Le encanta la langosta, añora las salchichas suizas
Al arquitecto suizo Thomas Amsler, después de residir durante más de 50 años en la costa de Massachusetts, le encanta Nueva Inglaterra, aunque añora las salchichas Bratwurst.
A sus 81 años, sin embargo, dice que desde que llegó a Estados Unidos, en 1964, nunca ha sentido nostalgia.
“Nos perdimos algunas cosas, pero había otras muchas nuevas por explorar. Soy un tipo con visión de futuro que no pasa demasiado tiempo pensando en que debería volver a casa”, explica Amsler, nacido en el cantón nororiental de Schaffhausen en 1936. En una reciente visita a Suiza, pasó por swissinfo.ch para hablar de su estudio sobre un pueblo del Tesino que tiene una arquitectura muy destacada.
Si usted no supiera que Thomas Amsler es octogenario, jamás se le ocurriría ofrecerle subir en ascensor. Sube las escaleras con paso firme, pregunta si es un edificio nuevo y mira con curiosidad el entorno.
Travesía atlántica
Tras conseguir una beca para conocer de primera mano la arquitectura estadounidense, Amsler, su mujer y sus dos hijos pequeños se embarcaron en un trayecto de cinco días desde Rotterdam hasta Nueva York. Y de allí, a la costa de Duxbury, en Massachusetts, donde Amsler tenía un contacto.
“La idea era tener una experiencia y volver a Suiza”, ríe. No fue así. “Sobre todo porque enseguida me metí de lleno en un trabajo muy interesante y relativamente independiente, a pesar de ser empleado”.
La torre de control del Aeropuerto Internacional Logan, en Boston, es uno de sus proyectos más destacados. El estudio de arquitectura Desmond and Lord le contrató y le nombró director del proyecto.
“En aquel momento era la torre de control más alta del mundo. Es poco común, descansa sobre dos pilares conectados en la parte superior. Como el aeropuerto de Massachusetts necesitaba dos salidas, hay una escalera en cada pilar”, explica Thomas Amsler. En el aeropuerto de Logan también diseñó un hangar y se ocupó de la central eléctrica y la terminal internacional, que en aquel momento se estaba ampliando.
Asimismo, trabajó en los edificios de estilo brutalista del campus de la universidad de Massachusetts, que ahora es la Universidad de Massachusetts Dartmouth. El entonces decano de arquitectura en la Universidad de Yale, el arquitecto Paul Rudolph, fue quien principalmente planificó y diseñó el campus.
Más tarde Amsler, junto a dos amigos, fundó su propia empresa y también actuó como contratista independiente.
Su casa, en Marblehead
Mientras trabajaba en Boston, Amsler encontró la casa de sus sueños al norte de la ciudad. Una pequeña casa de “verano” en Marblehead, al otro lado de la carretera que bordea el océano.
“No es muy diferente a una pequeña ciudad suiza. Tuvimos la suerte de terminar en una localidad con un carácter mucho más europeo que americano. Todas las casas son de madera y ninguna calle es recta. Así que allí nos sentimos como en casa”, dice Amsler.
Hasta que Thomas Amsler y su familia pudieron volver a Suiza de visita pasaron cinco años. Nunca sintió nostalgia, cuenta, pero sí que echaba de menos a sus amigos y también ciertas comidas.
“Al principio, en Estados Unidos solo había ese maldito pan blanco, aunque ya no tenemos ese problema. Lo mismo ocurría con los quesos: en el supermercado había dos o tres. Pero eso ha cambiado. Y ahora podemos conseguirlo todo. Podemos, incluso, comprar chocolate suizo”.
Lo que Amsler todavía echa de menos es la salchicha tradicional suiza Bratwurst. A veces las encarga a una empresa especializada en salchichas de Colorado.
“Cuando tenemos una gran fiesta, pido 50 salchichas para asarlas a la parrilla, y a la gente le encantan”, dice Amsler, con gusto.
Mientras tanto, ha llegado a apreciar la cocina local. Particularmente el maíz dulce que compra a agricultores locales y el marisco de la zona. “En Marblehead tenemos buenos restaurantes de pescado. Muy buena langosta, pescado y mariscos, en general”, señala.
Algo especial sobre Nueva Inglaterra
Amsler, a estas alturas, no se imagina volver a Suiza, excepto de visita. “No puedo permitirme vivir en un lugar tan bonito como el que vivo ahora. Esa es la razón principal. Además, toda mi familia directa ya es estadounidense”, explica Amsler, que tiene doble nacionalidad, está divorciado y tiene nueva pareja.
También está enamorado de Nueva Inglaterra. “Cuando estás en otro país durante tanto tiempo, no solo haces nuevos amigos, aprendes además a amar el lugar. Me encanta Nueva Inglaterra; hay algo muy especial en ella”, dice. Le gusta especialmente el paisaje agreste y el océano. También, Cape Cod por su historia, belleza y las playas donde practica windsurf.
En invierno va a las montañas de Nueva Inglaterra. “Una vez a la semana sigo practicando snowboard; lo crea o no, ¡a mi edad! Mis hijos me dicen: ‘Estás loco, deberías parar’”, se ríe. Se nota que no tiene intención de hacerlo.
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Suizos en el mundo
Traducción del inglés: Lupe Calvo
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