«Una cultura desigual legitima la desigualdad»
Así lo sostiene la escritora Laura Freixas. Seis años después de promulgar la ley para la igualdad de género, España avanza en los ámbitos político, jurídico y empresarial. Pero la cultura se enfrenta aún a raíces sexistas: la presencia de las mujeres en los libros de texto es de solo un 12,8%.
“Desde hace más de dos siglos, el feminismo aspira a tres tipos de igualdad entre los sexos: jurídica, política y educativa. Tras una ardua lucha, los ha conseguido. Hoy, las mujeres occidentales tienen derecho de voto, igualdad jurídica con el varón, e igual -o incluso superior- nivel educativo”, señala a swissinfo.ch Laura Freixas.
Nacida en Barcelona, pero afincada en Madrid, la novelista y autora de Literatura y Mujeres –que analiza la presencia de las mujeres en este dominio del arte– enuncia el que, a su juicio, es el origen del problema de equidad que persiste en el siglo XXI: “Los libros de texto, y los medios de comunicación en general, nos presentan un mundo artificial formado casi exclusivamente por varones. No plantean la pregunta de por qué esto es así. Y el resultado, no deliberado ni consciente, pero sí eficacísimo, es naturalizar el predominio masculino, convencernos de que es normal”.
“Si aún existen desigualdades como la brecha salarial, la feminización de la pobreza, el monopolio masculino del poder empresarial o la violencia de género, ¿qué ha fallado? ¿Cuál es la pieza que falta? A mi modo de ver, es la cultura”, afirma.
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Los clichés son difíciles de erradicar
Se avanza, pero el camino es largo
En materia legal los avances en la igualdad de género son tangibles. La Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (1990) sentó las bases para una reforma de los modelos culturales sexistas. La Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres (2007) las reforzó.
Carmen Plaza Martín, directora general del Instituto de la Mujer (Inmujer), explica a swissinfo.ch que “la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva, que tuvo un amplio apoyo político y social, contempla todos los ámbitos en los que es necesario actuar para que la igualdad sea plena y efectiva”.
En el lenguaje administrativo, asegura, se ha avanzado en la incorporación en diversos manuales de capítulos concretos que garantizan un lenguaje no sexista. En el sector corporativo, los cambios también son tangibles, porque cada vez hay más planes de igualdad y las empresas tienen cada vez más consciencia del valor de la igualdad. En la cultura, se ha trabajado en el lenguaje y en el contenido de la publicidad, de los medios de comunicación -como potentes agentes socializadores- y también en los libros de texto.
En su opinión, hay avances y “los vehículos de transmisión cultural están en fase de trasformación”. Hoy, el uso del femenino, nombrar a las mujeres, es mucho más habitual en el habla cotidiana. “Cuando se dice alcaldesa, ya nadie piensa que es la mujer del alcalde”.
No obstante, Carmen Plaza reconoce que aún hay camino por andar en materia de educación.
En un análisis sobre el sexismo lingüístico, Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia y catedrático de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid, defendió en 2012 la necesidad luchar por eliminar la discriminación de la mujer por esta vía, pero denunció la complejidad del asunto.
Los manuales españoles contra el sexismo consideran inapropiadas frases como Los directivos acudirán a la cena con sus mujeres o Los trabajadores de la empresa. No obstante, Bosque afirma que plumas destacadas como Soledad Puértolas, Maruja Torres, Carmen Posadas, Rosa Montero o Almudena Grandes no siempre cumplen las directrices establecidas contra el sexismo lingüístico.
Resulta difícil definir si decir Juan y María viven juntos es sexista. Ignacio Bosque reconoce la importancia de la visibilidad de la mujer en las expresiones, lo que frecuentemente se logra con el desdoblamiento –hablar de ciudadanas y ciudadanos, hermanas y hermanos. Pero destaca que también es importante reconocer simple y llanamente que, si se aplicaran las directrices propuestas en estas guías en sus términos más estrictos, no se podría hablar.
Falta de rigor cultural
La Escuela Secundaria Obligatoria (ESO) es la que educa fundamentalmente a la ciudadanía, reflexiona Ana López Navajas, coordinadora general del proyecto de investigación auspiciado por el Ministerio de Ciencia e Innovación para cuantificar (2008-2011) la presencia de los hombres y mujeres en los libros de texto (de TRACE Las mujeres en los contenidos de la ESO).
En los libros de texto españoles “la presencia de las mujeres es de apenas del 12,8%. Están ausentes de la tradición cultural que enseñamos, lo que constituye una falsedad y una falta de rigor considerable en el relato cultural”, explica a swissinfo.ch la profesora de la Universidad de Valencia.
“En la visión del mundo, hay una exclusión de la mujer que se traslada desde la enseñanza. Para las mujeres, esto supone una ausencia de referentes que fragiliza su situación social y perpetúa las desigualdades. Y es además una grave carencia colectiva porque, al desconocer la memoria y el saber de las mujeres, toda la sociedad pierde parte de su acervo cultural y cuenta con menos recursos para comprender el presente y proyectar el futuro”, sostiene la experta.
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Entre recuerdos y reivindicaciones
Menos oportunidades ‘XX’
¿Qué implicaciones concretas tiene el cariz sexista de la educación en las oportunidades que hoy reciben las mujeres españolas?
“Una cultura desigual legitima y perpetúa la desigualdad”, anota Laura Freixas. En la actualidad, dice, la cultura es creada y dirigida fundamentalmente por varones, lo que hace que sus experiencias y puntos de vista preserven el protagonismo y se manifiesten como universales.
Ana López Navajas asegura que “el desconocimiento de las contribuciones y la tradición cultural de las mujeres en los libros de texto las deja sin modelos y les resta valor social: al no ver reconocido sus méritos parece que no hayan aportado nada, lo que las sitúa en una posición desfavorecida, sin reconocimiento social, y esto perpetua las desigualdades y dificulta sus posibilidades de desarrollo social”.
En España, la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo incorporó en los libros de texto (1990) el principio de igualdad de oportunidades y la no discriminación, fundamental para toda actividad educativa.
El Real Decreto 388 (1992) comenzó a regular la supervisión de los libros de texto y materiales; y la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres (2007) dio un espaldarazo a los esfuerzos anteriores.
El proyecto de investigación TRACE Las mujeres en los contenidos de la ESO, del Ministerio de Ciencia e Innovación, concluyó en 2011- tras analizar 115 manuales correspondientes a todas las asignaturas de los cuatro cursos de la E.S.O- que la presencia de las mujeres supone solo 12,8% de los contenidos del material didáctico que se utiliza la educación media española.
En un segundo análisis, a partir del número de las “apariciones” de los personajes contabilizados, la presencia femenina cae por debajo del 7%.
En materias como la educación cívico-ética, el francés o el inglés, las mujeres tienen una presencia superior al 20% en los libros de texto; pero en asignaturas como tecnologías o matemáticas, ésta es inferior al 3%.
Pasar a la acción
El problema de la educación sexista no se resolverá espontáneamente, opina Laura Freixas. “La desigualdad no es una rémora del pasado que desaparecerá por sí sola con el paso del tiempo”. Las mujeres que trabajan en el ámbito de la cultura han visto pasar 35 años -desde la Constitución de 1978 y la llegada de la democracia- en los que los avances son limitados, recuerda la escritora. Y esto se evidencia en la baja participación de la mujer en el cine, la ciencia o las artes plásticas, entre otras actividades.
Carmen Plaza destaca que organismos como el Instituto de la Mujer trabajan constantemente en eliminar las manifestaciones sexistas. “La igualdad en España ocupa un lugar muy destacado en la agenda política del Gobierno, especialmente en la situación de crisis que atravesamos actualmente, con objeto de evitar que ésta perjudique más a las mujeres, como ha ocurrido en otras etapas similares”.
En el ámbito de los libros de texto, el Inmujer seguirá realizando investigaciones para detectar las principales necesidades, afirma su directora, y lo hará “en colaboración con los centros escolares, las asociaciones de padres y madres, y las organizaciones profesionales del profesorado”.
Por su parte, Ana López Navajas subraya la importancia de la labor de divulgación: dar a conocer el papel de la mujer en la historia. “Crear libros de texto con relatos que recojan las memorias de hombres y mujeres en la ciencias, en las artes, la literatura y la historia. Esto podría romper la impermeabilidad de contenidos educativos que son completamente androcéntricos”.
La segunda parte del proyecto que coordinó consiste en preparar una base de datos que permitirá conocer qué mujeres deben incluirse en cada asignatura de cada curso en la ESO, precisa la profesora.
Esos pasos toman tiempo, pero son tangibles en un proceso que Carmen Plaza sintetiza con pragmatismo: “Cambiar las actitudes y la mentalidad social aún requiere tiempo”.
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