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Los suizos en Chile realzan sus costumbres navideñas

Santa Claus en un centro comercial de Santiago.

Ya en octubre se podían comprar en Santiago atavíos navideños. Y a medida que se acerca el día de Navidad se venden abetos de plástico y otros adornos a precios rebajados.

Desde el 1º Adviento los vecinos tienen encendidas durante el día entero las bombillas coloradas del abeto de Navidad, a pesar de las campañas que propagan el ahorro energético. Y los suizos en Chile conservan las tradiciones de su tierra.

Gracias a una nueva ley, el horario de apertura de los negocios ya no se prolonga hasta las 23 horas de la noche. No obstante, los chilenos siguen corriendo por las calles a última hora para comprar sus regalos. Navidad es la fiesta del consumo más grande del año. Pagar se paga todavía en el año que viene, y los juguetes de marca se venden por kilo a precios ruinosos.

Cada año los Correos reciben cerca de 100.000 cartas dirigidas al ‘Viejo Pascuero’. Miles de chilenos eligen una de estas cartas para colmar uno de los muchos deseos, como una nueva muñeca, un balón para los chicos de la vecindad, un pollo cocido o un trabajo para el padre.

Velas navideñas de Migros

El suizo Eduard Wirth vive desde hace cuatro años con su esposa Eliane en Chile, mientras sus hijas y su nieto se quedaron Suiza.

No le molestan el ajetreo prenavideño ni el hecho de que ni siquiera la cadena de televisión católica solemnice el Adviento.

El año pasado los Wirth fueron invitados por los vecinos chilenos y escucharon incluso villancicos suizos. Este año se quedarán en casa para llamar por teléfono a sus familiares en Suiza.

Erna Schibli, presidenta de las ‘Damas Suizas’ en Santiago, adorna el abeto de Navidad cada año el 24 de diciembre con velas que su hijo trae de los almacenes suizos Migros. Le prepara su plato chileno preferido, el ‘Pastel de Choclo’, un guiso de maíz con pollo y carne picada asada al horno.

Un regalo por persona

En el Colegio Suizo de Santiago, el Club Suizo organizó para el alumnado la visita de ‘Samichlaus’ (San Nicolás) en lugar de una fiesta navideña. Roland Kägi, que ostenta el cargo de presidente desde hace muchos años, amasó con sus propias manos la masa para los ‘Gritibänze’ y ‘Chrätimänner’ (muñecos de pan dulce).

Desde que una vez se quedó dormido delante del horno y no se despertó hasta que olía a quemado, ya no volvió a hacer galletas de Navidad en los días calurosos de verano.

Celebra el día de Navidad en casa con su gran familia. «Adornamos el abeto y decoramos la mesa con motivos navideños. Cocinamos algo sabroso pero sin trabajar mucho. Sólo hay un regalo para cada uno».

Poco antes de que se acabara el año escolar en el Colegio suizo, swissinfo se reunió con los alumnos que todavía dominan el dialecto suizoalemán. Ya en el parvulario aprendieron a hacer galletas. A todos les gustan los ‘Mailänderli’, ‘Brunsli’ y los ‘Zimtsterne’ (estrellas de canela). Además saben tocar villancicos suizos con sus flautas dulces.

Navidades sin nieve

Alberto, que para las Navidades volverá definitivamente a Suiza, devorará desde luego los ‘Läckerli’, especialidad de Basilea. Laura y Moira tienen una madre chilena y crecieron durante un tiempo en Suiza. El día de Navidad lo celebran en casa donde se les servirá pavo asado, el típico plato navideño de Chile. Después irán a comer a casa de los parientes.

«Me gustaría tener un abeto de verdad en lugar de este árbol de plástico, y nieve de verdad como en Suiza», apunta Laura. «En casa de mis parientes se come demasiado y se exagera con los regalos. No hace mucho sentido celebrar las Navidades así.»

Y Sarah, que vive en Chile desde 2006, agrega: «Aquí ‘Samichlaus’ no puede entrar por la chimenea porque está amurallada, y la puerta de entrada posee un dispositivo de alarma.»

Laura le aconseja: «Tienes que esparcir tierra batida o arena delante de la puerta para descubrir las pisadas de ‘Samichlaus'».

Mientras que Sofía pasará la tarde de Navidad en la cocina, Alexandra viajará con su familia al litoral. A lo mejor tomarán la cena en el restaurante ‘El Pirata Suizo’ que pertenece a un tesinés.

Las tradiciones se mantienen vivas

Muchos suizos que viven en el extranjero mantienen vivas las tradiciones de su tierra: Natacha Pressacco, agregada cultural de la embajada, no se puede imaginar una Navidad sin la raclette o un abeto para los niños.

Pero los descendientes de los primeros colonizadores suizos en el sur, que entretanto ya han perdido la nacionalidad helvética, se aferran casi más a las tradiciones. Patricia Schifferli, por ejemplo, la secretaria de la Asociación de Descendientes Suizos en Victoria, recuerda que hacía la corona de Adviento, las galletas y los alajúes conforme a las recetas suizas de su abuela cuando sus hijos eran todavía pequeños.

«Quiero reanudar la tradición cuando sea abuela. Nosotros celebramos las Navidades en familia y tratamos de evitar el consumismo. Para cada miembro de la familia hay sólo un regalo debajo del abeto. Escuchamos música suiza, pero ya no somos capaces de vocalizar los típicos villancicos patrios.»

«Yo también solía hacer los bizcochos de Navidad con mi hija en el calor sofocante del verano chileno. Con los bikinis puestos hacíamos las galletitas. Y después de completadas las faenas en la cocina, ella se parecía a Max y Moritz que son dos famosas figuras de los cuentos didácticos de Guillermo Busch.»

swissinfo, Regula Ochsenbein, Santiago de Chile
(Traducción del alemán: Antonio Suárez)

Un primer grupo de suizos, en su mayoría oriundos de Friburgo, emigró a Chile en 1876/77. El puerto de llegada fue la Bahía ‘Agua Fresca’ en el Estrecho de Magallanes, no muy lejos de Punta Arenas.

El clima áspero, la región inhóspita y la quema de la colonia les obligó a abandonar la zona después de pocos años. Hace poco se inauguró una exposición fotográfica en Punta Arenas y se bautizó un emplazamiento con el nombre ‘Plaza Friburgo’.

Un segundo grupo de inmigrantes ya más importante llegó a Chile junto con emigrantes alemanes, franceses e italianos entre 1883 y 1886. Se establecieron principalmente en el sur, en una zona habitada por los indios mapuches.

El Gobierno chileno había enviado a emisarios a Europa para reclutar a colonizadores. Las autoridades del Estado donaron fincas a aproximadamente 6.000 suizos. Los apellidos Dättwyler, Iselin, Hofer o Schneeberger, así como otros de la Suiza francófona son bastante comunes en Chile.

El Colegio Suizo de Santiago, que se encuentra al lado del Club Suizo, se fundó en 1939 como alternativa al Colegio Alemán que en aquel entonces era de notoria orientación fascista.

Hoy en día, la escuela tiene 580 alumnos y abarca desde la educación preparvularia hasta la enseñanza media. Un promedio de sólo dos alumnos por clase domina todavía el dialecto suizoalemán.

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