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Los expatriados también tienen derecho

El sueño de una vida bajo el sol puede convertirse en pesadilla. RDB

Más de 30.000 personas salen cada año de Suiza. Sin embargo, no todas logran éxito en el extranjero. Aquellos que caen en situación de desamparo, sin embargo, pueden recibir prestaciones sociales desde Suiza o ser repatriados.

“Que yo sepa, somos uno de los pocos países que proporcionan asistencia social  de esa magnitud a sus ciudadanos en el exterior”, dice Sandro Monti, responsable de la Unidad de Ayuda Social para los Suizos en el Extranjero (ASE) de la Oficina Federal de Justicia. Por supuesto, otros Estados también ayudan a sus connacionales en situación de necesidad en el extranjero, pero en general es un apoyo a corto plazo”.

La ASE apoya anualmente entre 300 y 600 suizos expatriados con un monto total de entre 2 y 5 millones de francos. También financia entre 100 y 200 retornos a Suiza por año. Dado que más de 700.000 suizos viven fuera de las fronteras nacionales, se ofrece asistencia a cerca de un suizo expatriado por cada 10.000.

Desde 1973

Esta asistencia social para los expatriados es desde hace casi 40 años, asunto de la Confederación. En 1973, el Parlamento aprobó lo que ahora se llama la Ley Federal de la asistencia social y los préstamos concedidos a los ciudadanos suizos residentes en el extranjero. El gobierno de entonces justificó la necesidad de esta ley, dado que el derecho internacional no obliga a ningún Estado a ayudar a los suizos necesitados en su territorio.

“Las consideraciones humanitarias demuestran que es necesario ayudar a nuestros conciudadanos en el extranjero si no pueden obtener la asistencia necesaria del Estado de residencia o del sector privado”, declaró el gobierno de la época.

Antes de 1973, los cantones y las comunas asistían financieramente a sus conciudadanos, o les ayudaban a regresar a Suiza cuando se hallaban en situación de necesidad, fuera por razones de edad, enfermedad, desempleo o de crisis económica. Federalismo obliga, esas ayudas no eran las mismas. “No era raro que un suizo residente en el extranjero, originario de Zúrich, por ejemplo, obtuviera una ayuda diferente a la de su vecino, nativo de los Grisones”, dice Sandro Monti.

Estas diferencias, a veces importantes, siempre fueron consideradas como injustas. El establecimiento de una oficina central de la Confederación a cargo de las verificaciones y las prestaciones, representó también una simplificación administrativa, añadió Sandro Monti.

Integración necesaria

Los migrantes suizos en situación de necesidad solamente obtienen asistencia de Suiza si están integrados en el extranjero. Más concretamente, si lograron garantizar su propia existencia durante algunos años o si tienen vínculos estrechos con una persona del país de residencia (matrimonio, concubinato estable, hijos).

  

“Les ayudamos otorgándoles un ingreso mínimo vital en su país de adopción, donde ya tienen raíces”, explica Sandro Monti. Sobre todo porque si volvieran a Suiza, luego de pasar varios años en el extranjero, muchos de ellos también dependerían de las prestaciones sociales, lo que sería mucho más caro. “El costo financiero promedio es de unos 1.800 francos por mes en Suiza, contra 400 francos en el extranjero”, precisa.

La ASE se basa en principio en las directrices de la Conferencia suiza de instituciones de acción social. Las prestaciones difieren sin embargo, en función de las características del país de residencia y las cantidades son adaptadas al poder adquisitivo local.

Colaboración de representaciones diplomáticas

Para determinar si una persona tiene derecho al apoyo, la ASE cuenta con la ayuda de unas 155 representaciones diplomáticas suizas en el extranjero, que tienen contacto directo con los suizos en el terreno.

“También organizamos visitas a los hogares para comprobar si las solicitudes son admisibles. Y, si es necesario, podemos obtener aclaraciones y observaciones a través de una empresa privada”, dice Sandro Monti.

Alrededor de medio millón de suizos en el extranjero tiene la doble nacionalidad. No se otorga ninguna ayuda a aquellos en los que prevalece el derecho del país de residencia.  

Cabe señalar que los beneficiarios de la ayuda deben devolver los beneficios si su situación financiera mejora. Por ejemplo, puede suceder que una persona en el extranjero perciba luego una pensión de invalidez que puede ser relativamente elevada y que por lo tanto le permita reembolsar.  “A veces, el importe total de las restituciones llega a medio millón de francos al año”, indica Sandro Monti.

Asociaciones al rescate

En muchos países, los suizos que están en situación de desamparo pueden contar también con el apoyo de las organizaciones de expatriados. Solamente en Francia, donde se encuentra la mayor comunidad de suizos en el extranjero (180.000 personas) en el mundo, hay cerca de 50 asociaciones. La asistencia social también es parte de los objetivos de algunas de ellas.

En París, por ejemplo, la Sociedad Helvética de Beneficencia (SHB) se ocupa, desde 1820, de los suizos necesitados. “Actualmente, apoyamos  financieramente a unas cincuenta personas”, indica su presidenta, Madeleine Baker. “Para ello, trabajamos en estrecha colaboración con la Embajada de Suiza, que a menudo nos informa sobre casos que requieren asistencia social”.

El año pasado, la asociación contó a muchas personas sobre endeudadas entre sus clientes. En particular, una mujer sola y de edad avanzada que ya no podía pagar sus cuentas luego de las promesas de ganancias de una empresa dudosa.  “Teniendo en cuenta que el banco había bloqueado su tarjeta de crédito, de la noche a la mañana se encontró sin nada y no tenía suficiente ni para comer”, dice Madeleine Baker. Por suerte, los vecinos alertaron a la embajada que nos avisó a nosotros y nosotros pudimos arreglar las cosas”.

Más de veinte voluntarios trabajan para la SHB. Visitan a los enfermos o a las personas solas y les ayudan en sus tareas administrativas. “También contamos con un equipo de voluntarios que hacen visitas semanales al Hospital Suizo de París y que proponen a los pacientes libros de su propia biblioteca”, apunta.

En Tailandia, donde el número de suizos no cesa de aumentar, hay también desde hace algunos años una especie de línea directa de apoyo denominada Swiss Support Swiss. “No tenemos dinero y no damos dinero, pero ayudamos a  nuestros compatriotas en situación de necesidad a encontrar formas de superar la crisis”, dice Thomas Gerber, miembro fundador de ese servicio.

Más de 700.000 suizos viven en el extranjero (cifras de 2011), el 62% (unos 435.000) en Europa.

Las comunidades más grandes de suiza en el extranjero son Francia (26%), Alemania (11%), Estados Unidos (11%) e Italia (7%).

El número de suizos que viven en zonas remotas del mundo tiende a aumentar en los últimos años.

Cada año, unos 30.000 suizos abandonan el país, mientras que otros 25.000 vuelven.

En los últimos años, la tendencia a efectuar estancias temporales fuera de las fronteras nacionales ha aumentado, especialmente por negocios o por formación.

Tres cuartas partes de los suizos instalados en el extranjero están aún en edad de trabajar (18-65 años).

Traducción, Marcela Águila Rubín

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