Brigadas de la paz en favor de derechos humanos
Hace treinta años que las Brigadas Internacionales de Paz (BIP) proporcionan protección a los defensores de los derechos humanos en las zonas de riesgo en el mundo.
La presencia local de esta ONG alienta la labor de quienes arriesgan sus vidas para denunciar violaciones e impunidades.
Manika Jha, de Nepal, cuenta con dos “defectos”: es mujer y periodista. En una sociedad conservadora dominada por los hombres, donde reinan la impunidad y la corrupción, esta joven de 23 años no podía haber elegido un camino más difícil.
“Mi situación es muy peligrosa”, afirma Manika, única mujer reportera en el distrito de Dhanusa, una de las regiones más inestables de Nepal.
“En mis artículos, hablo de violaciones de los derechos de las mujeres, de la violencia doméstica y la corrupción”. Son temas sensibles e incómodos. A muchos les gustaría que fueran silenciados. “En enero de 2009, una de mis colegas y vecina fue asesinada. El mismo día, alguien dibujó una cruz en la puerta de mi casa. Me dijeron que sería la próxima”, dice Manika.
Las amenazas fueron seguidas por ataques físicos, incluyendo un intento de asesinato en mayo de 2010. “Me golpearon, pero la policía no hizo nada”. Ofendida, Manika buscó el apoyo de una organización local. “Por suerte, me pusieron en contacto con las Brigadas Internacionales de Paz”.
Seguimiento protector
Fundadas en Canadá en 1981 como “Peace Brigades International”, la ONG es activa en materia de derechos humanos y en la resolución pacífica de conflictos.
“Nuestro objetivo es apoyar a los defensores de los derechos humanos para que puedan llevar a cabo su labor sobre el terreno”, explica Jean-David Rochat, uno de los coordinadores de las BIP en Suiza. “Tenemos principios como la no violencia, la imparcialidad, la no injerencia, la independencia y la búsqueda del consenso”.
La actividad principal de las BIP, continúa Jean-David Rochat, es el seguimiento protector. “Nuestros voluntarios acompañan a los defensores de los derechos humanos cuando se desplazan sobre el terreno o mantienen un contacto a distancia para asegurarse de que todo está bien”.
Y es precisamente este contacto a distancia lo que ha permitido a Manika seguir trabajando con la máxima seguridad. “Los voluntarios de las BIP llaman regularmente a Katmandú. Si hay un problema, ellos pueden reunirse muy rápidamente”.
Defensa del medio ambiente
Desde su primera intervención en Guatemala en 1983, el radio de acción de las BIP se ha extendido a otros países de América Latina y Asia. “En el pasado hemos trabajado en zonas de conflicto, donde el apoyo iba sobre todo a los representantes de la sociedad civil”, explica Jean-David Rochat. “En la actualidad colaboramos con organizaciones locales, periodistas, sindicalistas y abogados de derechos humanos en lugares como Colombia o México”.
Las solicitudes para el seguimiento de los defensores del medio ambiente también se han incrementado en los últimos años. “La carrera por los recursos naturales y la apropiación de tierras han hecho aumentar los conflictos entre empresas multinacionales y la población local”, revela Jean-David Rochat.
Disuasión internacional
La evaluación detallada de la situación y los posibles riesgos es esencial en el contexto del mandato de los voluntarios de las BIP. “Para nosotros es importante saber quiénes podrían ser los agresores potenciales”, resalta Janina Hotze, colaboradora del proyecto en Nepal.
“Debemos estar seguros de que estas personas son conscientes del hecho de que cualquier acto criminal de su parte contra los voluntarios o los defensores de los derechos humanos, podría tener repercusiones en la comunidad internacional”.
Por esta razón, las BIP renunciaron a proyectos en África o en países afectados por una guerra civil. “Estaríamos frente a grupos armados o señores de la guerra, para quienes la opinión internacional no tiene ninguna importancia”, dice Janina Hotze.
Voz de los derechos humanos
Además de este seguimiento, las BIP también actúan como intermediario entre las agencias de la ONU y las asociaciones locales. También tienen un papel de observador, informando periódicamente a las embajadas, los políticos y las fuerzas de seguridad sobre violaciones de derechos humanos.
Mediante la organización de conferencias, reuniones y talleres en varios países, las BIP tienen la intención de dar visibilidad a los defensores de los derechos humanos. Un caso concreto es el de Manika Jha, quien fue invitada a pasar unos días en Europa. “Las autoridades locales reaccionan de manera diferente si saben que los activistas estuvieron en el extranjero para hablar de la situación de su país”, dice Jean-David Rochat.
En 30 años de actividad, indican la ONG en su web, el compromiso civil para la protección de los derechos humanos y las Brigadas de Paz ayudaron a salvar las vidas de innumerables personas. “El mayor éxito es cuando el trabajo ya no es necesario”, concluye Janina Hotze.
Las Brigadas Internacionales de Paz (BIP) fueron creadas en 1981 en la isla de Grindstone, Canadá, sobre la iniciativa de un grupo de pacifistas. Los primeros voluntarios fueron enviados a Guatemala en 1983.
En el mismo año, una sección fue creada en Suiza, con sede en Berna.
La organización, reconocida por las Naciones Unidas y el Ministerio Suizo de Asuntos Exteriores (DFAE, por sus siglas en francés), opera en países como Colombia, México, Guatemala y Nepal.
La presencia de voluntarios internacionales (alrededor de 80 al año) le da peso a las afirmaciones de los defensores de los derechos humanos y recuerda a las autoridades locales su deber de respetar los derechos fundamentales.
En 2001 las BIP recibieron el Premio Martin Ennals, considerado el «Nobel» de los derechos humanos.
Además de enviar voluntarios para participar en proyectos en el extranjero, las BIP organizan reuniones para hablar sobre el principio de la no violencia.
La organización invita regularmente a activistas de derechos humanos para aumentar la conciencia pública de los problemas sobre el terreno.
(Adaptación: Iván Turmo Ferrer)
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