Caza en Suiza: la recompensa a un año de trabajo
La temporada de caza, que en Suiza está estrictamente controlada, ya ha empezado. Clare O'Dea se inició en el ritual que cada otoño atrae a miles de personas equipadas con rifles a recorrer las montañas helvéticas.
Estamos trepando entre rocas sueltas en una empinada ladera de la montaña cuando escuchamos un súbito disparo. Son las ocho menos cuarto de una mañana prístina y soleada en el Paso de Euschels, en la parte occidental de los Alpes Centrales. A nuestro alrededor, los picos se convierten en un anfiteatro natural que observa uno de los dramas más antiguos del hombre: la caza.
No hay tiempo para detenerse. Estamos a la intemperie y debemos llegar a un punto de resguardo antes de que arriben los rebecos. Camino con un gran cuidado, tengo en mente una historia que escuché anoche: un cazador se rompió una pierna al deslizarse accidentalmente entre dos rocas.
La historia de la caza está llena de anécdotas de advertencia.
Un poco después estamos ya a resguardo en una roca inmensa, tiene el tamaño aproximado de un monovolumen, esta será nuestra base y atalaya durante el resto de la mañana. Mi guía se llama Thomas. Los miembros de su club de caza, llamado Diana Sense Oberland, se reparten en pares por los alrededores.
Los cazadores tienen un papel protagonista el día de hoy. Y el desafortunado rebeco es la víctima. Originarias de las cordilleras europeas, estos antílopes pardos y grises son trepadores de alta resistencia que pueden ser avistados fácilmente. Durante la mayor parte del año están a salvo del hombre. Pero este es el tercer día de la temporada de caza de rebecos este año, que durará dos semanas y eliminará el 15% de esta población. Los siguientes en la línea de mira son los ciervos y los corzos, que se encuentran en tierras bajas.
Thomas fija su telescopio y en el extremo más distante del valle, desde donde provino un disparo poco antes, alcanza a divisar a algunos de sus colegas.
«Cazaron uno», susurra Thomas, «eche un vistazo». Me cubro un ojo y miro a través del visor la escena que refiere. Están a aproximadamente un kilómetro y medio de nosotros, en un lado sombrío del valle.
Este tipo de gacela debe ser destripada y limpiada inmediatamente después de su muerte. Aunque las imágenes que veo son minúsculas, consigo darme cuenta de las manipulaciones que realizan. Las regulaciones establecen que las entrañas del animal deben ser enterradas al momento o cubiertas con piedras. Después, tan le sea posible, el cazador debe llevar al animal a un lugar donde pueda ser colgado para que lo inspeccione un guardabosques local.
Magnífico telón de fondo
Nos hemos mantenido en movimiento durante dos horas y ha llegado el momento de desayunar. Thomas comparte conmigo sus provisiones: salchicha seca de venado y pan integral. La roca nos ofrece una excelente protección y mientras comemos, mantenemos la mirada atenta en las verdes laderas que están entre el derrubio y los abetos. Ahí se avistó un pequeño grupo de rebecos ayer.
Al sudoeste de donde nos encontramos se halla el parque natural regional de Gruyère-Pays d’Enhaut, hogar de campesinos francófonos que elaboran el célebre queso gruyere. Al noreste está el Parque Natural Gantrisch, un área montañosa adyacente a los Alpes Berneses cuyos escasos y dispersos residentes son de habla alemana.
Las montañas que flanquean el Paso de Euschels son pues un enlace geográfico natural entre las dos principales regiones lingüísticas de Suiza. Pertenecen a una cooperativa de agricultores cuyas vacas, ovejas y cabras pastan regularmente en esta zona durante la temporada estival. Los propietarios del puñado de refugios de montaña que hay ahí cuidan del ganado y brindan hospitalidad a los excursionistas.
La caza es un juego de espera. El tintineo de campanas de las vacas recorre el valle y se fusiona con los silbidos de las marmotas alpinas. Un águila surca el cielo azul claro que nos cobija.
«Es el momento de disparar», dice Thomas mientras prepara su arma. “Un disparo limpio en el corazón y los pulmones… Y si hacemos bien nuestro trabajo, cae muerto en el acto”. La regla de oro es: jamás persigas a un rebeco porque siempre te aventajará.
“Lo que más me atrae de la caza es la conexión con la naturaleza. Y también que es una forma de obtener carne orgánica. El animal nace y crece de forma salvaje y es matado con un solo tiro limpio. ¿Dónde más podría obtenerse carne de este tipo?”, Thomas.
Cuestión de suerte
Hay 760 cazadores con licencia en Friburgo, pero no todos pueden salir de caza cada año. Solo están autorizados quienes se postularon a tiempo y recibieron permiso a través de un sorteo que se realiza anualmente en el cantón. Thomas tuvo suerte, obtuvo el permiso para disparar a un rebeco hembra sin cría en esta temporada. Pero el reto es dispararle a menos de 200 metros. Así que el día será largo.
Esperamos varias horas, pero el rebeco no aparece por donde estamos. La jornada se torna calurosa y los animales van en busca de sombra. Volvemos pues hacia Obere Euschels, que es la montaña más cercana, para reagruparnos y descubrir qué noticias tienen los otros. Para estos cazadores, la camaradería es parte fundamental de la experiencia.
Pero hoy, ya fue cazado un animal y la celebración no se hace esperar. Simon, de 27 años, el más joven del grupo, es el exitoso cazador de la jornada. Para festejarlo, se regalan una primera ronda de licor y tabaco. Todos sostienen el vaso con la mano izquierda para invocar la buena suerte, mientras dicen con entusiasmo: ¡»Weidmannsheil»! (que significa ¡buena caza!, en el argot de los cazadores).
En medio de la charla, el alcohol y el tabaco, Simon se escabulle un momento de la mesa para mostrarme a su rebeco.
En animal cuelga de una viga en el establo. Entre sus dientes sostiene una rama de árbol. «Es su última comida», dice Simon, «lo hacemos por respeto». Cazó a este rebeco con un rifle calibre .270 (Winchester), un arma ligera y popular entre los cazadores de esta región de Europa.
Su presa tiene una mancha negra distintiva en la cadera y Simon cuenta que la tenía en la mira desde mayo pasado. «El sábado pasado la vi durante 12 horas, pero no pude acercarme a ella a menos de 300 metros. Luego vino la niebla. Hoy, supe exactamente dónde esperarla. Cuando le disparé fue un momento de gran emoción, pero me sentí orgulloso «.
Tiempo de cosecha
Simon venderá el animal íntegro a un restaurante por 200 francos suizos. Es menos de lo que le cuesta el permiso para cazar. Una licencia básica de caza tiene un valor de 200 francos en Friburgo. Pero los cazadores deben pagar además un permiso por cada animal al que quieran disparar: 250 francos por un rebeco adulto; 160 francos por un corzo adulto; y 200 francos por un ciervo. El precio se triplica para los cazadores que no son del cantón.
Para realizar esta expedición, la mayoría de los hombres presentes se han ausentado del trabajo. Ahora están reunidos en torno a una larga mesa de madera para compartir los alimentos atendidos por el anciano propietario de un lugar, quien además tocará el acordeón para ellos. Este grupo de cazadores está conformado por un carpintero, un técnico de estampado jubilado, un camionero, un cuidador y también por un empleado de banco. Pero nadie habla de su trabajo aquí. Comemos salchichas, queso de cabra y pan, mientras los excursionistas pasan y nos saludan amistosamente en francés y dialecto suizo alemán.
«Esta es nuestra cosecha después de un año de trabajo», me dice Hugo, el cazador más experimentado. Y explica que miembros del club de caza tienen tareas durante todo el año. Por ejemplo, Hugo ayudó a salvar cervatillos de las máquinas cosechadoras combinadas durante la temporada de siega, dedicó tiempo a realizar trabajos de mantenimiento forestal e hizo su prueba anual obligatoria de tiro al blanco.
“Crecí con la caza. Mi padre era cazador y su padre antes que él. Para mí, se trata ante todo de estar en contacto con la naturaleza «, dice Hugo.
«Cazar tiene un gran significado para mí y consume gran parte de mi tiempo libre. La motivación es difícil de explicar, está ligada a nuestros genes y a la evolución. Cazar es una verdadera pasión para mí”: Thomas.
Observación nocturna
Al final de la tarde llega la hora de prepararse para el segundo día de intentos. Los cazadores se dispersan y yo sigo a Thomas, quien esta vez me dirige hacia otra zona del valle. Después de otra intensa escalada en una zona rodeada de árboles, encontramos nuestra nueva base, que ofrece una vista perfecta hacia una de las laderas de la montaña.
Pronto detectamos la actividad de un rebeco. Por encima de nosotros, a la derecha, hay una que podría estar lo suficientemente cerca para disparar, pero está demasiado alta y se encuentra en una cara rocosa que es totalmente inaccesible. Antes de tirar, todo cazador debe tener en cuenta que está obligado después a ir a recuperar el cuerpo del animal.
En el lado más alejado de la pendiente, aparecen otros dos rebecos que pastan tranquilamente. Aunque están fuera de rango para un posible disparo, el macho luce nervioso y se retira constantemente para esconderse entre los árboles. A veces, a través de los prismáticos, uno tiene la impresión de que nos miran a los ojos con aire desconfiado. La hembra, por su parte, deambula relajada.
Las precauciones del macho tienen su recompensa. La pareja podrá pasar un día más junta. Se mantienen a distancia durante la noche y es imposible acercarse a ellos lo suficiente para tirar sin ser descubiertos. Pero Thomas disparará 24 horas después, desde el mismo pasto, ya ubicado en una mejor posición.
Ahora, el sol ha caído y la luz se aleja con rapidez. Ha llegado el momento de recoger los bártulos e iniciar el viaje de regreso a la cabaña donde los hombres pasarán la noche. El telón ha caído en la caza. Pero se levantará nuevamente mañana para una nueva dosis de tensión, tragedia y espectáculo. ¡Weidmannsheil!
Caza en Suiza
16 cantones suizos operan un sistema de licencias de caza en periodos específicos. La principal temporada es durante el otoño y se concentra en la caza de rebecos y ciervos. Nueve cantones operan un sistema de caza territorial donde las comunas otorgan derechos de caza a los grupos dedicados a esta actividad. Ginebra es el único cantón donde la caza está prohibida como pasatiempo; el sacrificio de animales es una tarea exclusiva de los guardabosques.
Según las cifras de 2016, los animales más populares cazados durante ese otoño fueron el corzo (43 616), el ciervo (11 873) y los rebecos (11 170).
La Asociación de Caza de Suiza estima que hay 30 000 cazadores activos en el país, de los cuales 1 500 son mujeres.
La caza es una actividad ampliamente aceptada en Suiza como mecanismo para mantener la población de animales salvajes en niveles sostenibles.
Una iniciativa presentada en septiembre del 2018 para prohibir la caza como pasatiempo en el cantón de Zúrich fue rechazada con el 84% votos en contra.
La demanda por la carne de caza por parte de restaurantes y supermercados supera a la oferta. Dos tercios de la venta de ésta es de importación.
Traducción del inglés: Andrea Ornelas
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