¿Dónde se divorcian las parejas y por qué?
La tasa de divorcios en Suiza se sitúa en la media de los países de la OCDE. Sin embargo, existe una brecha clara entre las zonas urbanas y las regiones rurales, lo que nos hace suponer que el campo es más propicio a la felicidad conyugal.
Si observamos la información sobre divorcios plasmada en el mapa de Suiza veremos que las rupturas son más comunes cerca de los centros urbanos. Y en las comunidades-dormitorio de Suiza, frecuentemente ubicadas en lugares pintorescos, las tasas también son muy altas.
Durante las últimas décadas, en la zona metropolitana de ZúrichEnlace externo, la tasa de divorcios ha sido de alrededor de 40 por cada 100 matrimonios celebrados, superior incluso a la de la propia ciudad de Zúrich (35 de cada 100). Y en un esfuerzo por descubrir el porqué, viajamos al pequeño pueblo de Adlikon bei Andelfingen, que se encuentra ubicado a 30 minutos en coche de la capital financiera helvética.
Para imaginarlo mejor, diremos que Adlikon cuenta con un restaurante, una peluquería y una primaria, y es una suerte de híbrido que no puede considerarse un pueblo autosuficiente, pero tampoco una pequeña aldea rural.
Es la hora del almuerzo en el restaurante ‘Post’ de Adlikon y el lugar está repleto. La clientela está conformada por policías que no están en servicio en este momento y por personas mayores concentradas en diversos juegos de cartas.
Un par de mujeres con las que charlamos se muestran sorprendidas al conocer que la tasa de divorcios es muy alta en esa zona.
«¡Es muy interesante saberlo! Por eso no me voy a casar», bromea una de ellas, quien se encuentra en la mediana edad, ante la cómplice de su joven acompañante.
«Creo que la gente sueña con una casa en el campo, y luego encuentran que tal vez es demasiado ‘campo’ para ellos, o al menos para uno de los miembros de la pareja. Y ahí inician los problemas”, reflexiona un servidor público al que entrevistamos.
El rol de la religión
Una mujer mayor y con aire maternal observa interesada el mapa de los divorcios en Suiza que acabamos de mostrarle. Afirma convencida que la religión es lo que explica que en algunas partes de Suiza las rupturas sean menos comunes.
«En las zonas católicas hay menos divorcios. Somos mucho más libres aquí», dice.
Por “aquí”, la entrevistada entiende los municipios protestantes del cantón de Zúrich. Adlikon, por ejemplo, carece de iglesia, mientras la vecina Andelfingen cuenta con un templo católico y uno protestante.
Curiosamente, en el montañoso -y predominantemente católico- cantón del Valais, existen dos pueblos en los que da la impresión que ninguna pareja se ha divorciado nunca. Los habitantes locales tendrían que reflexionar sobre los porqués.
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Pueblos suizos donde nadie se divorcia
Cuestionado sobre si la religión es el factor clave en la estabilidad de las parejas suizas, François Höpflinger, sociólogo en la Universidad de Zúrich, se muestra escéptico. Considera que las creencias religiosas no son la principal razón que explica que una pareja siga junta, pero concede que influyen en la tasa de divorcios.
«Las zonas rurales tienen más probabilidades de ser católicas; y las urbanas, protestantes, aunque el fenómeno es mucho menos marcado que antes”, dice Höpflinger a swissinfo.ch.
Pero lo que sí han cambiado, sin importar la religión, son las reglas sociales y la percepción de lo que está permitido. Y de eso hablamos con la gente.
De regreso al restaurante en Adlikon, la entrevistada de edad avanzada afirma: «Me parece bien que los niños nazcan fuera del matrimonio en el presente. Pero hace 40 o 50 años esto no sucedía».
Otro entrevistado, un hombre de cabello cano, coincide en que hoy es mucho más aceptado que las parejas no se casen. Pero ambos destacan que también conocen un número importante de parejas que sí optaron por el matrimonio y que se han mantenido juntos entre 20 y 40 años.
Juntos, pero no tanto
Höpflinger abunda sobre el tema de las nuevas reglas sociales a las que hizo alusión previamente. Explica que hay nuevas fórmulas de convivencia que influyen en la tasa oficial de divorcios y en sus registros estadísticos.
«En las ciudades, las parejas a menudo no se casan siquiera. Por lo tanto, estos ‘divorcios’ no son oficiales y no se registran en la estadística. Ésta es una de las razones por las cuales en Suiza el número de divorcios se ha reducido, simplemente porque menos personas se casan», dice Höpflinger.
En 2014, se casaron cerca de 42.000 parejas en Suiza. A finales de los 60, el dato era de 46.000 bodas al año, con un máximo ‘pico’ histórico registrado en 1991, cuando se reportaron 47.567 matrimonios. Para memoria, la Oficina Federal de EstadísticaEnlace externo comenzó a registrar las uniones legales en el año 1801.
Por otra parte, continúa Höpflinger, hay divorcios que jamás se consuman aunque las parejas sean infelices. «Y parece que en la mayoría de los países, las tasas de divorcio han ido disminuyendo también porque la gente encuentra nuevas formas de mitigar sus conflictos. Por ejemplo, vivir cada quién por su lado, o simplemente, en relaciones abiertas».
Más tarde, una vez que he abandonado el pueblo de Adlikon, me encuentro con un hombre que pasea a su perro. Comenzamos a conversar y escuchar que el divorcio es muy común en la zona que habita le intriga y lo anima a hablar.
«Yo estoy viviendo justamente este proceso», me dice. Da la casualidad de que él y su esposa se separaron apenas enero.
Comparación entre Suiza y Estados Unidos
En Estados Unidos, el índice de divorcios suele ser más elevado en las zonas rurales que en las urbanas. En el noreste, donde el nivel de educación y la edad de las parejas en el momento de casarse son más altos, la proporción de divorcios es relativamente baja.
Influye también el factor religioso. «En Estados Unidos, pertenecer a una religión es más importante que en Suiza o en Europa. Hay religiones que prohíben el divorcio y el sexo antes del matrimonio, y que obligan una cierta dosis de control social», explica el sociólogo de la Universidad de Zúrich, François Höpflinger.
La socióloga de la Universidad de Texas, Jennifer Glass, coincide en que en Estados Unidos la religión y la cultura influyen más en la tasa de divorcios que la ubicación geográfica.
«En el sur, las creencias religiosas conservadoras llevan a las comunidades a rechazar una educación sexual integral e incitan a los jóvenes a abstenerse de mantener las relaciones sexuales antes del matrimonio,» explica Glass a swissinfo.ch.
La socióloga considera que los matrimonios forzados (frecuentemente, producto de un embarazo) aún son comunes en el sur, ya que muchos están convencidos de que tanto los anticonceptivos como el aborto son pecado.
«Las jóvenes que mantienen relaciones sexuales suelen embarazarse y ven en el matrimonio la única solución. Así, la combinación de creencias conservadoras respecto al sexo y la insuficiente educación sexual se traducen en matrimonios precoces entre jóvenes que carecen de una educación adecuada y de la formación necesaria para ser económicamente independientes. Y en las parejas que se casan y tienen hijos demasiado pronto se registran mayores tasas de divorcio”, explica Glass.
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