A lo largo del río más natural de Suiza
El Sense, que discurre por los cantones de Berna y Friburgo, es considerado el río más preciado y notable de los Alpes. Un reportaje sobre la exploración de una de las raras perlas acuáticas suizas.
El libre discurrir de sus aguas cristalinas, su naturaleza salvaje e imprevisible; o los diferentes hábitats y paisajes que ha modelado a lo largo de los siglos, los amplios bancos de guijarros y las profundas gargantas excavadas en la piedra arenisca; o, incluso, su extraordinaria biodiversidad.
Para Herbert Känzig, el Sense (Singine en francés) no es un simple río. Lo conoce desde que era niño. Aquí venía a jugar y a bañarse los fines de semana y durante las vacaciones escolares. “Es un lugar especial. Apenas ha cambiado a lo largo de los años”, dice este hombre de 75 años de edad.
Herbert Känzig actúa como voluntario para WWF SuizaEnlace externo. Desde 2007, año en que se jubiló, ha sido responsable del tramo del cantón de Friburgo. “Puede que tenga mala conciencia por todas las veces que he tomado el avión en mi vida”, dice al hablar de su trabajo en una empresa de papel para fotografía que le ha llevado por todo el mundo.
Sense caliente y Sense frío
Nos encontramos con Herbert Känzig cerca de SangernbodenEnlace externo, en los Prealpes berneses. Nos hallamos cerca del Sense “frío”, uno de los dos brazos que forman el río. En este día de verano el agua ocupa solo una parte de su gran lecho de piedras y grava.
El río no está alimentado por ningún glaciar. El Sense “frío” nace directamente en el Lago del GantrischEnlace externo, en el cantón de Berna, a 1 580 metros sobre el nivel del mar. “Ese pequeño lago está casi siempre a la sombra y su temperatura es relativamente baja. Por eso se le llama el Sense frío”, explica Herbert Känzig.
Por su parte, el Sense “caliente” discurre desde el SchwarzseeEnlace externo (Lago Negro), un famoso destino turístico del cantón de Friburgo, a 1 046 metros de altitud.
La diferencia entre los dos brazos del río no reside solo en su temperatura. Mientras que el Sense “frío” se encuentra todavía en su estado original y está protegido a escala federal, el Sense “caliente” muestra signos de la intervención humana: una serie de escalones artificiales en piedra, construidos a principios del siglo pasado. “Antiguamente se consideraba que eran útiles para moderar la velocidad del agua. Pero la forma más efectiva de reducir la velocidad de un río es sumergir bloques de piedra. O, simplemente, dejar al río espacio para expandirse”, afirma Herbert Känzig.
Estas barreras obsoletas son también un obstáculo para los peces, sobre todo para los más pequeños. “¡Y pensar que hace solo cien años había todavía salmones que remontaban el río hasta el Lago Negro!”, recuerda el voluntario del WWF. Para la organización de defensa de la naturaleza, estos escalones deben ser eliminados. Herbert Känzig cree que sería suficiente con abrir una brecha en el centro o suprimir su mantenimiento, dejando que la fuerza del río haga el resto.
El río más natural de los Alpes septentrionales
Desde el encuentro de los dos brazos en ZollhausEnlace externo, el Sense discurre protegido por una densa vegetación. Las exuberantes áreas aluviales proporcionan un hábitat ideal para numerosas especies protegidas de aves, reptiles y plantas acuáticas.
Desde un puente observamos el último tramo del río, al que se puede acceder fácilmente desde la carretera. Después, el río enfila un angosto corredor cerrado por altas paredes. Son las gargantas del Sense, 15 kilómetros de naturaleza casi intacta. “Es la parte más hermosa del río”, asegura Herbert Känzig.
El SenseEnlace externo es un río único en Suiza, afirma Lene Petersen, responsable del programa Protección de los ríosEnlace externo del WWF Suiza. “No hay diques u obstáculos en largos tramos de su recorrido. Durante las crecidas el río encuentra su espacio, modificando su lecho de vez en cuando. De este modo, aparecen nuevas áreas en las que se puede desarrollar una vegetación pionera”.
El Sense:
Longitud: 38 km
Desnivel: 1 100 m
Caudal medio en el tramo final: 9m3/s
Territorio: cantones de Friburgo y Berna
Red fluvial: Sense → Saane → Aar → Rin → Mare del Norte
Otro aspecto que el WWF considera fundamental es la ausencia de centrales hidroeléctricas. En Suiza cerca del 55% de la electricidad se produce por la fuerza del agua. “En Suiza no hay casi ningún río que no sea aprovechado para la producción de energía hidroeléctrica. Hemos alcanzado el punto de saturación”, afirma Lene Petersen.
A diferencia de la Oficina Federal de EnergíaEnlace externo, que sostiene que es posible aumentar la producción hidroeléctrica con pequeñas centrales hidráulicas, el WWF considera que las centrales pequeñas tienen una doble desventaja. “No son rentables económicamente y, sobre todo, interfieren artificialmente sobre el caudal del río, lo que es malo para la ecología”, explica Lene Petersen.
La ausencia de utilización del caudal del río para la producción de energía y el riego, la diversidad morfológica, la dinámica natural y la calidad del agua hacen del Sense “el río salvaje de Suiza por excelencia”, indica el WWF, que lo incluye entre las perlas de aguaEnlace externo del país (cursos de agua mejor preservados).
En un estudio internacionalEnlace externo realizado por el WWF Alemania, el Sense es el río que obtiene también el mejor resultado. “Es el río más natural al norte de los Alpes”, coinciden los expertos.
Perlas de agua en Suiza
Para el WWF una perla de aguaEnlace externo es un curso de agua completamente natural, sin diques artificiales, desde su nacimiento hasta su desembocadura, que no es explotado por el ser humano y que alberga hábitats de gran valor ecológico.
En Suiza el WWF ha identificado 64 ríos con estas características, al menos en algunos de sus tramos, sumando un total de un millar de kilómetros. Esto corresponde al 5% de la red hidrográfica nacional.
Volvemos a encontrar el río 15 km después, a la salida de las gargantas. Herbert Känzig nos relata otro capítulo de la historia del Sense y del esfuerzo de preservación.
De las granadas a las tumbonas
Estamos cerca del pueblo de SchwarzenburgEnlace externo, en lo que fue hasta 2014 un campo de tiro del ejército suizo. Allí donde hoy se encuentra un hombre tomando el sol sobre una tumbona, en otro tiempo los soldados lanzaban granadas y disparaban sus armas. Ahora el ejército debe limpiar completamente la zona. Después, las autoridades cantonales deberán proceder a su renaturalización.
La amplia zona que una vez albergó vehículos militares, en la parte aluvial, se ha convertido hoy en un estacionamiento. Los ecologistas creen que está demasiado cerca del río. Sin embargo, la población se alzó en protestas cuando se propuso cerrarlo.
“Hubo una petición firmada por 15 000 personas. Después de algunos años de negociaciones pudimos encontrar una fórmula de compromiso”, explica Herbert Känzig. Una vez que se termine la rehabilitación se seguirá pudiendo acceder a un estacionamiento más pequeño, pero solo algunos domingos al año.
Este es el gran dilema del WWF, subraya el responsable de la sección de Friburgo. El río es una zona de ocio en la que se puede volver a estar en contacto con la naturaleza y, por tanto, debe ser accesible. Pero, al mismo tiempo, hay que protegerlo. “Es necesario encontrar el equilibrio justo”.
Preservar los últimos paisajes fluviales
Dejamos el antiguo campo de entrenamiento del ejército para dirigirnos al tramo que Herbert Känzig llama “el menos hermoso” del río. En la zona de ThörishausEnlace externo se suceden a lo largo del Sense casas, industrias y terrenos agrícolas. Y, sobre todo, el río discurre encauzado entre diques de piedra construidos hace más de cien años.
En este lugar la anchura del río es de unos veinte metros, mientras que según la ley debería ser de al menos cien metros, indica el voluntario del WWF. “Obviamente, mover las casas es imposible. Sin embargo, se podría dar más espacio al río fuera de las zonas edificadas”. La organización, en colaboración con las autoridades cantonales, pretende dialogar con los agricultores y ofrecerles compensaciones económicas por las parcelas sacrificadas.
El WWF reconoce que “Suiza ha hecho avances en la protección de sus aguas”. En las próximas décadas está prevista la rehabilitación de muchos ríos mediante medidas de revitalizaciónEnlace externo. Sin embargo, se necesita hacer mucho más para preservar los últimos paisajes fluviales, insiste Lene Petersen. “En Suiza no se ven casi nunca residuos flotando en los ríos. Pero hay una contaminación invisible que debe combatirse. Me refiero a los pesticidas, fertilizantes, residuos de drogas o microplásticos”.
De los Prealpes suizos a la Europa del norte
La última etapa de la exploración nos lleva a LaupenEnlace externo, a unos 15 km de Berna, donde el Sense desemboca en el Saane (Sarine en francés), el río que separa la Suiza de habla francesa de la Suiza de habla alemana. En el tramo final el agua puede alcanzar los 25 grados, una temperatura ideal para los nadadores, pero no para las truchas. “Su supervivencia está amenazada”, afirma Herbert Känzig insistiendo en la importancia de salvaguardar este importante ecosistema. El objetivo, subraya, “es garantizar que las zonas deterioradas del Sense se mejoren y que las intactas se mantengan como están”.
El recorrido del Sense termina aquí. El de sus aguas, en cambio, está apenas en sus inicios. Desde el Saane irán al Aar y después al Rin. Y tras cruzar la mitad de Europa desembocarán en el Mar del Norte.
En peligro el 80% de los ríos suizos
Cerca del 80% de los ríos suizos tienen déficits ecológicos, a veces considerables, asegura el WWF, organización que considera que, en Suiza, los paisajes fluviales intactos se han convertido en una rareza.
Ríos y arroyos están contaminados, rectificados, represados o son utilizados para generar electricidad. Se trata de una “triste situación” para la biodiversidad, ya que más de la mitad de las especies vegetales y animales de Suiza viven en los cursos de agua o en su proximidad, indica en su página webEnlace externo la organización ecologista. El 60% de las especies de peces y plantas acuáticas están en la Lista Roja.
Traducción del italiano: José M. Wolff
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