Inquieta en Suiza arsenal de guerras pasadas
Antiguas bombas, granadas y otros explosivos que datan de la Segunda Guerra Mundial aún están en las profundidades de los lagos suizos, o debajo de los Alpes, causando dolores de cabeza a las autoridades suizas.
Los residentes de MitholzEnlace externo, en el Oberland bernés, recibieron en febrero a la ministra de Defensa, Viola Amherd, quien llegaba con malas noticias. 170 personas tendrán posiblemente que abandonar su pueblo en la montaña varios años mientras se hace una limpieza profunda de un depósito subterráneo cercano con 3 500 toneladas de municiones y explosivos de la Segunda Guerra Mundial.
La planificada obra, cuyo costo ascendería a 1 000 millones de francos suizos (1 030 millones de dólares). Se decidió luego de que un informe de la Oficina Federal de MedioambienteEnlace externo dejara claro en 2019 que esos residuos, parcialmente enterrados bajo las rocas, suponen un riesgo superior al que se creía.
Este delicado asunto ha sido motivo de preocupación durante años en Suiza. Mitholz fue el escenario de una tragedia en 1947, año en el que explotaron 7 000 toneladas de explosivos almacenados, matando a nueve personas y destruyendo la estación local de trenes, así como la mayoría de las casas.
La ministra de Defensa considera que el riesgo de una segunda explosión ha sido subestimado durante décadas. Un riesgo que es “inaceptable”, razón por la que “una total evacuación” es la mejor solución.
La ministra considera que Mitholz es un “caso especialEnlace externo” en Suiza y señala que se monitorean regularmente los antiguos sitios contaminados y un puñado de ellosEnlace externo ya han sido limpiados.
Enorme arsenal
La historia de Mitholz se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Suiza descubrió que había en su territorio una gran cantidad de armas y municiones inutilizadas. Un peligro que se hizo patente en 1946, cuando una explosión arrasó un fuerte ubicado en Dailly, en el cantón del Valais, matando a diez personas. Mitholz explotó al año siguiente y se informó de otra explosión en un depósito en Göschenen en 1948.
«La prensa lo publicó, razón por la que asegurar depósitos y eliminar armas obsoletas se convirtió en una prioridad para las autoridades federales», según expresó al periódico 24 Heures Enlace externola investigadora Elodie Charrière.
La idea de deshacerse de estos viejos desechos, sumergiéndolos en los lagos suizos, iniciada en la década de 1920, ganó terreno rápidamente.
«En aquel momento no existía la conciencia ambiental que tenemos hoy en día”, dijo Charrière, “tampoco la noción de que las municiones sumergidas podrían representar un riesgo y generar contaminación».
Entre 1948 y 1967, el ejército arrojó alrededor de 8 120 toneladas de municionesEnlace externo en los lagos de Thun (4 600) Lucerna (3 300), Brienz (280 toneladas) y Walen (1,2 toneladas). Las empresas privadas también eliminaron municiones en el lago de Zúrich (97 toneladas), Rotsee cerca de Lucerna (6,5 toneladas) y Ginebra (150-1 000 toneladas).
No hubo procedimientos específicos para las operaciones, pero no eran en absoluto secretas. Estos materiales peligrosos generalmente se transportaban en camiones y luego se cargaban en botes; a veces se arrojaban al agua cajas enteras, o municiones individuales. La mayoría de estas municiones provenían de fábricas en Thun en el cantón de Berna y Altdorf en el de Uri.
Pero el tema de las municiones lacustres regresó a la prensa en la década de 1990. Entonces se habló sobre peces blancos que padecían deformidades en el lago de Thun. Sin embargo, pese a las sospechas iniciales, las municiones no demostraron ser la fuente del problema.
Conscientes de los riesgos que se avecinaban, las autoridades intensificaron el monitoreo entre 2005 y 2010, así como las investigaciones en los lagos. Los informes de campo y las pruebas de muestras de sedimentos y de agua parecían llegar a la misma conclusión: no hay contaminación en los lagos monitoreados por las autoridades federales. Por ello, sacar los antiguos depósitos de artefactos explosivos y municiones sería arriesgado para la población local y para las empresas a cargo, y tendría también riesgos medioambientales.
La evidencia ha demostrado que las municiones vertidas se encuentran a profundidades de alrededor de 200 metros, han sido cubiertas por lodo y sedimentos de dos metros de espesor, así que sería compleja su recuperación.
Lago de Ginebra
Pero las municiones arrojadas al lago de Ginebra sí generan inquietud en el presente. Se piensa que entre 150 y 1 000 toneladas de municiones del ejército fueron sumergidas entre 1950 y 1970 cerca del centro de la ciudad de Ginebra por la firma privada Hispano-Suizo.
Las autoridades cantonales y el Ministerio de Defensa investigaron el caso entre 2002 y 2004 y proporcionaron información sobre el tipo de municiones arrojadas, pero no hablaron sobre sus ubicaciones exactas. Concluyeron que la situación estaba bajo control debido a que las municiones yacen enterradas bajo sedimentos y, al menos hasta ahora, no han alterado la calidad del agua potable. Pero en noviembre pasado, un equipo de investigadores francesesEnlace externo descubrió cuatro cajas abiertas y dañadas a 50 metros de profundidad, a unos 150 metros de una tubería y un sensor de agua potable.
En enero, un grupo de parlamentarios de Ginebra presentó una mociónEnlace externo que pedía una investigación completa sobre el tema de las municiones, los riesgos ambientales y una eventual operación de limpieza. En respuesta, el Gobierno afirmóEnlace externo que el cantón era el responsable porque había estado involucrada una empresa privada, pero que, dada la solicitud, estaba a favor de que especialistas del Ministerio de Defensa ayudaran en esta investigación cantonal.
Traducido del inglés por Andrea Ornelas
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