Presas en la prostitución y la magia negra
Migrantes nigerianas convencidas de ser víctimas de un sortilegio se ven reducidas a la explotación sexual en las ciudades europeas. Un misterioso fenómeno que preocupa también en Suiza, donde los trabajadores sociales organizan cursos para sensibilizar sobre el problema.
“Los traficantes han encontrado la manera de hacerse con las chicas para siempre. Es una especie de estrategia de marketing”. Así describe Gifty Amponsah la estratagema que utilizan los traficantes de seres humanos para captar y obligar a numerosas jóvenes nigerianas a prostituirse.
Esta migrante ganesa, que vive en Biel (cantón de Berna), se ha entrevistado con varias víctimas e intenta ayudarlas, con el apoyo de la asociación suiza de lucha contra la trata de seres humanos ACT212Enlace externo. La asociación organiza cursos para sensibilizar a los trabajadores sociales o miembros de organizaciones que tienen contacto con las prostitutas sobre este problema específico y difícil de entender en la sociedad occidental.
Desde octubre de 2015, la asociación de lucha contra el tráfico de seres humanos ACT212Enlace externo ha creado una oficina para recopilar indicios en toda Suiza. Permite pedir ayuda o denunciar un crimen de forma anónima, por teléfono (0840 212 212) o vía e-mail.
Stephan Fuchs, especialista en la inmigración nigeriana y fundador del sitio web Trafficking.chEnlace externo, explica cómo las mujeres convencidas de ser víctimas de un sortilegio caen en las garras de redes de la prostitución en el corazón de las ciudades europeas.
El miedo de morir
La mayoría de estas jóvenes son originarias de una de las regiones más pobres de Nigeria, el estado de Edo. Muchas veces su historia comienza así: conocen a una ‘madama’, o sea una proxeneta, o un benefactor –por llamarlo de alguna manera– que les promete un trabajo y un futuro mejor en Europa. Pero antes de emigrar tienen que prestar juramento y comprometerse a reembolsar la deuda contraída para emprender el viaje.
Para doblegar a estas mujeres, los traficantes recurren a un ritual de magia negra llamado ‘yuyu’, que tiene sus orígenes en una religión animista muy expandida en África Occidental. En el transcurso de una ceremonia, un brujo extrae sangre, trozos de uñas y vello púbico de la joven y los mezcla con hierbas. Luego, realiza cortes en la piel de la mujer para introducir el mejunje en las heridas.
‘Poseída por un mal de ojo’, la víctima no tiene más remedio que someterse. “La creencia es tal que estas mujeres están convencidas de que, si rompen el juramento, se volverán locas, contraerán enfermedades o incluso morirán”, explica Stephan Fuchs.
Ocho euros por cliente
Al llegar a Europa, las jóvenes nigerianas son obligadas a prostituirse hasta que puedan reembolsar la deuda que han contraído. Unos 70 000 francos, según Stephan Fuchs, o sea, una suma mucho más significativa que los gastos efectivos de un viaje a Europa, y que muchas emprenden arriesgando su vida, especialmente durante la travesía del Mediterráneo.
Así, tienen que conseguir clientes en condiciones miserables, pues sufren amenazas y malos tratos por parte de los proxenetas. “Por un precio de siete u ocho euros por servicio practicado en Italia, lo cual puede durar alrededor de seis años. En Suiza, son alrededor de 50 francos por cliente, entonces tardan menos”, precisa el especialista. La totalidad de los ingresos va a la ‘madama’. El caso de trata de seres humanos es flagrante.
De víctima a verdugo
Una vez que consiguen reembolsar el dinero, las jóvenes se liberan del ‘yuyu’ y de su proxeneta. Sin recursos y sin perspectivas, a veces siguen prostituyéndose o incluso se convierten en ‘madamas’ utilizando la misma estratagema, anota Stephan Fuchs. “Es un círculo vicioso que se ha establecido y que es muy difícil de romper. Tenemos que lanzar una señal y llevar a más de estos traficantes a prisión”, puntualiza.
La policía y los trabajadores sociales se sienten impotentes. Frente a prostitutas nigerianas sumergidas en el mutismo, paralizadas por el miedo a represalias y a la “maldición” que podría caer sobre ellas, es difícil detectar los casos y ayudar a esas mujeres. Son las mismas razones por las que nos ha sido imposible encontrar a una víctima dispuesta a dar su testimonio para este artículo.
“No les podemos decir simplemente que no crean en el yuyu, porque han crecido con esas creencias. Hay que darles una alternativa”, explica Gifty Amponsah. Para ella, una solución es proponerles un Dios más poderosos, “como Jesús”. “Muchas prostitutas duermen con la Biblia debajo de la almohada, incluso si no saben leer, para protegerse de los malos espíritus”, relata.
Stephan Fuchs se muestra escéptico sobre los medios para convencer a las víctimas de que pueden buscar ayuda sin correr riesgos; intentar que esas mujeres entren en razón es una misión imposible. El miedo al yuyu es tal que algunas desarrollan hasta trastornos psíquicos. Fuchs relata la historia de una nigeriana que se derrumbó al sufrir una crisis convulsiva. Una vez hospitalizada no recordaba nada, pero la situación se repitió varias veces. “Hasta hay tentativas de someterse a contra-rituales para romper el sortilegio, pero tampoco son una garantía de que funcione”, acota Stephan Fuchs.
“Tenemos que tomar en serio a esas mujeres”
Informar y sensibilizar a las personas que tienen contacto con las prostitutas, sobre todo mediante cursos, es primordial para Stephan Fuchs. “No debemos subestimar las creencias de esas mujeres. Hay que tomarlas en serio y escucharlas”, recomienda.
El fenómeno se da principalmente en los países que son la puerta de entrada a Europa para los inmigrantes, como Italia, España, Francia o Portugal. En 2016, unas 11 009 mujeres nigerianas llegaron a Italia. El Organización Internacional para las MigracionesEnlace externo (OIM) estima que el 80% de ellas son víctimas de la trata de seres humanos.
“Suiza no está al margen. Sin embargo, no hay cifras estimativas ni condenas de proxenetas hasta la fecha, pero estamos trabajando en ello”, asegura Stephan Fuchs. El Centro de apoyo a mujeres migrantes y víctimas de trata de mujeres (FIZ) ha identificado 233 casos en 2016 en Suiza y estima que el 10% de las víctimas son nigerianas.
En Zúrich, la policía tiene conciencia del problema, pero hasta la fecha no ha podido demostrar jurídicamente ningún caso”.
“Hay muchas prostitutas nigerianas y tenemos indicios de algunas situaciones que pueden ser tráfico de seres humanos. Aun así, ninguna mujer ha prestado testimonio hasta ahora, justamente porque les aterroriza hablar”, explica Markus Gähwiler, investigador de la policía cantonal de Zúrich especializado en tráfico de seres humanos.
Según Gähwiler, las víctimas no suelen confiar en las autoridades ni en las fuerzas del orden. Por esa razón ha depositado toda su esperanza en la sensibilización de varias organizaciones que podrían tener acceso a las víctimas. “Los trabajadores sociales no deben tener miedo de contactarnos en caso de sospecha. La policía cantonal de Zúrich dispone de expertos en materia de trata de seres humanos que son los indicados para brindar ayuda”.
Esclavas en la sombra también en Suiza
Según la definición internacionalmente reconocida, el tráfico de seres humanos consiste en “reclutar a personas, ofrecer sus servicios, transferirlas o introducirlas mediante intermediarios, alojarlas o acogerlas con miras a explotarlas”. Las víctimas pueden ser objeto de explotación sexual, laboral o de tráfico de órganos.
Suiza está afectada por la trata de seres humanos al ser un país de tránsito y destino. La mayoría de las víctimas son explotadas sexualmente en las redes de la prostitución.
Pero es muy difícil detectar los casos. Las víctimas no denuncian a sus verdugos por miedo a represalias. Según el Servicio de Coordinación contra la Trata de seres humanos y el Tráfico de migrantesEnlace externo (SCOTT), el número de personas transferidas cada año a Suiza con fines de explotación sexual oscila entre 1 500 y 3 000.
Debido a los numerosos casos probablemente no identificados, las estadísticas oficiales de la policía y la justicia dejan mucho que desear. En 2016, la policía suiza determinó 125 casos de trata de seres humanos, según la Oficina Federal de Estadística.
Traducción del francés: Belén Couceiro
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