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«Materias primas, el negocio más peligroso de Suiza»

La filial de Glencore en Zambia ha sido acusada de evasión fiscal y contaminación en esa nación rica en cobre. La multinacional con sede en Suiza niega las acusaciones. Reuters

Con un crecimiento caótico y sin control e ingresos exorbitantes, las empresas que comercializan materias primas estafarían no solo al fisco en los países pobres, también dañarían la reputación de Suiza, donde tienen su sede, advierten expertos financieros.

En el libro de reciente publicación «Materia prima, el negocio más peligroso de Suiza», especialistas en economía y globalización de la ‘Declaración de Berna’ (EvB, sus siglas en alemán) analizan en profundidad las prácticas comerciales de las multinacionales y sus graves consecuencias para las poblaciones locales y el ambiente en los países productores.

«En Suiza se sabe poco o nada de este sector notoriamente reservado, que aporta al producto bruto interno del país casi tanto como la industria de la maquinaria”, señala la organización para el desarrollo. Los críticos quieren ver cambios, especialmente regulaciones más estrictas, pero las autoridades suizas parecen estar contentas con la situación actual.

Según la publicación, el sector que explota materia prima ha tenido un crecimiento meteórico: su volumen de negocios ha aumentado 15 veces entre 1998 y 2010. Uno de cada tres litros de petróleo que se vende en el mercado mundial proviene de una multinacional con sede en Suiza. Lo mismo ocurre con la mitad de todo el café y el azúcar, y un tercio de los cereales.

Siete de cada 12 empresas con sede en Suiza con el mayor volumen de negocios nacionales están activas en la extracción de materias primas o el comercio de productos básicos, incluyendo Glencore (145 mil millones el año pasado) y Trafigura (79.2 mil millones).
 
«El Banco Nacional Suizo estima que el movimiento de mercancías en el sector representa ahora un 3% del total del producto bruto interno, cifras similares que aportan la industria de maquinaria y el turismo», dijo a swissinfo.ch Olivier Longchamp, experto financiero de la Declaración de Berna.

Tal crecimiento ha creado enormes desigualdades y altos costos sociales y ambientales para las naciones pobres, ricas en recursos naturales, que están siendo privadas de 100 a 250 mil millones de dólares al año en ingresos fiscales, afirma la ONG.

Las multinacionales se vuelven inmensamente ricas, los países productores de materia prima siguen siendo pobres. Porque estas empresas pagan los impuestos a sus multimillonarias ganancias en paraísos fiscales mientras las arcas fiscales de los países productores quedan vacías, critica la ONG.

El libro de 353 páginas analiza a diversas empresas y estudia casos de una docena de países, como el de la mina de cobre en Zambia, donde por más de 12 años los impuestos sobre la renta y las regalías de cobre exportado bajaron de 176 millones de francos a 8 millones, mientras el precio de una  tonelada de este mineral subió en un cuarto en los mercados mundiales.

“Una posición extrema”

EvB afirma que el rápido crecimiento de Suiza pudo ser posible solamente gracias a regímenes fiscales cantonales favorables, a fuertes centros financieros, a una débil regulación y a autoridades laxas.

Para las empresas es fácil actuar sin que la gente sepa lo que están haciendo y con un sistema de justicia suizo relativamente poco restrictivo y curioso, a diferencia de los países anglosajones», dijo Longchamp.

Emmanuel Fragniere, que imparte cursos de licenciatura sobre materias primas en la Escuela de Administración de Empresas en Ginebra, acogió con satisfacción el informe y lo calificó de «pertinente», pero dijo que la posición de la ONG era bastante extrema.


«Es muy bueno, pero no debemos olvidar que lo que está en juego es nuestra economía», dijo a swissinfo.ch.

Fragniere indicó que este sector todavía se esfuerza para mantener bajo control la fuerte influencia de los fondos de cobertura (hedge funds) y los bancos, los cuales lo han hecho aún más caótico. «Espero que esta industria sea más profesional y transparente. Si se quiere crecer en Suiza, tiene que ser mucho más regulada», dijo.

Más control a los gigantes

Los expertos coinciden en que se necesita cambios urgentes, entre ellos, que las multinacionales que negocian con materias primas sean vistas como intermediarias financieras y se sujeten a la legislación suiza contra el blanqueo de dinero.

La transparencia también se podría mejorar si la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) introduce, país por país, un intercambio voluntario de la declaración de impuestos para dilucidar cómo presentan sus cuentas las multinacionales.

El año pasado, varios miembros del Parlamento suizo apoyaron esta exigencia, pero las autoridades federales la rechazaron con el argumento de que “las normas actuales constituyen una base suficiente para garantizar la transparencia entre las autoridades fiscales y las entidades sujetas a impuestos”.

Esto ocurre mientras los Estados Unidos, bajo la nueva legislación Dood Frank,   da un paso para hacer más rigurosa la transparencia de las empresas que negocian con petróleo, gas y minerales. Al parecer, la Unión Europea seguirá este ejemplo.

La política de dejar hacer

En uno de los capítulos del libro, Mark Pieth, profesor de Derecho Penal en la Universidad de Basilea, critica a las autoridades suizas por su actitud de ‘dejar hacer’.

«Tengo la impresión de que desde hace mucho tiempo hemos dejado que ocurran cosas sin ningún tipo de organización u objetivo. Fue así durante el saqueo de obras de arte, el comercio de armas, las violaciones de embargos y la evasión fiscal. Se corre el riesgo de repetir esta actitud ante el comercio de materias primas», apunta Pieth, quien también preside el grupo de trabajo sobre el soborno en las transacciones comerciales internacionales de la OCDE.

«El gobierno de Suiza hasta ahora no ha podido o no ha querido hacer algo, de una vez por todas, para acabar con esta reputación de refugio de piratas en la que Suiza ha quedado atascada. No hay nada malo en el comercio de materias primas en sí mismo, pero en su forma actual es sinónimo de grandes peligros para la reputación de Suiza «.

A pesar de su enfoque crítico, Fragniere dijo que «Materia prima – el negocio más peligroso de Suiza», puede tener un impacto positivo: «Este libro sin duda tendrá un efecto de choque eléctrico que, espero, impulse a nuestro gobierno a preparar una estrategia bien pensada a largo plazo para desarrollar este sector. Una estrategia que no esté basada en el puro oportunismo».

Las ciudades suizas de Winterthur, Lucerna y Lausana- por estar ubicadas en el centro de Europa- tienen larga tradición en el comercio de productos básicos como algodón y café.

La empresa de los hermanos Volkart, con sede en Winthertur, ha establecido desde 1857 un comercio lucrativo con algodón, café y especias procedente de la India y Sri Lanka. La Compañía de Comercio de Basilea fue una de las pioneras del comercio de cacao.

Después de las dos guerras mundiales, los comerciantes de materia prima empezaron a mirar más de cerca de la neutral Suiza, cuya economía y estructura política sobrevivieron indemnes a los conflictos.

El primer comerciante de granos se asentó en Ginebra a comienzos de los años 1920. Durante la Guerra Fría, la Suiza neutral ofreció a compañías de Estados Unidos una base para llevar a cabo el comercio con el bloque soviético.

Gracias al auge del petróleo, Ginebra experimentó una afluencia de comerciantes de petróleo crudo. En los años 1960 también se asentaron más comerciantes egipcios de algodón en la ciudad calvinista.

En la década de 1990, Suiza registró la llegada de multinacionales del petróleo rusas. En ese contexto, Zug se desarrolló como centro de la industria de materias primas.   

El impacto exacto de la industria que comercializa con materias primas en Suiza es difícil de juzgar debido a su carácter cerrado.

Sin embargo, algunos observadores estiman que en Suiza se desenvuelve el 70% del comercio de petróleo de Rusia, mientras que Ginebra ha acaparado un tercio de todo el comercio de productos derivados del petróleo.

Ginebra es N° 1 en el comercio de café, azúcar, granos y semillas oleaginosas, y está en el mismo lugar que Londres como el mayor centro mundial de comercio de algodón.

La Escuela de Administración de Empresas en Ginebra (HEG) estima que el 40% de todo el comercio mundial de materias primas tiene lugar en Ginebra. Se considera que esta industria genera alrededor del 10% de todos los impuestos que pagan las empresas a la ciudad.

La región entre Ginebra y Lausana cuenta con cerca de 400 compañas que operan en este sector, emplean a unas 10.000 personas y manejan un volumen aproximado de 800 mil millones de dólares del comercio de materias primas.

(Traducción, Rosa Amelia Fierro)

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