Síndrome de Asperger y vida laboral son conciliables
Asperger Informatik es una empresa basada en Zúrich que trabaja como las demás, pero que no es como las demás: sus empleados tienen el Síndrome de Asperger, una forma de autismo. Un ejemplo de integración lograda sin asistencialismo.
Un pequeño inmueble, una sala de reunión y algunos colaboradores concentrados frente a sus pantallas. A primera vista no apreciamos nada extraño: es una empresa de informática como muchas otras.
La primera particularidad reside, en realidad, en el nombre de la empresa: Asperger Informatik. El síndrome de Asperger es una forma de autismo que se manifiesta en la dificultad de comprender y gestionar todo lo que no es explícito y claro: el lenguaje no verbal, las insinuaciones, las alusiones, los imprevistos, el estrés y –en general- la esfera emocional.
“Para nosotros todo es blanco o negro”, explica Susan Conza, directora de la empresa y afectada por el síndrome. “Precisamente por este motivo, la informática – con su código binario compuesto de ceros y unos – es un sector de actividad especialmente adecuado para quien padece esta enfermedad”.
Concentrados y precisos
Los afectados –a menudo dotados de una inteligencia superior a la media y de una gran curiosidad intelectual- son especialmente eficaces si se les asignan labores que requieren meticulosidad, precisión y esquemas de trabajo claramente definidos.
No es casual que Asperger Informatik se ocupe también del control de calidad de los programas informáticos: las miles de líneas de código para analizar se adecúan a las características de una persona que presenta este síndrome. “Somos extremadamente meticulosos, perfeccionistas. En otros tipos de empleo esto no supone necesariamente una ventaja, pero en este caso sí”, destaca Susan Conza.
A diferencia de las llamadas personas ‘normales’, los afectados por esta enfermedad no pueden distinguir lo esencial de lo secundario. Por consiguiente, consideran todo con la máxima atención. En el tráfico vial esto constituye una desventaja, pero en el ámbito informático es una cualidad”, prosigue la directora.
El enemigo imprevisto
El problema mayor de los afectados es hacer frente a situaciones imprevistas, lo que a menudo dificulta su trayectoria escolar y profesional. “Cuando suena el timbre, uno de nuestros colaboradores se levanta y aprieta el botón para abrir la puerta. Sin embargo, al no saber qué acción efectuar luego ni cómo comportarse, se bloquea”, explica Antonio Conza, el suegro de Susan y uno de los pocos empleados de la empresa que no tiene el síndrome de Asperger.
Todo lo que no está planificado causa estrés. Por este motivo, en la sede de la empresa los objetos están situados en lugares precisos, los ruidos se limitan al mínimo, los contactos con el exterior se realizan prevalentemente por correo electrónico (en las oficinas generalmente no hay teléfonos).
Y las jornadas laborales están estructuradas de forma fija. Los colaboradores saben qué labores deben realizar y el horario de reuniones no cambia; las tareas se formulan de manera clara. Los empleados cuentan con la ayuda de un asesor externo que, por ejemplo, los aconseja en los contactos directos con los clientes.
“Hemos establecido procedimientos para ayudar a los empleados a aprender cómo actuar cuando se ven confrontados con solicitudes externas imprevistas: por ejemplo qué deben hacer si llega el cartero con un paquete que entregar”, señala Susan Conza.
Dadas las características del Síndrome de Asperger, la empresa –que en junio empleaba a seis personas a tiempo parcial- en lugar de realizar entrevistas de contratación con los solicitantes de empleo, les asigna tareas prácticas durante algunos días.
Con toda franqueza
Los afectados no consiguen formular deliberadamente sus pensamientos de modo ambiguo o difuso. Si a primera vista esto parece una virtud, en el fondo constituye un obstáculo notable en la vida profesional ‘normal’.
Susan Conza lo ha vivido: “No conseguía entender por qué motivo no se podía decir claramente a un cliente, a un compañero o a un superior que la solución que proponía estaba llena de errores y por ende no era factible. Cuando hablo de informática me concentro en elementos factuales, no en posibles repercusiones emocionales.”
“El mismo problema se observa si un autista tiene que indicar el precio de un producto o una prestación: nosotros decimos la verdad, no estamos en condiciones de subir el precio o de mentir. Con los evidentes consecuencias para la empresa…”
Todos salen ganando
Asperger Informatik no se concibe como una institución social, sino como una empresa que desempeña un importante papel de integración. “Aunque facilitamos la inserción profesional de personas con un impedimento, somos una empresa que tiene objetivos, clientes y una facturación”, puntualiza Antonio Conza.
En tanto que autistas, los enfermos de Asperger tienen técnicamente derecho a percibir una renta de invalidez: “Al brindarles la posibilidad de ejercer una actividad profesional, el Estado también se beneficia, si se considera que la ayuda económica de por vida a una persona ronda los 3 millones de francos.”
“Se trata, pues, de una situación ‘win-win-win’ (en la que todos salen ganando) que esperamos sea cada vez más frecuente”, concluye.
Andrea Clemente, swissinfo.ch
(Traducción: Belén Couceiro)
Reconocido desde 1996 como trastorno severo del desarrollo, el Síndrome de Asperger es una forma de autismo. Quienes lo padecen manifiestan dificultad en materia de la empatía y las interacciones sociales.
En especial presentan problemas en gestionar los comportamientos no verbales (por ejemplo: contacto ocular, mímica facial, posturas corporales, gestos, insinuaciones), la repetición de rituales específicos y no funcionales, la falta de reciprocidad social o emocional.
El síndrome no siempre es interpretado correctamente, ya que no es visible a priori. Además, las personas que padecen este síndrome muchas veces están dotadas de una inteligencia superior a la media.
Cuando el Síndrome de Asperger – cuyas causas aún se estudian – no se identifica o se trata erróneamente, la persona puede desarrollar otros trastornos psíquicos.
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