«Me siento más libre que en una oficina»
Jefa de una familia monoparental, como es el caso en aproximadamente 5% de los hogares suizos, Dominique Jaccot tiene un hijo y no pocas dificultades, lo que no le impide amar la vida y su trabajo en los correos de Neuchâtel.
Es viernes. La cita fue fijada a las 13 horas en la terraza de un café frente a la oficina principal de correos de Neuchâtel. “El viernes es un buen día, terminamos el trabajo más temprano”. Dominique Jaccot se despoja de su pesada chaqueta amarilla y gris y toma asiento. Cabello largo, flequillo sobre los anteojos violeta y una amplia sonrisa, esta mujer menuda y enérgica de 43 años labora para La Poste (Correos) desde hace catorce años.
“Trabajé durante doce años en el secretariado y quedé embarazada. Cuando mi hijo tenía tres años y medio, su padre y yo nos separamos. Digamos que él vivía de noche y yo de día, eso no podía funcionar. Fue difícil porque no me daba gran cosa. Pero tuve suerte, casi no he estado sin empleo, he hecho de todo y siempre he podido manejarme, incluso con no mucho”.
Al mismo tiempo, Dominique Jaccot “casi ha criado” a su sobrino, que “forma parte de la familia”. Desde hace diez años tiene un compañero que tiene una hija. “Incluso pasó un año con nosotros y yo tenía tres niños de la misma edad en el hogar. Había que tener cuidado en respetar a cada uno, que nadie se sintiera lastimado, pero me gustó mucho ese tiempo”.
“Yo soy la cartera y punto”
Si Dominique salió adelante, reconoce que fue merced a sus padres, que pagaron todo lo que ella no podía permitirse: los esquíes, los campos de vacaciones. “Gracias a ellos, que me ayudaron enormemente, sin ellos no lo habría logrado”. Un vecino también se ocupó mucho del niño cuando estaba enfermo (“yo no podía ausentarme cada vez del trabajo y los niños se enferman con frecuencia cuando están en la escuela”) o cuando tenía que trabajar el sábado o durante las vacaciones, “es un poco como su segundo padre”.
Hoy en día, su hijo está en el segundo año de aprendizaje con un veterinario. “Está encantado, desde muy pequeño nos atosigaba con sus animales, y ahora está haciendo lo que ama”. La familia siempre ha tenido gatos, “es muy tranquilizador, cuando vuelvo del trabajo hago una siesta y el gato me ayuda a relajarme”.
Otras pasiones, la artesanía y los objetos fantasiosos: “¡cuanto más kitsch, más me gustan!” Exhibe con orgullo una pañoleta púrpura decorada con calaveras, un lápiz en forma de flor, una caja para su plátano de la mañana en forma de… plátano … y sus calcetines de color rosa fluorescente. Pero la vestimenta reglamentaria no es muy bonita, debemos decir. “El uniforme no me plantea ningún problema porque cuando trabajo no soy ni hombre ni mujer, soy la cartera y punto”.
“Me gusta trabajar afuera”
En catorce años, el oficio ha cambiado mucho y Dominique Jaccot ha seguido la evolución “desde la PTT (Correos y Telégrafos) del abuelo” hasta hoy: “Todo es más racionalizado, medido, calculado el menor pasaje con un escáner que registra todo: la llegada al trabajo, la clasificación, las rondas, las pausas y el final del trabajo. Algunos se sienten vigilados, a mí eso no me molesta”. Se estima afortunada de haber podido adaptarse a los cambios. “Es muy difícil para aquellos que empiezan a asimilar todas esas tareas y las personas que llegan a la jubilación están felices porque la carga de trabajo se ha vuelto pesada y compleja”.
Dominique Jaccot trabajó durante años en poblaciones pequeñas. Apenas hace seis meses fue trasladada a la ciudad. “Es muy diferente, mucho más anónimo, pero tenemos un buen equipo. A mí me gusta mucho ir de ronda, me siento más libre que en una oficina, me va bien estar afuera. Voy a seguir todo el tiempo que pueda hacerlo porque subo todos los días más de mil peldaños. Los he contado. ¡Es un esfuerzo físico!”
Básicamente, le encanta su trabajo: “Aprendí a amarlo, incluso si hay contrariedades, como en otros lugares. Y además está el contacto con la gente, incluso si es menos amigable en la ciudad. Paso delante de los jardines, sigo las estaciones y a veces le tomo una foto a una florecita o a un gato con mi teléfono. También me gusta el hecho de estar sola en mi ronda, puedo pensar en un montón de cosas”.
“Me gustaría hacerme centenaria”
Este trabajo al aire libre no es fácil en el invierno … “Es verdad, hay que tener cuidado de que el correo no se moje”, responde nuestra cartera. “Pero para mí, el problema no es el frío, después de todo uno está bien arropado en invierno. No, lo que me da miedo es la nieve en la carretera. Voy en moto y eso es muy peligroso, mi miedo es de caer”.
El trabajo en sí es arriesgado, porque un cartero también transporta dinero. “Mucho menos que antes, pero nunca he tenido un problema, nunca me he sentido en peligro. Soy cuidadosa cuando tengo que llevar una notificación legal, las personas pueden mostrarse agresivas o avergonzadas. Se justifican. Algunas me confían sus preocupaciones”. Antes la policía llevaba esos avisos. “Era un poco llamativo. ¡Es mejor que los lleven los carteros!”
¿Lo que más le gusta? “¡La vida en general! Creo que siempre hay algo bueno, aunque a veces, en períodos obscuros, hay que tirar mucho de la cuerda. Pero con los años he aprendido que siempre hay una salida del túnel. Hay que ver en qué condiciones, pero me gustaría hacerme centenaria. ¡Hay tantas cosas que me interesan y me divierten!” Dominique Jaccot se aleja en su automóvil. Un vehículo gris… pero cuyos retrovisores, decorados con flores de color rosa, tienen la forma de una especie de ratones sobre ruedas…
En 2009, Suiza contaba con unas 183.000 familias monoparentales con un total de 255.000 niños (alrededor del 5% de los hogares).
La cuota de pobreza de esa población alcanzaba el 27%.
30% de las madres solas trabajaban a tiempo completo y el 46%, más del 50% (madres en pareja: 15% y 30%).
Cuando los recursos son insuficientes, se puede recurrir a la ayuda social, pero reembolsable.
Caritas Suiza estima que el 20% de las personas obligadas a aportar pensiones alimentarias no las entregan, o lo hacen parcialmente o con retraso.
Después de la separación, el 86% de los niños viven con la madre, el 8% con el padre.
(Fuente: Federación Suiza de familias monoparentales)
Traducción, Marcela Águila Rubín
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