostró que la archidiócesis de Boston había gastado 10 millones de dólares en encubrir casos de abusos. Los periodistas del Boston Globe revelaron más tarde un elaborado sistema de encubrimiento. Tras la protesta, la Iglesia católica estadounidense encargó un estudio independiente que identificó 10.667 posibles casos de abusos y 4.392 acusados entre 1950 y 2002.
En Irlanda, el caso de 1995 de un sacerdote que abusó de 90 niños causó indignación. En 1997, el gobierno aceptó su responsabilidad en los casos de abusos sistemáticos en instituciones eclesiásticas. En 2002, se llevó a cabo una investigación oficial. Siguieron otras investigaciones en diócesis y hogares.
En 2002, la Iglesia Católica alemana respondió a los escándalos de EE.UU. e Irlanda publicando directrices para abordar los abusos sexuales. Sin embargo, no fue hasta que los periodistas revelaron los abusos en un colegio jesuita de Berlín en 2010 que se revisaron los archivos y los expedientes personales. En 2014, se encargó un estudio independiente que identificó a 1.670 sospechosos y 3.677 víctimas.
Después de que en 2016 salieran a la luz casos de abusos en Francia, obispos y congregaciones religiosas encargaron un estudio independiente en 2018 que estimó entre 2.900 y 3.200 sospechosos y 330.000 víctimas desde los años 50.
Portugal publicó un informe independiente en 2021 que documentaba más de 4.800 casos de abusos por parte de clérigos y empleados de la Iglesia desde 1950.
En 2022, la Conferencia Episcopal Italiana proporcionó información limitada sobre las denuncias de casos de abusos. Aparte del informe de la organización de víctimas «Rete l’ABUSO», no ha habido ningún estudio independiente sobre las denuncias.
Los medios de comunicación han denunciado abusos en España también, pero no existe ningún procedimiento sistemático para documentar los casos. El diario nacional El País ha documentado alrededor de 1.000 casos desde 2018.
La mayoría de los países aún no han abordado los abusos cometidos por miembros de la Iglesia católica. El papa Francisco prometió más «transparencia» en la primavera de 2023.
Fuente: SRF
«Estamos comprometidos con un cambio de cultura dentro de la Iglesia», ha señalado Charles Morerod, obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo. Apoya las reformas propuestas, como nuevas estructuras institucionales para denunciar los casos, el control psicológico de los candidatos al sacerdocio y la prohibición de destruir documentos sobre casos de abusos.
Al parecer, Morerod está acusado, junto con Jean-Marie Lovey, actual obispo de Sion, de no intervenir ni hacer un seguimiento de los presuntos casos de abusos. Ambos no descartan dimitir. El miércoles, Morerod fue trasladado al hospital para ser operado.
Medidas más duras
«Llevamos diez años diciéndoles que hagan algo con los abusadores y no se ha movido nada. Lo que las víctimas necesitan oír hoy es que ‘hubo abusos y se van a sancionar’. Pero ahora mismo la Iglesia no sanciona a nadie», señaló a la televisión pública suiza RTS Sylvie Perrinjaquet, presidenta de CECAR, una comisión independiente de abusos sexuales.
Jacques Nuoffer, presidente del grupo suizo de apoyo a las víctimas SAPEC, lamentó que la estructura de la Iglesia «plantee un problema y ralentice todo». «Cada obispo es independiente y tiene todo el poder», afirmó.
Para garantizar cambios en la gobernanza interna, habría que dar más autoridad a los laicos dentro de la Iglesia, sostiene Laurent Amiotte-Suchet, sociólogo de las religiones de la Escuela de Ciencias de la Salud de Vaud. Es importante que las reivindicaciones populares lleguen a la «cúspide de la pirámide» para ayudar a transformar la institución a través de sus consejos religiosos, explica a RTS.
«Deberíamos también intentar hacer del sacerdote una persona corriente», añadió.
Nuoffer espera que las escuelas religiosas y los monasterios aprovechen ahora esta oportunidad para animar a las víctimas a presentarse y denunciar casos pasados de «comportamiento inaceptable». También le gustaría ver la creación de un centro nacional de llamadas para las víctimas, así como más recursos para la investigación de los aspectos legales, psicológicos y sociológicos que arrojen más luz sobre el problema de los abusos dentro de la Iglesia.
No obstante, reconoce que aún queda mucho trabajo por hacer. «Los exámenes psicológicos de los sacerdotes serían un paso en la buena dirección», informó a RTS. «Las medidas anunciadas por la Conferencia Episcopal Suiza deben afinarse. De momento, son sólo palabras. Tenemos que ver qué va a pasar. Entonces podremos desempeñar un papel de empuje, para que las cosas sean más claras y eficaces.»
Texto adaptado del inglés por Carla Wolff
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