Cooperativas de vivienda como alternativa a la casa unifamiliar
La cooperativa “Mehr als Wohnen” de Zúrich es una urbanización colorista donde se reside en comunidad. Desde el congelador hasta la lavandería, desde el suministro de arroz o caldo hasta el espacio de trabajo: se trata de utilizar casi todo en común en vez de tenerlo en propiedad.
El dinámico distrito de LeutschenbachEnlace externo está a las afueras de la ciudad de Zúrich. En un terreno antaño ocupado por industrias y comercios, en la actualidad emergen urbanizaciones y conjuntos de viviendas.
La ciudad, que crece a buen ritmo, prevé desarrollar este barrio para acoger a un 25% más de habitantes, tal y como indican las previsiones hasta el año 2040.
Junto a los monótonos edificios construidos por un inversor privado, encontramos una urbanización sorprendentemente animada.
Entre edificios de diversos estilos arquitectónicos, encontramos un huerto. Una barbacoa y zonas de juego invitan a quedarse. Hay una librería en la que curiosear. Detrás de las ventanas, podemos ver a personas mayores ocupadas en el taller de costura. En medio de la urbanización, descubrimos una plaza con una fuente, árboles y sitios en los que sentarse. La zona de Hunziker es como un pueblo en el que, desde 2015, residen 1 400 personas.
Entre quienes habitan en la urbanización está Jonas, de 36 años, y su familia. Este treintañero jamás soñó con tener una casa unifamiliar. Y considera que la cooperativa “Mehr als WohnenEnlace externo” (“Más que una vivienda”) es una alternativa a esa Suiza, cuyo paisaje está totalmente fragmentado por casas individuales.
Jonas y su esposa viven con sus dos hijos pequeños en un apartamento de 116 m2 con cuatro habitaciones [tres dormitorios y un salón] y dos baños: lo normal en las nuevas construcciones suizas. En el espacio en el que se encuentran la cocina y el salón (que también forma parte de los nuevos estándares de construcción), hay una zona elevada, una especie de pozo con doble ventana, que aporta luz y espacio al apartamento; de lo contrario, sería más bien oscuro.
En esta zona de la casa, una familia ha construido un enorme tobogán para sus hijos, dice Jonas. La bodega (una habitación individual) está en la misma planta que el apartamento, y no en el sótano, como es lo habitual.
Compartir en vez de tener
La particularidad de esta cooperativa (como su propio nombre indica) es que no se trata solo de una vivienda en la que alojarse. El edificio incluye áreas comunes: un parque infantil cubierto, una sauna, una terraza en la azotea, un lugar de reunión en forma de taberna, salas de conciertos y de música, un espacio de trabajo común en lugar de oficinas privadas, un taller en el que inflar las ruedas de las bicicletas o incluso tomar una prestada, una casa de huéspedes para las visitas (porque los apartamentos a menudo carecen de sitio para alojar una habitación de invitados) un jardín común, así como salas de reuniones y de seminarios.
La renta incluye la suscripción a Mobility (servicio de coche compartido). Y también pueden alquilarse bicis o bicicletas eléctricas a precios especiales. Asimismo, en vez de que cada uno compre su propio congelador, los inquilinos pueden arrendar una caja en una habitación central con una temperatura a 18 grados bajo cero. En Suiza es habitual que en los edificios de alquiler haya una lavandería común. Aquí disponen de una lavandería de verdad con ocho lavadoras y secadoras. Las legendarias disputas entre inquilinos sobre los horarios de lavado es cosa del pasado.
Jonas está suscrito a la cooperativa de verduras. Esto significa que cada semana le corresponde un lote de verduras cuyo reparto se hace en bicicleta. Para ello, varias veces al año debe colaborar con las labores de agricultura. También podría participar de manera activa en la cooperativa lechera Basimilch y recibiría productos lácteos a cambio de ayudar a envasar el queso. Pero con dos niños pequeños, esto ahora no es factible. Sin embargo, utiliza el almacén colectivo, donde a cualquier hora del día o de la noche se puede comprar harina, arroz, pasta o café. A veces, más caro que en el supermercado, pero más cómodo y respetuoso con el medioambiente dado que la comida no está envasada.
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Esta vida en comunidad tiene la ventaja de permitir contactos rápidos. “En Suiza mucha gente vive de forma relativamente anónima en ciudades y aglomeraciones. Pero aquí, en el barrio, en pocos meses, hemos conocido a un número increíble de vecinos”, dice Jonas.
Para aquellas personas a las que les gusta vivir todavía más en comunidad, existe la posibilidad de habitar en apartamentos compartidosEnlace externo, donde cada uno tiene su propia habitación con baño y un pequeño rincón de cocina. La cocina y la sala de estar se comparten entre ocho personas.
Dependiendo de sus intereses personales, los residentes también pueden participar en uno de los 55 grupos del barrio. El grupo “Ysziit”, por ejemplo, elabora su propio helado y un apicultor aficionado produce miel en el tejado de una de las casas.
Un chat del barrio (un grupo de WhatsApp con 246 participantes) permite a los inquilinos intercambiar información sobre las necesidades de la comunidad. Jonas nos muestra los últimos mensajes: alguien tiene una mesa para donar, otra persona tiene manzanas, un residente está molesto porque alguien no ha desechado las basuras adecuadamente. Un día en que alguien vio en el vecindario un castor, la información se difundió rápidamente a través del correo electrónico y un numeroso grupo de personas llegó para observar al animal, cuenta Jonas.
Pero este ambiente de pueblo no le sienta bien a todo el mundo. Hay quienes han abandonado la urbanización porque esta forma de vida no les gustaba o porque habían soñado con mudarse al campo.
Jonas no utiliza todas las ofertas que tiene a su disposición. “Con el trabajo y la familia, hay mucho que hacer. A veces no tienes energías”. Sin embargo, considera que los numerosos eventos y conciertos son un gran privilegio. Cita como ejemplo el salón de Hombis, que para él es una verdadera joya. Christoph Homberger, un antiguo cantante de ópera, los fines de semana prepara en su sala de estar un menú de varios platos para sus invitados. Tras la comida, canta algunas canciones de Schubert y permite que los músicos invitados se presenten.
Altos estándares ecológicos
Aquí el uso conjunto del espacio y los recursos es más respetuoso con el medioambiente que en la propiedad privada. La cooperativa también está comprometida con la protección del medioambiente de otras maneras: a quienes viven aquí no se les permite tener coche. Además, se esfuerza por cumplir los objetivos de la sociedad de 2 000 vatios (el consumo por habitante no debe superar los 2 000 vatios).
Los baños se rellenan con agua de lluvia. Por lo que el agua empleada tiene un color extraño durante los períodos secos. Las instalaciones fotovoltaicas cubren el 25% del consumo eléctrico del emplazamiento y el agua caliente proviene de la calefacción urbana. Jonas no puede regular la calefacción porque está centralizada para toda la casa. Las habitaciones son más bien frías.
La circulación de aire pasa a través de un sistema de ventilación. Por lo que es bastante seco, lo que puede no ser ideal para los asmáticos, pero Jonas no tiene ningún problema al respecto. “Tenemos que hacer concesiones por la comunidad”, explica. El cumplimiento de los estándares de Minergie [marca suiza de construcción sostenible] también tiene efectos secundarios positivos: Jonas prácticamente no paga ninguna carga. Como máximo, el 10% del alquiler neto.
Vivir tiene un precio
Por un apartamento de 4,5 habitaciones, Jonas paga 2 400 francos de alquiler. Suena caro, pero resulta bastante barato para los estándares de Zúrich. Una quinta parte de las viviendas de la cooperativa de la zona de Hunziker están subvencionadas. Estos apartamentos son en torno a un 20% más baratos que los no subvencionados (el alquiler de un apartamento de 87 m2 con 3,5 habitaciones cuesta 1 380 francos).
Sin embargo, el placer de residir de manera alternativa no sale del todo barato. Como inquilino de un apartamento de 4,5 habitaciones, Jonas tiene que comprar una participación de 28 000 francos en la cooperativa. Recuperará ese dinero cuando se vaya. “Pero para la gente con un presupuesto ajustado, esto podría ser un obstáculo”, señala.
¿Qué otros sueños tiene Jonas? Tener un balcón estaría bien. Si se compara con una casa unifamiliar, lo único que le falta es un jardín o más verde. Casi le parecería mejor vivir en una gran casa compartida que en una casa unifamiliar. “Si varias familias compartieran las habitaciones de una casa, sería mejor para los niños porque tendrían más compañeros de juego”. Al mismo tiempo, esto reduciría la carga de los adultos.
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Sociedad de 2000 vatios: el futuro ya es una realidad
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¿Es posible consumir la mitad de energía y mantener un buen nivel de confort? En Suiza nacen los primeros barrios de viviendas y servicios compatibles con los objetivos de una ‘sociedad de 2000 vatios’, cuyo objetivo es garantizar una utilización sostenible de los recursos sin comprometer la calidad de vida.
Situado en la periferia de Berna, en las proximidades de una línea ferroviaria y de una autopista, el nuevo complejo habitacional Stöckacker Süd se asemeja a muchos otros que están en fase de construcción en Suiza. Tres grandes edificios de 5 a 6 plantas en cemento, con balcones a lo largo de toda la fachada, que albergarán 146 viviendas en 2017. La primera de ellas estará lista para vivir de aquí a fines de año.
A primera vista, nada hace pensar que esta edificación está destinada a convertirse en uno de los primeros prototipos zona residencial con un consumo energético mínimo. Este objetivo se inscribe dentro de la denominada ‘sociedad de 2000 vatios’, o sea, un consumo de 2000 vatios por persona, que se volverá la norma en las próximas décadas. Los edificios, construidos con hormigón reciclado y perfectamente aislados, corresponden a los estándares Minergía-P-Eco que, además de garantizar una máxima eficiencia energética, aportan otras ventajas, como una óptima iluminación natural, espacios interiores libres de sustancias contaminantes y materiales de baja radiación.
Sociedad de 2000 vatios
Los 195 países que participaron en la Conferencia Internacional sobre el Clima (COP 21), celebrada en diciembre en París, llegaron a un acuerdo sobre el uso sostenible de los recursos y de las fuentes energéticas, con el fin de limitar de aquí al año 2100 el aumento de la temperatura global a no más de 1,5-2 grados con respecto a los valores preindustriales.
Este objetivo solo podrá alcanzarse si las emisiones de CO2 per cápita no superan 1 tonelada al año. O bien, según un modelo establecido por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, si la necesidad de energía primaria a escala global no supera una potencia continua de 2000 vatios por persona.
Los 2000 vatios corresponden a un consumo anual de cerca de 17 500 kilovatios hora de electricidad o 1700 litros de petróleo. Hoy, la media mundial ronda los 2500 vatios.
No obstante, los futuros inquilinos de la nueva urbanización tendrán que aceptar también algunas restricciones respecto a otras formas de vida. El espacio habitable no deberá superar los 60 m2 por persona y el garaje dispondrá únicamente de 27 plazas de aparcamiento, de las cuales solo podrán reservarse 15 y se dará prioridad a las personas con discapacidad. De hecho, Stöckacker Süd será un modelo de movilidad sostenible: el complejo se halla a escasos metros de una parada de transporte público y dispondrá de 510 aparcamientos para bicicletas, uno por cada habitación.
Estas restricciones no parecen espantar a los potenciales inquilinos en Berna, donde más de la mitad de los hogares no tienen un automóvil. “Cuando presentamos este proyecto, mucha gente nos advirtió de que no conseguiríamos encontrar suficientes inquilinos. Sin embargo, en el plazo de un par de meses, después de abrir el periodo de inscripción, hemos recibido un número de solicitudes superior al de las viviendas disponibles”, afirma, satisfecho, Renato Bomio, director de los proyectos inmobiliarios de la ciudad de Berna, la promotora de este proyecto.
Distribución equitativa de los recursos
Stöckacker Süd figura entre los nuevos complejos habitacionales en Suiza que han obtenido la certificación ‘Áreas 2000 vatios’, creada por la Oficina Federal de Energía. Este sello se inspira en el modelo de sociedad de 2000 vatios que ha desarrollado la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ).
Según la EPFZ, el abastecimiento energético en el mundo solo será sostenible y equitativo si la necesidad de energía per cápita –todas las fuentes incluidas– no supera los 2000 vatios. Una potencia continua de 2000 vatios por persona corresponde en la práctica a la media que registraba Suiza en los años 60. Según los investigadores de la EPFZ, este objetivo se puede alcanzar sin comprometer sustancialmente el actual confort de vida, gracias a nuevas soluciones técnicas y una serie de medidas para mejorar la eficiencia energética.
Hoy, sin embargo, Suiza está aún muy lejos de alcanzar esta meta. Solo el 2% de la población consume menos de 2000 vatios. La media por persona supera los 5000 vatios. Mucho menos que Estados Unidos, cuya necesidad energética per cápita es superior a los 10 000 vatios, pero muy por encima de la media africana que equivale a 500 vatios. Mientras los países industrializados están llamados a reducir su consumo energético, los países en vías de desarrollo disponen aún de un margen hasta alcanzar los 2000 vatios. A partir de este límite, afirman los autores del modelo de la EPFZ, un aumento del consumo no se traduce en una mejora relevante de las condiciones de vida.
La visión de una sociedad de 2000 vatios, que se abre camino también en el resto del mundo, se ha convertido en los últimos años en un punto de referencia para la Confederación y para casi todos los cantones. Más de 100 municipios han integrado este objetivo en su reglamento municipal o en su estrategia energética. En algunas ciudades, como Zúrich, Zug y Aarau, ha sido la propia población quien ha sancionado, en votación, la nueva orientación de la política energética. Las áreas de 2000 vatios figurarán entre las principales medidas que promueven algunos municipios para fomentar una utilización sostenible de los recursos y de los vectores energéticos.
Valor agregado
Estos complejos habitaciones no interesan solamente a los poderes públicos, pues quienes llevan a cabo casi todos los primeros proyectos son empresas privadas. “La certificación ‘Área 2000 vatios’ ofrece varias ventajas a los inversores. Respecto a muchos otros grandes proyectos inmobiliarios, es más fácil obtener un permiso de obra de las autoridades para estas áreas. Generalmente originan menos recursos y resulta más fácil que la población los apoye cuando un proyecto se somete a votación”, subraya Heinrich Gugerli, responsable del centro de competencia Áreas 2000 vatios.
Áreas 2000 vatios
La certificación ‘Áreas 2000 vatios’ la otorga la Asociación Ciudad de la Energía, creada por la Oficina Federal de Energía para fomentar las energías renovables y una utilización sostenible de los recursos en los municipios suizos.
Este sello distingue a barrios o urbanizaciones de al menos una hectárea de terreno que satisfacen determinados criterios de sostenibilidad en materia de construcción, saneamiento y gestión de los edificios, así como también en la movilidad inducida
Hasta nueve barrios en siete ciudades –Zúrich, Basilea, Berna, Lucerna, Lenzburg (cantón Argovia), Kriens (Lucerna) y Prilly/Renens (Vaud)– han obtenido la certificación Áreas 2000 vatios. Dos están concluidos y la construcción, al menos parcial, de otros tres está prevista para este año.
Una visión que comparte Massimo Guglielmetti, de la sociedad inmobiliaria de los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS), encargado de desarrollar la urbanización Village Rösslimatt, al lado de la estación principal de Lucerna. “El certificado Áreas 2000 vatios representa un valor agregado en el ámbito del marketing no solo para promover nuestro proyecto en la ciudad, sino también para atraer a inquilinos, dado que entre los múltiples criterios que hay que cumplir para obtener este sello figura también el de una alta calidad habitacional”.
Mientras los edificios de Stöckacker Süd estarán provistos de paneles solares y bombas de calor para asegurar la calefacción y el agua caliente, el complejo de Rösslimatt se abastecerá de una central de bombas de calor cercana, que utiliza la energía térmica de las aguas del lago de Lucerna. El proyecto de los FFS prevé la construcción, en el transcurso de los próximos 20 años, de un auténtico barrio de 4 hectáreas en el corazón de la ciudad, que comprenderá no solamente viviendas, sino también oficinas, negocios, restaurantes y un hotel. Situada a dos pasos de todos los medios de transporte público y de los aparcamientos de ‘car sharing’ (préstamo de vehículos), la futura área de 2000 vatios dispondrá solo de poquísimas plazas de estacionamiento.
Estilo de vida adecuado
El éxito de las áreas 2000 vatios dependerá también de la voluntad de sus habitantes para adaptar en cierta media su estilo de vita. “La idea no es que todos tengan que convertirse en veganos, renunciar a todo y llevar una vida absolutamente compatible con la sociedad de 2000 vatios. Pero es importante sensibilizar a los inquilinos sobre las opciones para reducir el consumo energético, por ejemplo, utilizar aparatos que tienen una óptima eficiencia energética”, explica Renato Bomio.
“Los comportamientos individuales no se pueden fijar en un contrato. Sin embargo, se puede influir en ellos, por ejemplo, a través de contribuciones a los abonos de transporte público”, anota Heinrich Gugerli. “Está claro que limitarse a 2000 vatios no será factible si uno se salta todos los límites, o sea, deja siempre encendida la televisión, se ducha 4 o 5 veces al día, etcétera. Pero todos podremos permitirnos algún que otro un ‘vicio’”.
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