Por una mejor integración de extranjeros en Suiza
Para Micheline Calmy-Rey, las migraciones no deben ser vistas sólo como una "amenaza" o un "gasto", sino también como un enriquecimiento.
La presidenta suiza hizo uso de la palabra durante la apertura de una conferencia sobre el tema de la migración organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores.
«No debemos tener miedo del extranjero, porque Suiza es un país fuerte y nuestra identidad y nuestros valores están firmemente arraigados», declaró la presidenta de la Confederación al inaugurar, este martes (30.10), la conferencia anual de la División Política IV (Seguridad Humana) del Ministerio de Exteriores.
Esa división trabaja en la promoción civil de la paz y en el fortalecimiento de los derechos humanos, objetivos centrales de la política exterior de Suiza, bajo la dirección de Thomás Greminger.
Para este último, el debate sobre la inmigración adquirió una «connotación negativa desde hace algunos años» aun cuando un poco más de 20% de la población suiza (1,5 millones de personas) está integrado por extranjeros.
«Hoy, la gente piensa inmediatamente en los extranjeros delincuentes y en los que abusan del sistema del asilo. Todos los componentes positivos de la inmigración son olvidados», lamenta.
Nestlé y Swatch
En su discurso, Micheline Calmy-Rey consideró necesario tomar en serio «las amenazas que pesarían sobre la identidad cultural y la cohesión social» del país.
«Pero también debemos tener en cuenta el enriquecimiento de la sociedad de acogida».
Sus pronunciamientos tienen lugar poco después de finalizar la campaña para las elecciones federales del pasado 21 de octubre, marcada por los carteles de la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha nacionalista) contra las «ovejas negras» (extranjeros indeseables).
A guisa de los buenos ejemplos de inmigrantes extranjeros, la presidenta se refirió a la fundación de empresas de la talla de Nestlé o Swatch, por alemanes y libaneses.
Para Edouard Gnesa, director de la Oficina Federal de Migraciones (ODM), sin embargo, el problema planteado por algunos extranjeros no debe ser ignorado.
«En el curso de los diez últimos años, algunos partidos políticos no quisieron reconocer el problema de la criminalidad y el de la no-integración de algunos jóvenes extranjeros», afirmó.
Muros y alambradas
Se trata de problemáticas a las que Suiza intenta responder desde mediados de los años 1980 con un endurecimiento progresivo de las leyes. En septiembre de 2006, el pueblo adoptó legislaciones sobre el asilo y los extranjeros mucho más severas.
En particular, tales leyes prevén la prolongación de medidas de coacción con vistas a las expulsiones, así como la no-entrada en materia de solicitudes de asilo en caso de ausencia de documentos de identidad.
El miércoles pasado (24.10), el ministro de Justicia, Christoph Blocher, anunció una nueva medida de rigidez, esta vez contra los desertores.
La historia ha demostrado que «los muros y las alambradas son impotentes ante el deseo de libertad y de seguridad de los hombres y de las mujeres. Las más duras leyes sobre el asilo no tienen otro efecto que el de empujar los flujos migratorios a la ilegalidad», destacó Micheline Calmy-Rey.
En ese contexto, «debemos dedicar una atención particular a la integración de las poblaciones extranjeras» – agregó la ministra-, lo que requiere «un compromiso común» del mundo político y de la sociedad para que todos los habitantes del país gocen de las mismas posibilidades.
Colaboraciones y contingentes
A largo plazo, Suiza trata de establecer colaboraciones que permitan a algunos países en vías de desarrollo dialogar en igualdad de circunstancias con Berna.
De esa manera, la Confederación podría abrir a los jóvenes de un país «asociado» las plazas de aprendizaje que los jóvenes suizos rechazan, propuso Micheline Calmy-Rey.
A más largo plazo, el Ministerio de Exteriores contempla lanzar proyectos para reforzar la seguridad en las zonas de conflictos o de violaciones de los derechos humanos. Tales proyectos pretenden no sólo proteger mejor a los refugiados, sino también reducir su éxodo.
Pero la aplicación de tales medidas debe estar «obligatoriamente» acompañada por la concesión de contingentes a grupos de refugiados «particularmente vulnerables», subrayó la responsable de la diplomacia helvética.
Esta primavera, el Consejo Federal (gobierno suizo) rechazó una propuesta de Micheline Calmy-Rey para acoger a un contingente de 500 refugiados iraquíes.
swissinfo y agencias
En septiembre de 2006, el 68% de los ciudadanos suizos aprobaron un endurecimiento de la ley sobre el asilo, en lo que fue la novena revisión desde 1984. Al mismo tiempo, adoptaron la revisión de la ley sobre los extranjeros.
Las nuevas disposiciones prevén un período de detención más prolongado para los solicitantes de asilo en espera de repatriación. Las personas cuyos casos no son analizados (no entran en materia) ya no tienen derecho a la asistencia social. Aquellos que no presentan documentos de identidad, son excluidos de oficio del procedimiento.
En cuanto a la nueva ley federal sobre los extranjeros, privilegia a los ciudadanos de la Unión Europea (UE) y limita la admisión de otros inmigrantes a los trabajadores cualificados.
Marca también un endurecimiento de las condiciones de concesión de los permisos de trabajo y de reagrupación familiar, persigue el tráfico humano y los matrimonios blancos e impulsa la integración, particularmente a través de cursos de idioma.
Según la Comisión Mundial sobre las Migraciones Internacionales (CCM), el número de emigrantes aumenta de modo significativo.
Europa cuenta con cerca de 56 millones de emigrantes, entre los cuales sólo 5% de refugiados.
Hace 25 años, 82 millones de personas eran consideradas como emigrantes en el mundo; en 2000, este número pasó a 175 millones, lo que equivale a 25 millones más en los últimos cinco años.
En 2005, los capitales enviados por los emigrantes a su país de origen alcanzaron 232.000 millones.
La población extranjera en Suiza en 2006 ascendía a 1.523.586 personas (20,4%).
Se estima en 130.000 el número de inmigrantes ilegales en el territorio helvético.
La idea de Micheline Calmy-Rey de atraer aprendices extranjeros no resuelve ningún problema, estima la Unión Suiza de Artes y Oficios (USAM). Esos jóvenes procederían de países cuyos sistemas culturales son diferentes y su integración llevaría tiempo.
Considera también que luego de su aprendizaje, esos chicos estarían obligados a volver a su casa. La operación no tendría pues ningún efecto en la penuria actual de la mano de obra en Suiza.
La Unión Sindical Suiza (USS) se muestra también poco favorable a la propuesta. Subraya que el desempleo entre los jóvenes es una realidad y que numerosos alumnos en la recta final de sus estudios no encuentran plazas de aprendizaje.
Cerca de 20.000 jóvenes esperan hallar un lugar. La USS teme que la idea de Micheline Calmy-Rey resulte desfavorable a los hijos de inmigrantes.
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