¿La salud y la platita van necesariamente juntos?
El sistema sanitario suizo es uno de los más caros del mundo. Suiza es también uno de los países con mayor esperanza de vida. ¿Podemos deducir entonces que hay una correlación entre el dinero invertido por un país y la salud de sus ciudadanos? En efecto, como lo mostramos aquí, hay un nexo. Empero, en los países desarrollados como Suiza, la relación entre el gasto y los beneficios para la salud es mucho menos clara.
Se convirtió en un ritual. Cada otoño, las autoridades suizas anuncian un nuevo aumento en los costos de la salud y, por lo tanto, en las primas del seguro médico. Estas últimas han aumentado masivamente en las dos últimas décadas, hasta el punto de convertirse en un verdadero fardo para una parte de la población.
Puede ser un exiguo consuelo para los asegurados, pero hay correlación entre el gasto en salud y la esperanza de vida, uno de los indicadores más simples de la salud de una población. Las estadísticas siguientes muestran que los países desarrollados han aumentado masivamente su gasto en salud desde 1970 y la esperanza de vida ha seguido la misma tendencia al alza, de manera más o menos exitosa.
A escala mundial, como se muestra en el siguiente gráfico, la esperanza de vida es mayor en los países que destinan importantes recursos a la salud. Sin embargo, ese nexo no es lineal y se observa un palier en todos los países desarrollados. En otras palabras, en esos países no existe una clara relación entre el gasto en salud y la esperanza de vida.
Un ejemplo notable y flagrante es el de EEUU, donde el gasto en salud es, de lejos, el más alto del mundo. Sin embargo, la esperanza de vida es menor que en el Líbano, que invierte cerca de 10 veces menos de dinero per cápita en la salud.
Otro ejemplo es Vietnam, que destina 390 dólares por año y per cápita a la salud (7,1% de su PIB) y logra la respetable esperanza de vida de 75,6 años. En Rusia, donde el gasto anual per cápita es de 1 836 dólares (también el 7,1% de su PIB), la esperanza de vida es, sin embargo, de “apenas” 70,4 años.
Estas diferencias se explican por el hecho de que, aparte del sistema sanitario, otros factores influyen directamente en el estado de salud y la esperanza de vida: el modo de alimentación, el nivel de contaminación, las predisposiciones genéticas, la prevalencia del consumo de tabaco y alcohol, etc…
Los incrementos más significativos en una vida longeva se pueden lograr con medidas de bajo costo. Al reducir la mortalidad infantil con vacunas, por ejemplo, la esperanza de vida aumenta considerablemente. Pero en los países donde se ha alcanzado ya un nivel alto, cada vez más recursos son asignados a la atención de enfermedades crónicas cuyo tratamiento es más costoso.
Retorno a Suiza para demostrar que el dinero no lo es todo. Como lo indica este gráfico, los presupuestos para la salud varían considerablemente entre los cantones. Las primas pagadas por los asegurados son proporcionales a los presupuestos de los cantones (la línea punteada ilustra la relación lineal).
Pero si las primas pagadas por los asegurados también varían considerablemente dependiendo del cantón de residencia, las diferencias en términos de esperanza de vida son mínimas y van de un promedio mínimo de 79,4 años en Basilea-Ciudad a un promedio máximo 81,6 años en Zug.
Traducido del francés por Marcela Águila Rubín
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