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Muere el último oso de la fosa de Berna

Con Pedro otro capítulo llega a su final y la fosa va a dejar de ser utilizada. Keystone

Es un momento triste para Suiza: Pedro ha muerto. Y con él se ha ido un trozo de la historia de la capital federal. Él era el último oso del famoso recinto dedicado a estos animales en la localidad.

Un lugar que es una de las principales atracciones turísticas para el deleite de los berneses y de los visitantes.

Pedro vivía en soledad desde que su hermana, Tana, murió en junio de 2008, a causa de una incurable artritis. Después de 28 años de vida, tuvo que ser sacrificado para acabar con sus padecimientos.

Desde noviembre pasado se sabía que Pedro, además de sufrir artritis, tenía también un tumor. En sus últimos meses de existencia recibía constantes tratamientos veterinarios y le administraban calmantes y analgésicos.

Pedro no va a ser sustituido en la fosa: sus sucesores, que actualmente viven en el zoológico de Berna, seguirán allí hasta que se termine el nuevo recinto para osos que está en construcción en la ciudad, mucho más grande y agradable para los animales.

A pesar de que a veces la fosa se vaciaba para realizar trabajos de renovación, los osos siempre han estado ligados a la identidad de Berna, y cuando han faltado de la fosa siempre ha sido por razones históricamente dolorosas.

La vez más recordada fue en 1798 cuando Francia, que había ocupado la urbe, aumentó la humillación de los berneses cuando se llevaron los animales a París.

A mediados del siglo XIX, la fosa de los osos (ubicada entonces en la actual estación ferroviaria) era muy poco saludable y murieron todos sus ‘habitantes’. Las autoridades decidieron reemplazarlo por tejones, por poco tiempo.

Animales ancianos

El veterinario Jérôme Föllmi ha hecho un estudio sobre los problemas sanitarios de los animales más veteranos del zoológico. «En los últimos 30 años, la edad de los animales ha aumentado considerablemente gracias a los buenos cuidados, la nutrición y el mayor conocimiento sobre ellos», explica a swissinfo.

«El problema es que mientras mejora la calidad de vida, los animales desarrollan patologías y no es siempre fácil descubrir de que se tratan».

Los animales intentan ocultar sus problemas lo máximo posible. Sólo cuando empiezan a sentirse débiles se puede advertir que están sufriendo. Pero en ese momento puede que la enfermedad ya esté muy avanzada.

Los osos viejos del zoológico normalmente tienen problemas con sus articulaciones; en su hábitat natural los osos hibernan, no usan sus articulaciones durante varios meses y, al final del invierno, han perdido mucho peso. En un país como Suiza su comportamiento es diferente; no disfrutan del mismo descanso y, probablemente, tienen kilos y peso de sobra.

También los osos están expuestos a sufrir tumores, aunque no se sabe el motivo. Es muy complicado detectarlos y hacer algo para contenerlos, como indica Föllmi.

Tomar una decisión

Para adoptar una decisión sobre el destino de un animal anciano del zoológico, aparte del aspecto médico hay otras razones que son importantes.

«Existe un factor emocional que no puede ser ignorado», admite Föllmi. «No tanto para los veterinarios como para el público. La gente está muy apegada a los animales». Pero más allá del ámbito emocional, Föllmi asegura que también hay un factor político.

«A veces cosas como: ‘Es el último oso, ¿debemos esperar hasta que tengamos otro? ¿Podemos dejar el recinto vacío?’ Esto puede ser importante en algunos zoológicos», según el especialista.

Pedro alcanzó la media de edad de los osos que viven en el zoológico en la actualidad. Solían vivir más años pero ahora los veterinarios deciden con mayor rapidez acabar con el sufrimiento de los animales.

Nuevos tiempos

Paradójicamente, aunque los osos siempre han estado en el corazón de los berneses, durante siglos el problema de los osos viejos o de los excedentes era resuelto sin ningún tipo de miramiento ni examen de conciencia.

Se acababa con ellos, su carne iba a los restaurantes, y sus pieles se vendían. Normalmente los mataban en invierno, cuando sus pelajes eran gruesos y espesos. Los cuidadores de los osos obtenían la grasa que luego vendían a los boticarios, dadas sus supuestas propiedades curativas.

En 1891, la fosa proporcionó un oso a las autoridades municipales en la fiesta del 600º aniversario de la fundación de Suiza.

En 1913, el número de osos alcanzó una cifra récord de 24 ejemplares. No menos de ocho de ellos fueron eliminados y disecados para crear un carrusel de osos como el del Zytglogge (reloj) de Berna, para exhibirlos en la Expo de 1914.

Los osos se han mantenido en Berna en los últimos 500 años, pero la tradición ha cambiado este reconocimiento. Lo que antes pudo ser aceptable es hoy repugnante.

Con Pedro otro capítulo llega a su final y la fosa va a dejar de ser utilizada. Los próximos osos tendrán la oportunidad de retozar en el río Aar y de trepar a árboles de verdad.

swissinfo, Julia Slater
(Traducción y adaptación: Iván Turmo)

El oso es el símbolo de Berna, tanto de la ciudad como del cantón. Se encuentran en en las matrículas de los coches, en las banderas, en estatuas o en las tiendas para turistas.

Según la leyenda, el duque Bertoldo V de Zähringen, fundador de la ciudad, le habría dado el nombre de Berna, tras haber vencido un oso (Bär en alemán).

A la entrada de la ciudad por el puente de Nydegg, el viajero puede gozar de unas vistas hermosas sobre los barrios que surgieron en el meandro del Aar junto al ‘Unterturbrucke’.

Es un punto de visita obligada.

Junto a la entrada del puente está el ‘Bärengraben’ o la fosa de los osos, donde están estos animales tan vinculados a la historia de la ciudad.

La mejor época de visita es la de la primavera, cuando los osos están más animados tras el duro invierno.

La fosa de los osos es tan imprescindible para el viajero como para los ecologistas.

Es un testimonio del apego de los berneses a estos animales, desde el siglo XV, y los segundos hacen frecuentes manifestaciones de protesta por mantener los animales en este estrecho recinto, cuando podrían gozar de la libertad de la montaña.

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