Salvó a millones de personas con un insecto
El entomólogo Hans Rudolf Herren es el primer suizo que obtiene el Right Livelihood Award, una especie de Premio Nobel Alternativo. Su programa de lucha biológica permitió resolver un gran problema en África. En su entrevista con swissinfo.ch explica cómo un ideal puede salvar millones de vidas.
Muchas veces son suficientes pequeñas cosas para cambiar el curso del destino. Tan pequeñas como un insecto que el suizo Hans Rudolf Herren, 66 años, fue a descubrir al otro lado del mundo. Con profunda obstinación y la convicción de poder ayudar a la gente inspirándose en la Naturaleza.
“En ese sentido soy un extremista. Tengo poca paciencia hacia todo lo que no forma parte de la lucha biológica”, nos subraya el investigador del Valais en la oficina de Biovision, la fundación que creó hace más de veinte años en Zúrich.
Esa obstinación lo ha acompañado en varios países del mundo, sea de África o América Latina. Y ahora lo condujo a Suecia donde el 2 de diciembre del 2013 recibió el Right Livelihood Award. El reconocimiento premia “su competencia y su trabajo pionero en la promoción del abastecimiento alimenticio global, durable y seguro”, como lo indica el jurado del Premio Nobel Alternativo.
El Right Livelihood Award es acordado cada año a personas que “ofrecen respuestas concretas y ejemplares para afrontar los desafíos actuales más urgentes”. Es concedido generalmente a personas o grupos que trabajan en el campo de la protección ambiental, la paz, los derechos humanos, la salud o la educación.
Creado en 1980 por el periodista y filatelista sueco Jakob von Uexkull, el galardón es considerado como el Premio Nobel Alternativo. La ceremonia de entrega en el Parlamento sueco en Estocolmo precede a la asignación del Premio Nobel de la Paz.
El premio 2013, dotado de 2 millones de coronas suecas (cerca de 275.000 francos) fue asignado a 4 personalidades: el suizo Hans Rudolf Herren (seguridad alimentaria), el estadounidense Paul Walker (armas químicas), el palestino Raji Sourani (derechos humanos) y el congoleño Denis Mukwege (lucha contra la violencia sexual).
Contra los pesticidas y los OGM
Hijo de campesinos, Hans Rudolf Herren nace en Valais en 1947. Durante los veranos trabaja en las plantaciones de tabaco de la familia. Muchas veces le toca conducir el tractor que dispersa los pesticidas. Después de la escuela de agronomía prosigue su formación en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, donde se especializa en el estudio de los insectos.
Gracias a una beca del Fondo Nacional Suizo, atraviesa el océano para ingresar en la Universidad de Berkeley, California. A miles de kilómetros de su hogar, toma conciencia de que en la producción de su padre hay algo que no funciona bien. “Comprendí que existían alternativas a los pesticidas químicos y que era importante implementarlas”.
Influenciado por su profesor, un convencido defensor de la lucha biológica, Hans Rudolf Herren se concentra en el empleo de organismos vivientes para combatir los parásitos de las plantas. “En ese momento me radicalicé”, afirma el entomólogo. Rápidamente refuerza su aversión contra los monocultivos intensivos y los organismos genéticamente modificados (OGM).
Una vez concluidos sus estudios, no tiene motivación para volver a Suiza. Trabajar en una oficina pública de la Confederación o en la industria química en Basilea –“esas eran las posibilidades”- no eran alternativas válidas. Un anuncio publicado en una revista lo lleva a África. Con apenas 31 años no imaginaría que pronto salvaría la vida de millones de personas.
El desastre de la mandioca
En Nigeria, en el Instituto Internacional de Agricultura Tropical, toma conciencia de la amenaza que pesa sobre ese continente. Un parásito introducido accidentalmente, la cochinilla farinosa, devastaba los cultivos de mandioca, alimento esencial de base para los pueblos autóctonos. “Es como el arroz para los asiáticos o la papa para los europeos. Una bolsa de mandioca que antes costaba 20 dólares se vendía a más de 100 dólares”, recuerda Hans Rudolf Herren.
Los insecticidas utilizados por los gobiernos locales eran ineficientes y la selección de la variedad más apropiada exigía mucho tiempo. No quedaba más que una opción: remontar hasta el origen del parásito para encontrar a su enemigo natural. “Sabíamos que la cochinilla de la mandioca provenía de América Latina. ¿Pero de dónde exactamente?”. Con un fondo de 250’000 dólares, Hans Rudolf Herren parte para explorar en Latinoamérica. De norte a sur, recorre las zonas desde las cuales se extendió el cultivo de la mandioca.
Y finalmente en Paraguay, en la frontera con Brasil y Argentina, encuentra la solución para África: una avispa que pone sus huevos en la larva de la cochinilla y la mata. “Si hubiera comenzado la investigación en el sur hubiera gastado dos meses en lugar de año y medio. Sin embargo tuve la oportunidad de admirar el paisaje latinoamericano”, ironiza Hans Rudolf Herren.
Se cierra allí una etapa importante de la investigación. Pero lo más complicado estaba por venir. ¿Cómo introducir la avispa parasitaria en África para frenar intempestivamente la difusión del parásito? Para alguien que ama los desafíos, la respuesta es simple: con una técnica hasta ahora nunca aplicada.
Hans Rudolf Herren
No acepto las respuestas negativas y me molesta escuchar hablar de problemas. Para mí existen solamente soluciones
Lluvia de avispas
El agrónomo suizo está seguro de la idea. Pero también preocupado. No quiere repetir el error de introducir una especie potencialmente dañina. Las avispas son ubicadas en cuarentena en un laboratorio de Londres. Y los resultados son sorprendentes. “No creíamos lo que veíamos: luego de tres meses la cochinilla había desaparecido”.
En África son formados centenares de ingenieros. En todas partes se construyen verdaderas “fábricas de insectos” en los que se producen millones de avispas. Para diseminarlas se requiere un método rápido. El área de intervención incluye 24 países, de Senegal a Mozambique.
La solución viene de lo alto. Las avispas son lanzadas desde un avión que vuela a una veintena de metros del suelo. Una primicia mundial, no exenta de riesgos. “Contábamos con todas las autorizaciones, pero algunos militares no estaban informados. En Ghana casi nos dispararon. Pensaban que éramos espías”.
El programa de lucha biológica es un éxito total. En poco tiempo logra restablecer el equilibrio natural entre la cochinilla de la mandioca y su antagonista. Según el World Food Prize, ha permitido salvar la vida de 20 millones de personas. “Mi testarudez seguramente me ayudó. No acepto respuestas negativas y me molesta escuchar hablar de problemas. Para mí solamente existen soluciones”.
Libre elección de los campesinos
La eficacia de la lucha biológica está ampliamente comprobada. No se trata, sin embargo, de una panacea universal, subrayan diversos investigadores. Lo que funciona bien para la cochinilla farinosa no es efectivo necesariamente para otros parásitos. En la Escuela Politécnica de Zúrich, el grupo de investigación sobre plantas biotecnológicas ha desarrollado una nueva variedad de mandioca transgénica resistente al devastador virus CBSD (Cassava Brown Streak Disease).
Proyectos que preocupan a Hans Rudolf Herren. Los OGM pueden tener efectos positivos a corto plazo, pero que a la larga implican elevados costos ecológicos y sociales. Los suelos se empobrecen, la biodiversidad se reduce y los agricultores se endeudan cada día más. Desde los campos del África, la batalla de Hans Rudolf Herren a favor de una agricultura durable se impone. “Debemos restablecer la democracia. Le toca a la gente decidir qué y cómo cultivar, no a las grandes multinacionales que tienen medios suficientes para influir sobre los políticos”.
Por medio de la Fundación Biovision no solamente busca extirpar las raíces del hambre y la pobreza. Es esencial también formar a los agricultores y convencerles de compartir los conocimientos. “El valor de los microorganismos en el suelo está demostrado científicamente. Utilicemos entonces esos conocimientos para producir más y mejor, en armonía con la Naturaleza”.
Para Hans Rudolf Herren, el Right Livelihood Award reconoce el valor de esa visión. “Es sobre todo un reconocimiento para los campesinos africanos: es una señal que están en el buen camino”. Más allá del premio, en la vida del investigador existe otro motivo de satisfacción. Se trata de la vieja granja de sus padres. La plantación de tabaco ya no existe, pero se cultivan frutas y verduras. Sin pesticidas.
Nace el 30 de noviembre 1947 en Monthey (cantón del Valais) en una familia de agricultores.
Obtiene un doctorado en lucha biológica contra los parásitos en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Continúa su formación en Ecología en la Universidad de Berkeley, California.
De 1979 al 1994 trabaja en el Instituto Internacional de Agricultura Tropical en Nigeria. Luego asume como director del Centro Internacional de Fisiología y Ecología de los Insectos de Nairobi, Kenia.
En el 2004 es elegido co-director del proyecto de Evaluación Internacional del Saber, de la Ciencia y de la Tecnología, iniciativa que reúne a centenares de investigadores con el objetivo de encontrar soluciones para alimentar a la población del planeta.
Junto con algunos amigos, crea en 1998 en Zúrich la fundación Biovision. Con el objetivo de proponer alternativas ecológicas para combatir la pobreza y la carestía en África.
El trabajo de Hans Rudolf Herren fue reconocido en muchas ocasiones. Es el primer suizo en obtener el World Food Prize (1995) y el Right Livelihood Award (2013).
Está casado y vive entre Washington, Roma y California.
Traducción del italiano: Sergio Ferrari
En cumplimiento de los estándares JTI
Mostrar más: SWI swissinfo.ch, certificado por la JTI
Puede encontrar todos nuestros debates aquí y participar en las discusiones.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.