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¡Corre Suiza, corre!

Correr en el marco del Patrimonio Mundial de la UNESCO: Las 10 millas de Berna es una de las carreras más exitosas de Suiza. Keystone

Las principales carreras pedestres helvéticas baten cada año nuevos records de participación. Fenómeno que se manifiesta también a nivel internacional, pero que en Suiza se ve particularmente acentuado. ¿Cuáles son las razones de este éxito?

“Si en 1982 alguno me hubiera dicho que treinta años más tarde el número de participantes se multiplicaría por 10, le hubiera posiblemente respondido que estaba soñando con los ojos abiertos”, nos confiesa

Heinz Schild, fundador del Gran Premio de Berna, carrera que se realiza a inicios de mayo y que en 2014 ha superado por primera vez los 30.000 inscriptos.

“Era simplemente inimaginable”, sentencia por su parte Markus Ryffel, vencedor de la primera edición, en 1982 (y luego en 1985, 1986 y 1989) y medalla de plata en los 5.000 metros en la Olimpíada de Los Ángeles en 1984. Entonces, 2.991 personas participaron en las “diez millas más lindas del mundo”, como señala el eslogan de la carrera, que recorre en parte, el centro histórico capitalino, Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Suiza y los records

Esa evolución es similar a la de las principales carreras pedestres, que año tras año pulverizan los records de participación.

“Es un fenómeno que se reproduce a nivel internacional. Por ejemplo, en el primera maratón de Nueva York, en 1970, participaron 127 corredores. En 2013 fueron 50.000”, subraya Heinz Schild.

Fabien Ohl, profesor del Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad de Lausana, señala que la carrera comenzó a desarrollarse en los años ’70, “en un contexto caracterizado por un sentimiento anti-institucional y de desinterés de las federaciones por esta práctica menos reglamentada”.

En Suiza, la progresión ha sido realmente excepcional. “Si se pudiera establecer una clasificación con base en los participantes en todas las carreras, según la población del país, Suiza obtendría probablemente el record mundial”, subraya Schild, quien mantiene una detallada estadística de las principales competiciones en el mundo.

En 2013, 232.771 personas cruzaron la línea de llegada de las 20 principales carreras organizadas en Suiza. “Aproximadamente, se puede estimar en cerca de 400.000 el número de participantes regulares en las 700-800 competiciones que se realizan en el país y en no menos de 700.000 el de los que practican jogging. En los años ’80, en cambio, se realizaba un medio centenar de carreras con no más de 1000 participantes”, precisa Schild.

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No solo la salud

Markus Ryffel recuerda que en los años ’70 y ’80, el pedestrismo era visto todavía como una práctica de extraterrestres. “En esa época la gente nos miraban con una cierta piedad. Hoy, en cambio, prevalece la admiración”.

Las razones de este cambio se pueden buscar en la importancia creciente que otorga la sociedad al estar en buena salud, en la mayor disponibilidad de tiempo libre y en el hecho que, respecto al pasado, el trabajo es hoy más sedentario. Estos son solo algunos de los diversos aspectos que pueden explicar el éxito de la carrera pedestre.

“Es decir, fundamentalmente, ha cambiado la dimensión subjetiva de la carrera”, observa Fabien Ohl. “En los años ’60 se practicaba para asegurar una cierta preparación física. El marco era muy ascético y la carrera fue asociada al sufrimiento y al sacrificio. A partir de los ’70 comienza a prevalecer, en cambio, un aspecto de reconquista del cuerpo. Para algunos, esa práctica se convierte en un placer, una forma de sentirse bien”.

Se tienen en cuenta entonces las señales enviadas por el propio cuerpo, priorizándolas incluso sobre los exámenes clínicos especializados. Estos análisis son importantes, especialmente a partir de los 35 años, “cuando pueden comenzar a manifestarse enfermedades coronarias y las arterias empiezan a calcificarse”, tal como lo explica en este video el Doctor Lukas Trachsel, de la Clínica de Cardiología del Hospital Universitario de Berna.

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¿Un deporte individualista?

“En esta época, caracterizada por la oferta de movilidad casi total, donde uno se puede trasladar en poco tiempo y a precios baratos, correr es una forma de volver a nuestros orígenes”, observa Markus Ryffel. “Participar en una carrera -agrega- representa incluso una extraordinaria experiencia comunitaria”.

¿No se trata de una práctica por excelencia individualista? “Nuestra sociedad se caracterizar por un individualismo del consumo y es verdad que algunos de estos deportes, como la carrera pedestre, expresan esta tendencia. Sin embargo, no se trata obligatoriamente de una práctica individualista y el éxito de estas competiciones lo certifica”, subraya Fabien Ohl.

“En torno al evento se crean relaciones sociales – prosigue el profesor de Sociología. Se puede correr solo, con amigos, en pareja o en familia.

Además, cada uno puede correr a su ritmo. E incluso si hay una clasificación, cada participante se fija objetivos diversos que pueden ser el de terminar entre los primeros 1000 o de correr el maratón en menos de 4 horas. No es como otros deportes, por ejemplo el fútbol, donde por regla general hay un ganador y un perdedor”.

Del número de competiciones que se realizan en Suiza se podría deducir que la carrera pedestre representa una óptima inversión para los organizadores.

“Sin embargo, con las carreras no se puede obtener ganancias”, responde Hainz Schild. Sin el apoyo de patrocinadores, sin voluntarios y sin el sostén de las autoridades, difícilmente una carrera lograría cifras negras al momento de su balance contable.

Para Markus Ryffel, “en los deportes donde no está presente la televisión -y por lo tanto no existen derechos televisivos- no se obtienen  ganancias”. Si la empresa que dirige (la Ryffel Running) organiza eventos como la Frauenlauf de Berna o la carrera de Greifensee, lo hace gracias a la recaudación que puede lograr en otros ámbitos conexos de la actividad, o sea  la venta de material deportivo.

Cada vez participan más mujeres

Otro aspecto que explica este boom es el aumento significativo de la participación femenina, explica Heinz Schild.

Hasta hace algunas décadas, las carreras de fondo eran un terreno reservado exclusivamente a los hombres. “En 1973, Marijke Moser  participó en la Morat-Friburgo, y unos cientos de metros antes de atravesar la línea de llegada, se le impidió seguir corriendo, recuerda Heinz Schild. Solo a partir de 1977 las mujeres tuvieron el derecho de participar en esta competición. Es necesario recordar que en las Olimpíadas, el maratón femenino fue introducido solamente a partir de 1984 en Los Ángeles”.

Hoy la proporción de mujeres es siempre más elevada y Heinz Schild no se sorprendería si dentro de poco superase a la de los hombres, como ya ha sucedido en algunas competiciones deportivas.

Lo que es más difícil es atraer a los jóvenes. “Hay muchos niños pero luego la participación disminuye en la categoría de edad entre 15 y aproximadamente 30 años”, explica Schild. “Esta tendencia también se constata en otros deportes, especialmente individuales”.

Para intentar de no “perder” este sector de la población, los organizadores de las carreras pedestres lanzaron en los últimos años nuevas “modalidades”, como por ejemplo al Survival Run, una competición de 16 kilómetros que se realiza en Thun (Cantón de Berna), que incorpora una serie de obstáculos y en la cual los participantes terminan bañados en lodo de la cabeza a los pies. “En el GP de Berna, el promedio de edad se ubica en los 45 años. En la Survival Run, en cambio, es de 29 años”, subraya Markus Ryffel, cuya empresa -la Ryffel Running– organiza la prueba de Thun.

Sin embargo, generalmente, la gente vuelve a la carrera clásica. Para Heinz Schild, que a los 72 años no tiene ninguna intención de colgar sus zapatillas de footing, la carrera es uno de los pocos deportes que se “puede practicar toda la vida y que permite realizar progresos aun a una edad avanzada”. Y ¿quién sabe?, hasta de lograr la satisfacción personal de adelantar en la línea de llegada a algunos jovencitos con la respiración agitada por el cansancio.

La más antigua

El título de decana entre las carreras a pie en Suiza es la Morat-Friburgo, organizada por primera vez en el lejano 1933. Conmemora la victoria de la Confederación sobre Carlos el Temerario en 1476. Para anunciar la victoria, un confederado recorrió los 17 kilómetros llevando consigo un ramo de tilo recogido en el campo de batalla. El ciudadano de Basilea Alexandre Zosso ganó la primera edición en la que participaron 14 competidores. ¡En 2013 eran más de 11.000!

La más larga y dura

Los 100 kms. de Biel es la competición más larga -y posiblemente la más dura- que se realiza en Suiza. Llega este año a su edición 56. Se realiza preferentemente de noche. En el 2013 cruzaron la línea de llegada 801 hombres y 153 mujeres. El record le corresponde al suizo

Walter Jenni, quien en 2008 estableció 6 horas, 49 minutos y 43 segundos. En el rango de carreras más duras se incluye también el Swiss Alpine Marathon de Davos. El recorrido más largo tiene 78 kms. y presenta un desnivel de 2.260 metros. Mantiene el record el ruso Grigori Mursin, quien en 2002 la ganó con 5 horas, 42 minutos y  34 segundos.

La más bella

Es difícil establecer una clasificación de la belleza de las carreras sin despertar reacciones de celos. Teniendo en cuenta la majestuosidad y el esplendor de las tres hermanas -las montañas Jungfrau, Mönch e Eiger-  votamos por el  maratón de la Jungfrau, que comienza en Interlaken y termina, luego de haber superado un desnivel de 1.823 metros, a la sombra de la mítica montaña del Oberland bernés. La revista especializada norteamericana  Marathon la define como la carrera “más bella del mundo”. Fue fundada en 1993 por Heinz Schild.

La más femenina

La Frauenlauf de Berna, organizada por primera vez en 1987, es reservada exclusivamente a las mujeres. En 2013 registró el record de participación con más de 15.000 mujeres, jóvenes y niñas. 

Traducción del italiano, Sergio Ferrari

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