Se tensa la red para los profesionales de la pesca
En Suiza, unas 150 000 personas practican la pesca como actividad recreativa, pero hay solo 284 pescadores profesionales. Y el deterioro de las condiciones medioambientales y los avances hidroeléctricos ponen en riesgo el futuro de este oficio.
El reloj marca las 4:30 horas cuando Henri Daniel Champier arriba a la lonja de su propiedad, en Clarens, un barrio de Montreux a orillas del Lago Leman. El pescador inicia su jornada cuando el cielo aún está salpicado de estrellas. Solo el suave tintineo de los mástiles es capaz de romper el silencio.
Champier enciende el motor de su embarcación para alejarse unos cinco kilómetros de la orilla. Con la ayuda de unos binoculares, el pescador busca el sitio exacto en el que tiró ayer por la tarde redes que tienen un kilómetro de longitud. Escudriña con minucia el lago hasta hallar la luz que le indica el lugar donde se encuentran.
Champier es uno de los 284 pescadores profesionales que sobreviven en Suiza, tres veces menos de los que había en 1970, y uno de los 181 que aún ejercen este oficio a tiempo completo.
El declive que ha experimentado este oficio no es sorprendente. Los peces de agua dulce en los lagos helvéticos son menos abundantes que hace cuatro décadas, porque cada vez les resulta más difícil obtener alimento en su hábitat, dice Maxime Prevedello, portavoz de la Federación Pesquera Suiza (FPS), que representa los intereses de los pescadores de la Suiza francófona.
Fósforo, un arma de dos filos
“Esta realidad se observa especialmente en los lagos de Lucerna, Brienz y Walen, donde el número de peces se ha reducido significativamente y la pesca ha dejado de ser rentable”, señala Prevedello.
El crecimiento de la población y la expansión económica posteriores a la Segunda Guerra Mundial generaron una mayor concentración de fósforo en las aguas suizas como resultado del mayor uso de detergentes y fertilizantes, pero también de la multiplicación de los desechos de los hogares.
Más fósforo es sinónimo de algas que forman esteras flotantes en las aguas suizas. Algas que al morir se hunden y reducen el oxígeno del agua, un elemento vital para la supervivencia de los peces y de otros organismos acuáticos.
Pero no todo es negativo. El fósforo también favorece la producción del fitoplancton que proporciona alimento a peces, como la perca, que son más resistentes que otras especies.
Gracias a la instalación de numerosos sistemas de tratamiento de aguas residuales en la década de 1970, la prohibición de jabón en polvo que contiene fosfatos en 1986, y la introducción de métodos agrícolas más respetuosas del medio ambiente a partir de los 90 se ha podido reducir drásticamente los niveles de fósforo en los caudales suizos. Un descenso que también critican algunos.
Menos capturas
Un grupo de pescadores suizos, austriacos y alemanes del lago Constanza se mostraron consternados al observar que la pesca de 2013 se redujo un 13% con respecto a la del 2012, debido a que la concentración de fósforo fue de 7 microgramos por litro, muy por debajo de los 86 microgramos que se registraban en 1986.
El gremio pesquero, a través de la FPS, propuso elevar el nivel de fósforo del lago Constanza a través de un sistema de tratamiento de aguas residuales. Pero la Oficina Federal de Medioambiente (OFM) rechazó esta solicitud.
Como referencia, la concentración promedio de fósforo en las aguas europeas es de 100 microgramos por litro. En el lago Leman, el nivel de fósforo pasó de 90 microgramos por litro en 1976, a solo 20 microgramos en la actualidad.
Los pescadores se quejan, pero la Comisión Internacional para la Protección del Lago Leman (CIPEL), organismo franco-helvético responsable de controlar la calidad de estas aguas, estima que la concentración de fósforo aún debe reducirse a entre 10 y 15 microgramos por litro para el año 2020.
Audrey Klein, secretaria general de la CIPEL, pide que no se olvide que fueron los propios pescadores los que atrajeron la atención hacia la contaminación que provocaban las algas.
“Antes de este tipo de contaminación los volúmenes de pesca eran buenos. Y si alcanzamos nuestro objetivo, estamos convencidos de que no se observará una reducción drástica en el número de peces existentes, aunque la variedad de especies sí se verá alterada, en detrimento de variedades como la perca, que prefieren aguas fosforadas”, dice.
Especies nobles
Klein añade, en contrapartida, que reducir la concentración de fósforo será positivo para “el retorno de especies nobles”, como la trucha y la trucha alpina.
Los pescadores capturaron un número récord de percas en las aguas fosforadas del lago Leman entre 1950 y 1975. Los filetes de este pescado son populares en Suiza. Sin embargo, Prevedello recuerda que, a fin de cuentas, “el lago Leman solo abastece el 15% de la perca que se consume en los restaurantes”.
Champier ha llenado tres cajones con pescado blanco fresco cuando el sol comienza a asomarse. Súbitamente, una bandada de hambrientos cormoranes hace su arribo revoloteando sobre las redes del hombre. El pescador lanza maldiciones y golpea con una vara el costado de su barco para ahuyentarles.
Por primera vez desde la Edad Media, en 2001 se observaron nidos de cormoranes en Suiza. Y se estima que entre 5 000 y 6 000 de estas aves pasan el invierno en el país.
Cormoranes
Cada cormorán come medio kilo de pescado al día. De ahí que en su búsqueda cotidiana de sustento estas aves desaten la ira de los pescadores, pues llegan a sus embarcaciones a desgarrar las redes y a picotear la pesca diaria, volviéndola invendible.
Los cormoranes, no obstante, son solo uno de los problemas que enfrentan hoy los pescadores.
De acuerdo con la OFM, el 58% de los pescados locales están en riesgo de extinción.
“¿Qué otra cosa podría esperarse si solo el 3% de los bordes lacustres son naturales? Los peces no tienen dónde reproducirse”, critica Champier.
La Ley de Protección de las Aguas ha pedido apoyo a los cantones para aplicar medidas encaminadas a restablecer el equilibro de los arroyos, ríos y lagos en los próximos 80 años. Un objetivo al que el Gobierno suizo ya está destinando 40 millones de francos anuales.
La ley también estipula que las plantas hidroeléctricas deben reducir su impacto medioambiental negativo antes de 2030.
“Hay hidroeléctricas en el 90% de los cursos de agua helvéticos. Y las instalaciones de las más pequeñas causan un gran daño, porque interrumpen el paso natural de las aguas e impiden así el desplazamiento de los peces que migran para reproducirse. En Berna, por ejemplo, ya no son capaces de alcanzar las áreas en las que solían reproducirse en la presa del (río) Aar”, explica Prevedello.
Más hidroeléctricas y más contaminación
Las plantas hidroeléctricas y las represas provocan, además, sensibles fluctuaciones en los niveles del agua y en la intensidad de los flujos. Y estos factores también alteran los ciclos de reproducción de las especies.
Y como resultado de la decisión que tomó Suiza de abandonar la energía nuclear para el año 2034, el Gobierno tiene previsto aumentar en un 6% el número de instalaciones hidroeléctricas antes de esa fecha.
Por otra parte, los microcontaminantes derivados de los pesticidas, fertilizantes, detergentes, cosméticos y medicamentos se evidencian como otra causa de inquietud, pues incluso en pequeñas cantidades son capaces de dañar la flora y la fauna acuática, y de contaminar el agua potable.
Para reducir a la mitad la cantidad de estos microcontaminantes, el Gobierno intentará dotar a 100 de los 700 sistemas de tratamientos de aguas con nuevos equipos en los próximos 80 años.
Al hielo
Champier regresa a la lonja con 42 kilos de pescado blanco y dos truchas. Es tiempo de iniciar el ritual diario de lavar, retirar vísceras, pesar y seccionar el pescado antes de colocarlo en hielo.
Habilidades que está aprendiendo Mélissa Defago, de 19 años, quien en 2014 comenzó a ayudar a un pescador en Le Bouveret, en el Valais.
«Me encanta estar en el lago, me gusta el contacto con la naturaleza», dice la joven. Y añade que si tiene éxito en la obtención de su licencia de pesca, el año próximo Suiza tendrá 15 pescadoras profesionales.
Champier trabajó en una oficina para complacer a sus padres antes de seguir el llamado del lago. Después fue honesto con su verdadera vocación y asegura que, pese a los múltiples desafíos que impone su oficio, si diera marcha atrás en el tiempo para comenzar de nuevo, volvería a elegir ser pescador.
Día Nacional de la Pesca
Suiza celebrará el Día Nacional de Pesca, el 29 de agosto. En 2013, el público participó en más de 50 actividades organizadas por las federaciones de pesca cantonales y los clubes de aficionados locales.
«Es importante para nosotros transmitir una imagen positiva de la pesca y dar a conocer las diversas alternativas que ofrece este sector”, dice Maxime Prevedello, portavoz de la Federación Pesquera Suiza.
Formación para pescadores
No existe ninguna formación formal para ser pescador, pero todos los representantes de este gremio deben contar con una licencia profesional.
Las licencias son limitadas y son emitidas por los cantones responsables de cada lago.
Los solicitantes deben tener una licencia de navegación y pasar un examen que cubre aspectos prácticos y teóricos vinculados a la pesca; conocer la legislación pesquera, así como la legislación vigente en materia de higiene y protección del medio ambiente.
Si más de una persona solicita una licencia, la obtendrá la persona con mejores resultados en los exámenes.
Pescadores aficionados
Nadie puede pescar sin un permiso (diario, semanal, mensual o anual). Desde 2009, en virtud de la Ley de Protección de Animales, quien desee tener una licencia de pesca de más de 30 días debe demostrar conocimientos y habilidades suficientes y aprobar un examen para obtener un certificado especial para el caso.
Los cursos, que organiza la Red de Formación de Pescadores, duran dos días y medio.
El precio varía en función del cantón y del lago.
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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