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Sesenta años por los derechos humanos

Personas con ropa anaranjada en jaulas
Activistas de Amnistía Internacional piden el cierre inmediato del centro de detención de Guantánamo con la acción 'Encerrados en jaulas'. Berna el sábado 10 de enero de 2009 Keystone / Lukas Lehmann

Fundada en 1961, Amnistía Internacional contribuyó como pocas otras organizaciones a incorporar los derechos humanos al corazón del debate público. Abrió nuevas formas de activismo, más allá de las grandes ideologías predominantes en ese período del siglo XX. Sin embargo, los principios sobre los cuales desarrolla su trabajo no escapan a la crítica, incluso en los países democráticos.

“Al abrir el periódico cualquier día de la semana encontrará una noticia de algún país del mundo sobre alguien que ha sido encarcelado, torturado o ejecutado porque sus opiniones o creencias religiosas son inaceptables para el gobierno».

Con estas palabras comienza el llamamiento en favor de los presos de conciencia que fue publicado el 28 de mayo de 1961 por el abogado británico Peter Benenson en el periódico londinense The Observer. El texto de Benenson,Enlace externo considerado como el acto fundacional de la organización de derechos humanos Amnistía InternacionalEnlace externo (AI), nació en un mundo enmarcado por las tensiones derivadas de la Guerra Fría.

Peter Benenson
El británico Peter Benenson fundó Amnistía Internacional en 1961. Pa Images

Derechos humanos en la Guerra Fría

En abril de  1961, apenas algunas semanas previas a la publicación, los Estados Unidos intentaron invadir y derrocar al gobierno de Fidel Castro en Cuba. El año siguiente, el despliegue de misiles soviéticos en la isla caribeña desencadenó una crisis que amenazó con arrastrar al planeta hacia una hecatombe nuclear. En Europa, mientras tanto, la construcción del Muro de Berlín había comenzado en agosto de 1961.

En este contexto de conflicto entre los dos bloques, el principio de derechos humanos universales establecido por las Naciones Unidas en 1948, no logra encontrar un espacio real. En particular porque la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones UnidasEnlace externo Enlace externocarece de un carácter obligatorio y no prevé mecanismos de aplicación.

Solo a inicios de los años setenta la situación comienza a cambiar, en el marco de la ola de procesos descolonizadores y de las protestas internacionales contra las dictaduras en Grecia y Brasil así como contra el Golpe de Estado en Chile. Es entonces cuando los derechos humanos salen de las salas de conferencias de las organizaciones internacionales y comienzan a jugar un rol de primer plano en el discurso público.

La sección suiza de Amnistía InternacionalEnlace externo fue fundada oficialmente en 1970.  Antes habían existido varios grupos locales, en particular el de Ginebra, creado en 1964, en el marco de las organizaciones internacionales. Amnistía Internacional Suiza creció rápidamente. «Entre 1970 y 1975, se formó un nuevo grupo casi cada mes», señala una publicación difundida con motivo del 40º aniversario de la organización.

Nueva forma de activismo político

1968 marcó el punto más alto de la ola de luchas políticas que se remontan a la tradición nacida de la Revolución Francesa. Sin embargo, las ideologías universales de emancipación comienzan a dar signos de ruptura. El compromiso con los derechos humanos adopta la forma de una nueva forma de activismo, basada en los principios morales y los derechos del individuo y no necesariamente en la lucha política.

Amnistía Internacional está en el centro de esta evolución y constituye, al mismo tiempo, el símbolo de la misma. En 1977, la organización obtiene el Premio Nobel de la Paz por su campaña contra la tortura. Ese mismo año, en su discurso de investidura como presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter señala que los derechos humanos constituirán el parámetro para medir la política externa de su país. 

Para el historiador suizo Philipp Sarasin, quien recientemente publicó un libro sobre el año 1977Enlace externo, esos dos elementos marcan un cambio más amplio en la esfera política. «La atención ya no se centra en los conflictos políticos y en los intereses colectivos, en la voluntad de cambio político […], el interés se dirige ahora al sufrimiento individual y a los «derechos» individuales que son reivindicados judicialmente por actores individuales o grupos de defensa», escribe. «No se trata de las relaciones políticas, ni de los intereses de las comunidades, ni de la voluntad de cambio político […], sino de las libertades y de los derechos individuales que se derivan de las acciones individuales o de los grupos sociales».

De presos de consciencia a derechos sociales

Para algunos autores, el cambio es el signo de la entrega de la política a la hegemonía de los mercados. La periodista y activista estadounidense Naomi Klein, por ejemplo, reprocha a AI el no haber tenido suficientemente en cuenta las causas políticas y económicas de las violaciones de los derechos humanos.

La crítica parece, sin embargo, poco generosa, si se tiene en cuenta la evolución de la organización. Durante el trascurso de su historia amnistía Internacional ha multiplicado sus esferas de intervención. A sus acciones a favor de los denominados “prisioneros de consciencia” fue sumando las campañas contra la tortura, contra la pena de muerte y a favor de los derechos de las personas refugiadas. Y más tarde sostuvo iniciativas que buscaban limitar el comercio de las armas o se pronunciaban a favor del derecho de las mujeres.

En 2001, ante los nuevos desafíos que plantea la globalización y la creciente influencia de las grandes empresas multinacionales, la organización decidió ampliar su mandato e incluir la defensa de los derechos sociales entre sus prioridades. «El énfasis en los derechos políticos y civiles individuales estuvo vinculado a los orígenes anglosajones de Amnistía Internacional», señala Alexandra Karle, directora de la sección suiza.

«En la actualidad nos identificamos con los principios establecidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y CulturalesEnlace externo. Temáticas como la alimentación, la educación o el acceso al agua son fundamentales, especialmente para el Sur global».

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«Pagados por Moscú»

AI Suiza tomó rápidamente consciencia de lo difícil que era promover acciones sobre temas sensibles sin correr el riesgo de ser acusada de partidista. Tras su rápido crecimiento a inicios de los años 70 con la campaña contra la tortura -que encontró apoyo entre amplios sectores de la población-, se confrontó a mediados de la misma década a una fuerte controversia producto de sus críticas a las penas de prisión impuestas a los objetores de conciencia en Suiza misma.

“Se recibieron muchas cartas en la dirección que criticaban la acción de Amnistía Internacional. Nos acusaban de estar pagados por Moscú”, recordaba en 2001 André Daguet, primer secretario político de AI Suiza.

Incluso, en décadas posteriores, la organización fue acusada en repetidas ocasiones de ubicarse demasiado a la izquierda, reconoce Karle. Es el caso ante las repetidas campañas a favor de los derechos de los refugiados o, más recientemente, en relación a las críticas que formuló AI a la Ley Federal de Medidas Policiales para Combatir el Terrorismo Enlace externo o por su compromiso en la campaña de la iniciativa a favor de la responsabilidad de las empresas.

“Nuestras posiciones son el resultado de una intensa discusión al interior de la organización, junto con las y los activistas”, subraya Karle. “Actuamos sobre la base de un consenso amplio, ahí donde percibimos que los derechos humanos son violados o cuestionados”. Por el resto, señala la directora de AI Suiza, “la base de nuestra actividad es siempre el derecho internacional vigente”.

Éxitos y fracasos

Al evaluar la situación de los derechos humanos en el mundo, sesenta años después del nacimiento de Amnistía Internacional, Karle habla de un «movimiento ondulatorio» (Wellenbewegung). «En las últimas décadas se han producido importantes avances en áreas vitales. Pienso, por ejemplo, en la lucha contra los crímenes de guerra o contra la tortura. Pero también han surgido nuevos problemas, como el uso de las nuevas tecnologías para la vigilancia de los defensores de los derechos humanos».

Existen aún violaciones de los derechos humanos y la validez de los mismos, a veces, se pone en cuestión, incluso en los países democráticos, señala la directora de AI Suiza. «Basta pensar, por ejemplo, en las reiteradas violaciones de la Convención de Ginebra sobre los Refugiados en muchos Estados europeos». Alexandra Karle no esconde su preocupación por la ausencia de movimientos de protesta en la sociedad civil ante tales violaciones.

En relación con las medidas para combatir la pandemia, Karle llama a ser prudentes. «Observamos la situación con atención. Al inicio, nosotros también expresamos nuestra preocupación por la prohibición de las manifestaciones. Sin embargo, las medidas vigentes en Suiza respetan el principio de proporcionalidad. Los que no quieran vacunarse pueden hacerse el test».

La atención de Amnistía Internacional se centra especialmente en otro aspecto de la lucha contra la pandemia: «Una de nuestras principales campañas en este momento, junto con la la revisión del derecho penal sexual- se refiere al acceso a las vacunas. Es necesario reducir la protección de las patentes para que incluso los países de bajos ingresos puedan proteger a sus poblaciones con vacunas». 

Traducido del italiano por Sergio Ferrari

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