Chiasso ya no es lo que era
Es la estación fronteriza más importante entre Suiza e Italia. Hoy, sin embargo, ha dejado de ser un centro neurálgico del tránsito de mercancías y pasajeros entre el norte y el sur de Europa. Reportaje.
“Chiasso capolinea – tutti scendono”, anuncia una voz a través de los altavoces. Es la estación terminal de este tren regional. Todos los pasajeros descienden.
Hasta hace pocos años, un tren procedente de Zúrich se detenía cada hora en Chiasso antes de proseguir rumbo a Italia. Corrían otros tiempos. Hoy, casi todos los Intercity (ICN) tienen parada en Lugano, a unos treinta kilómetros al norte; y los interregionales (IR) que llegan de Zúrich o Basilea se dirigen hacia Locarno.
Generalmente, los pasajeros que viajan a Chiasso están obligados a hacer trasbordo. Los únicos que paran en esta localidad del cantón Tesino son los Eurocity (Cisalpino), que circulan cada dos horas entre Zúrich-Milán. Y no precisamente por gusto, ya que los convoyes no necesitan cambiar de locomotora y podrían pasar de largo. Si se mantiene esta parada para los trenes internacionales es gracias a la movilización masiva de los ciudadanos de Chiasso que en 2009 llegaron incluso a bloquear un Cisalpino.
La historia es sintomática, pues refleja que la era gloriosa de esta estación ferroviaria ha quedado atrás, entre otras razones, porque el proyecto de crear la estación internacional Chiasso-Como no vio la luz.
Un breve recorrido confirma esta impresión: La fachada principal ha perdido brío y el interior del edificio luce un descolorido amarillo tirando a verde. La sala de espera y los lavabos públicos se hallan en un estado lamentable. A diestra y siniestra cuelgan carteles que advierten a los pasajeros contra los carteristas.
Retorno a la era de los regentes
En esta jornada estival, apenas hay gente en la estación. En el pasaje subterráneo revestido de azulejos, un empleado de los Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) pinta el techo de blanco. Viste una chaqueta con el emblema fluorescente RailClean (limpieza ferroviaria). “Trabajo aquí desde hace treinta años. Chiasso ya no es la que era: hoy ya no cuenta”, dice. “Y no se ha descuidado solamente la estación… mire la ciudad”.
Su jefe asiente. “Antes, en esta estación trabajaban cientos de personas, los trenes estaban limpios y se ensamblaban los vagones. Esto ya es historia”, confirma, visiblemente resignado. “Hoy nos gobiernan desde Berna; hemos vuelto a los tiempos de los regentes” (ndr: Landvogt, en alemán, especie de potentado en la Suiza medieval).
En Chiasso no queda rastro de un jefe de estación. No cabe duda, la localidad ha perdido importancia en el tránsito de pasajeros y de mercancías. Hoy, los trenes de carga recorren Europa de norte a sur en la misma configuración; son escasos los vagones que se ensamblan en la estación de frontera.
Refugiados y contrabandistas
En los últimos años, aquí ha aumentado otro tipo de tránsito. “La estación es uno de los puntos de confluencia más importantes de inmigrantes clandestinos y solicitantes de asilo”, explica Mauro Antonini, responsable de la sección tesinesa del cuerpo de guardias de frontera.
“Hoy nos visita una inspección”, dice, con una sonrisa pícara. Y luego agrega, serio: “En Chiasso necesitamos cada vez más dispositivos, porque el 85% de los clandestinos pasa por aquí y hemos constatado que ha aumentado el contrabando en los trenes”.
De hecho, los guardias de frontera –que visten uniforme azul- están omnipresentes. Desde que los trenes regionales circulan entre Como y Bellinzona, cruzando la frontera, se requieren más controles.
Esta mañana, un joven inmigrante de tez oscura ha sido detenido en un tren regional y conducido al puesto de control. Entre los andenes 3-4 y 5-8 hay una miniaduana, donde se controlan los pasaportes, las mercancías y todo lo demás. Un sistema de puertas y alambradas obliga a los pasajeros en tránsito a pasar por el control de policía.
Del lado meridional, está la aduana italiana, paso obligatorio para acceder al andén 13 y embarcar en el tren regional con destino a Milán.
A caballo entre Suiza e Italia
A pesar de los cambios, varios símbolos de la estación han sobrevivido al paso del tiempo. En el centro de la sala permanece aún la estatua Italia y Suiza, obra de la escultura Margherita Osswald Toppi que data de 1933. Las dos mujeres se abrazan, símbolo de la amistad entre dos pueblos vecinos, una relación que ha vivido múltiples altibajos en años recientes.
En el acceso al andén 1 está la gigantesca pintura titulada El emigrante, de Pietro Chiesa, que se remonta a 1933. La inmigración siempre ha sido central en esta localidad fronteriza. Tiempo atrás, era la gente de Chiasso la que partía. Hoy, la ciudad alberga un centro de acogida de solicitantes de asilo, a pocos pasos de la estación.
La estación es propiedad de los ferrocarriles suizos e italianos. Los empleados de ambas empresas trabajan codo con codo. Un cartel indica la oficina que comparten la policía y la aduana.
Adiós a los viejos tiempos
Hace años que el antaño renombrado restaurante de la estación cerró sus puertas. Una tienda Migrolino (de la cadena de supermercados Migros) que vende todo tipo alimentos, incluidas bebidas alcohólicas, ocupa hoy su lugar. “El negocio funciona”, afirma la cajera.
En el interior de la estación hay solamente un bar, el Sette e 48, que evoca una importante conexión ferroviaria que salía a 7:48 de Chiasso y suprimida hace tiempo.
Pese a haber perdido importancia, la estación sobrevive. Las ventanillas de venta de billetes abren los domingos, lo cual no es muy común en el Tesino. Y la peluquería que abrieron recientemente unas dominicanas aportan un poco de ambiente a la estación en esta mañana estival.
La estación de Chiasso se inauguró en 1874, con la apertura de las líneas férreas en el cantón del Tesino que unían Biasca con Chiasso y Locarno.
En septiembre de 1876, con la llegada del primer tren de Como (Italia), la estación adquirió carácter internacional.
Al inaugurarse la línea del Gotardo en 1882, Chiasso se convierte en un eje importante del tráfico de mercancías y pasajeros entre el norte y el sur de Europa. Comienza la expansión económica y demográfica de esta ciudad fronteriza.
Con la adhesión de Suiza al espacio Schengen en 2008, se suprimen formalmente los controles en la frontera.
Pese a ello, la Guardia de Finanzas italiana y la guardia de frontera suiza conservan sus dependencias en la estación y controlan regularmente las mercancías y los pasajeros.
(Traducción: Belén Couceiro)
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