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Vida de la calle

schwarzweiss Porträt
Klaus Petrus

Para las personas más marginadas en Suiza la situación se agravó luego de que se implantaran las medidas de semiconfinamiento.

Son unos 400 en la ciudad de Berna, pero no se sabe con exactitud cuántas personas no tienen un techo donde dormir en Suiza. Los sin techo, los adictos, los trabajadores del sexo se dicen afectados, no tanto por el virus, sino por las medidas para evitar en lo posible el alza de los contagios.

C., 46, dos hijos, sin empleo ni techo

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«He vivido mi vida, a veces arriba, a veces abajo. Estas malditas drogas, el alcohol y la calle lo acaban a uno. Pero sobrevivo. Confío en mí y en que todo tiene un sentido profundo. Y que al final todo está bien, así como es». Klaus Petrus

L., 35,un hijo, sin empleo ni techo

Porträt
«Me quedo aquí mendigando, necesito 25 francos al día, la gente a veces me trae comida, me ponen una lata de cerveza en la mano, unos cuantos cigarros. Hay veces que espero un milagro, al menos uno pequeño. Pero incluso los milagros desaparecen al día siguiente. Esta noche dormiré fuera, donde, no lo sé todavía.» Klaus Petrus

P., 49, tres hijos, trabajadora sexual

Frau am Strassenrand
«Normalmente tengo cinco o seis clientes por noche. Ahora tengo tal vez dos. Por eso, evidentemente, los precios han bajado. Conozco chicas que lo hacen por 30 francos, con todo incluido. Terrible. Por suerte, tengo clientes estables que vienen también durante la epidemia.» Klaus Petrus

N., 36, sin trabajo ni techo

Porträt
«Amor, afecto, ternura… no supe de eso. Mis padres eran adictos, tenían otros problemas y nunca tuvieron tiempo para mí. Tomé drogas por primera vez cuando tenía 14 años, pero me hice adicta pasados los veinte. Por supuesto que es especialmente difícil como mujer vivir en el callejón, siempre hay que tener cuidado. Nunca me prostituiría, no es sólo una cuestión de higiene y salud, sino también de dignidad. Prefiero mendigar en la calle, mucha gente es amable. Ahora, debido al coronavirus, es más difícil, la gente se queda en casa, estoy permanentemente corto de dinero. Hace unos días tuve que regalar a mi perro, eso estuvo mal. Pero aún peor para él era esta vida en la calle. En realidad sólo tengo treinta y tantos años, tengo la vida por delante. ¿Verdad?» Klaus Petrus

D., 34, sin trabajo ni techo

Méndigo
«Sí, me arrodillo ante la gente cuando pido dinero. Sé que es un gesto grosero, pero para mí rogar no es indigno. No fuerzo a nadie, no lastimo a nadie, no soy un criminal. Te lo ruego, eso es todo. En los días buenos gano de 100 a 120 francos, desde la pandemia, tal vez 40.» Klaus Petrus

L., 53, un hijo, sin trabajo ni techo

Porträt
«Antes tenía muchos planes. Muchos. Me decía: cuando esté limpio, haré esto y esto. Créeme, me había realmente convencido de que podía. Hoy soy realista. Estoy viejo, dependiente, no tengo empleo, duermo en la calle… Tal vez haya un cambio, y tal vez realmente lo logre, pero de eso entonces hablaremos si pasa. No ahora.» Klaus Petrus
Dormir en la calle
«No tener dónde dormir significa buscar en la noche un sitio en un parque, entre una silla y una banca, en un estacionamiento, en una escalera, bajo un puente, en un arbusto»: T., 38 años, desde hace 20 años drogadicto. Esa noche envuelto en una cobija, listo para dormir. Klaus Petrus

D., 38, narcodependiente desde hace 20 años, sin trabajo ni empleo

T., 38, sin trabajo ni techo.

Umrisse eines Mannes
«Ahora que las calles están vacías, podemos ser vistos en todas partes. Y nos señalan con el dedo: ¡Míralos! Antes eramos prácticamente invisibles. Pero seguimos aquí. ¿Aguantar la crisis causada por el coronavirus? Para nosotros significa: «Esperar ahora, antes, siempre». Klaus Petrus

A fin de cumplir con las normas de distancia, los refugios de emergencia de varias ciudades suizas tuvieron que reducir al mínimo de plazas de acogida. Ahora sólo se permite a una persona dormir en una habitación con 4 camas y dos en una con 6 camas. La situación se volvió insostenible para estas instituciones, por lo que recibieron apoyo de diversas fuentes. En varias ciudades, por ejemplo, las fundaciones y asociaciones eclesiásticas han proporcionado dinero para alquilar habitaciones de hotel, rentar contenedores como dormitorios y convertir edificios en albergues temporales para que haya más camas disponibles.

Gran solidaridad 

El suministro de alimentos para los necesitados también se vio afectado. Por ejemplo, una acción, denominada ‘Tischlein deck dich’ (‘Pónte, mesita’), de la que cada semana unas 20 000 personas sin recursos se benefician en Suiza tuvo que interrumpirse parcialmente porque la distancia interpersonal estipulada no podía mantenerse al repartir los alimentos. Además, muchos voluntarios pertenecen al grupo de riesgo.


Hasta la fecha no hay estadísticas ni cifras sobre los sintecho en Suiza. Los únicos DatosEnlace externo disponibles se refieren a la ciudad de Basilea. Así lo confirma Esther Mühlethaler, asistente de investigación de la Universidad de Ciencias Aplicadas para el Trabajo Social del Noroeste de Suiza, que participó en el estudio de Basilea. Su equipo está trabajando actualmente en el primer estudio cuantitativo nacional, que se publicará en 2021.

Las organizaciones de la sociedad civil tratan de llenar esos huevos almacenando alimentos en refrigeradores públicos o distribuyéndolos en lugares públicos. Esta ayuda, para que sea sencilla y directa, sólo es posible con apoyo financiero. A finales de marzo, la Iglesia Católica de la región de Berna lanzó la que probablemente sea una campaña sin precedentes: en un corto espacio de tiempo decidió proporcionar ayuda de emergencia por valor de un millón de francos suizos. Gran parte del dinero está dirigida a instituciones sociales de ayuda.


Gabenzaun
En muchas ciudades suizas se colocaron bolsas con alimentos, ropa y artículos de higiene en rejas callejeras, para que la gente que necesitara de ayuda, la tomara directamente de allí. Klaus Petrus

Muchas de las personas sin hogar pertenecen al grupo de riesgo, no tanto por su edad, sino por su estado de salud. Rahel Gall Azmat, director gerente de la Fundación de Ayuda contra la Adicción ’Contact’ también advierte sobre los efectos de la falta de drogas callejeras: «Si las drogas escasean, esto puede tener consecuencias fatales para la salud de los narcodependientes y, en el peor de los casos, conducir a la muerte”.

Klaus PetrusEnlace externo es un fotoperiodista y reportero independiente. Se interesa por los conflictos sociales, la guerra, la migración. Sus trabajos son publicados en diarios y revistas nacionales e internacionales con sede en Europa, Oriente Medio, los Balcanes y el Subsahara. El cineasta Konstantin Flemig ha publicado una entrevista con él sobre su trabajo en zonas de crisis en su libro ‘Alltag in der HölleEnlace externo‘ (‘Cotidiano en el infierno’).

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