Suicidio asistido: ¿Quiénes son los asistentes?
En Suiza, ayudar a las personas a suicidarse es un empleo. Los trabajadores de Exit, la mayor organización de suicidio asistido, suelen ser jubilados. Suministran la medicación fatal a los pacientes que quieren morir. Pero su papel va mucho más lejos.
Jürg Billwiller espera su tren a Berna en la estación principal de Zúrich. Participa en un programa de formación de Exit para asistentes en procesos de suicidio acompañado. Junto con su mentora, Doris Wartenweiler, hoy ayudará a un paciente. Es la segunda vez que lo hace. “Estoy nervioso”, admite el pensionista.
Más de 40 personas están registradas en Exit como asistentes. Según Jürg Wiler, vicepresidente de esa organización, la mayoría son jubilados de más de 65 años.
Casi 1 000 personas reciben asistencia de Exit cada año. Por lo general (98% en 2019) optan por morir en sus propios hogares o en la institución donde viven.
Los asistentes como Billwiller llevan la dosis fatal de pentobarbital, siempre recetada por un médico, a la casa del paciente. Una vez que este se ha autoadministrado la dosis y se ha producido el deceso, el asistente permanece en el lugar durante la inspección policial.
Previamente ayudan a los pacientes a prepararse para el último día. También atienden a familiares en duelo y amigos cercanos que están presentes en la hora final.
Las personas que asisten a quienes deciden poner fin a sus días deben cumplir numerosas condiciones y participar en un programa de formación de un año para conocer los aspectos médicos, legales y psicológicos del suicidio asistido y saber cómo cuidar a los pacientes.
Los requisitos básicos en Exit son «experiencia de vida, conocimiento de las personas y habilidades sociales y técnicas». Como resultado, muchos asistentes tienen experiencia en trabajo social o medicina. También hay algunos exsacerdotes y maestros.
Deben cumplirse las siguientes condiciones:
– Conocimientos y habilidades en psicología y comunicación.
– Respeto al derecho a la autodeterminación
– Una personalidad estable con empatía y paciencia.
– Conocimiento del contexto legal del suicidio asistido
– Idealmente mayores de 40 años
Los asistentes de Exit se emplean por contrato. Por cada caso que manejan, reciben 650 francos, además de una asignación básica para gastos como llamadas telefónicas y viajes al lugar del fallecimiento. “Como regla general, un asistente dedica aproximadamente 20 horas a cada caso. Eso equivale a una tarifa de 35 a 40 francos por hora, aproximadamente el equivalente a la paga en trabajos de enfermería”, escribió Exit en respuesta a SWI swissinfo.ch.
Los asistentes de Exit se emplean por contrato. Por cada caso que manejan, reciben 650 francos, además de una asignación básica para gastos como llamadas telefónicas y viajes al lugar del fallecimiento. “Como regla general, un asistente dedica aproximadamente 20 horas a cada caso. Eso equivale a una tarifa de 35 a 40 francos por hora, aproximadamente el equivalente a la paga en trabajos de enfermería”, escribió Exit en respuesta a SWI swissinfo.ch.
De preventivo a ayudante
Jürg Billwiller fue el director de una prisión en Zúrich durante muchos años. Después de su jubilación, vio un anuncio de Exit y presentó una solicitud.
Como director de una prisión, su papel era evitar que los presos se suicidaran. ¿Por qué ahora está dispuesto a ayudar a personas extrañas a morir?
Billwiller dice que estas dos situaciones no se pueden comparar. “El suicidio en prisión ocurre por impulso, porque alguien está bajo presión”, explica en una entrevista con la SRF. «Las personas que deciden morir con Exit están libres de esa presión».
Martin Krähenbühl, un experimento asistente en casos de suicidio acompañado, comenzó a trabajar como tal después de que muriera su esposa aquejada de ELA (esclerosis lateral amiotrófica). La mujer pidió a su médico que le recetara una mezcla de morfina y oxígeno, una combinación fatal que le permitió morir en paz.
En una entrevista en 2018 con el diario Suedostschweiz, Krähenbühl (64) comentó que necesitó “de dos a tres años para digerirlo y volver a sentir el suelo bajo mis pies”. Anidó entonces en él el deseo de «ayudar a otras personas como mi esposa, con situaciones difíciles de salud”.
Aumenta la demanda
El número de personas que reciben ayuda de Exit está en aumento. Cuando comenzó, Krähenbühl se hacía cargo anualmente de entre 15 y 20 personas que querían morir. Cinco años después son unas 30. Como resultado de ese incremento Exit busca nuevos asistentes.
Jürg Wiler explica que ello obedece también al retiro de los asistentes, muchos de los cuales deben dejar esa labor debido a lo avanzado de su edad. “Además, queremos tener las mejores redes posibles de asistentes en las diferentes regiones de Suiza para que estos no tengan que viajar demasiado lejos”.
Para extranjeros
Dignitas, la segunda organización más grande para el suicidio asistido, también acepta extranjeros que no residen en Suiza. Su proceso de entrenamiento y suicidio asistido es casi el mismo que el de Exit. La gran diferencia es que los empleados de Dignitas entregan el medicamento, no las personas contratadas para prestar asistencia. “Once de nuestros 31 empleados tienen esa tarea además de su trabajo normal de oficina”, precisa Silvan Luley, miembro de la organización.
Las personas que vienen del extranjero para morir en Suiza suelen fallecer en las instalaciones de Dignitas.
A diferencia de los Países Bajos, donde el suicidio asistido tiene lugar en el marco de la relación médico-paciente, Suiza ha establecido un sistema triangular: un tercero como Dignitas o Exit está involucrado además del paciente y el médico.
“En los 35 años transcurridos desde que se fundaron las primeras organizaciones de suicidio asistido, este se ha llevado a cabo en una estructura triangular. Los médicos pueden apoyar directamente el suicidio, pero la mayoría no tienen el tiempo ni la experiencia necesaria para ello, así que nos ocupamos de esta parte”, explica Luley, portavoz de Dignitas.
¿Trabajo deprimente?
Susanna Schmid, exabogada especializada en asuntos juveniles, se convirtió en asistente para las personas que optan por el suicidio acompañado después de jubilarse anticipadamente a los 60 años.
“A menudo me preguntan si mi trabajo es deprimente. Siempre respondo que es muy exigente más que deprimente». En un boletín de Exit, explica: “Tengo que estar muy atenta a todos los presentes. Paso más tiempo pensando en los jóvenes que tienen que irse ‘antes de tiempo’ debido a enfermedades graves y que a veces dejan atrás a adolescentes o niños pequeños”.
Tanto Exit como Dignitas tienen un sistema de apoyo interno. Según Luley, los asistentes en Dignitas pueden decidir si quieren ocuparse de casos específicos. «Es posible pasar un caso a otro empleado», puntualiza.
Susanna Schmid comenta que puede discutir experiencias difíciles con personas cercanas a ella o, si es necesario, con el jefe de asistencia para suicidios en Exit. Eso ayuda, subraya.
Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín
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