En Chile, suizos víctimas de la guerra de tierras
A principios de enero, el suizo Werner Luchsinger y su esposa perecieron en el incendio criminal de su casa. Es el incidente más grave hasta ahora en el conflicto latente entre latifundistas blancos y comunidades mapuches que reclaman la devolución de “tierras usurpadas”.
El atentado redujo a cenizas la casa del bisabuelo Adam Luchsinger, un emigrante suizo que llegó a Chile en 1883, procedente de la comuna de Engi, cantón de Glarus. El único detenido hasta el momento es un chamán mapuche encontrado cerca del lugar con una herida de bala.
Los militantes de las comunidades mapuches niegan la autoría y sostienen que esa grave recriminación es un montaje (de las fuerzas de seguridad y de los grupos paramilitares de extrema derecha) para dañar la esencia de su cultura, acusando a uno de sus líderes espirituales.
Desde entonces es mucho más notable la presencia policial en la región y han aumentado los registros domiciliarios en las comunidades mapuches. Se habla asimismo de ataques a mujeres y niños. Las exigencias de las minorías étnicas incluyen la enmienda de las injusticias cometidas, territorio propio, autonomía y negociaciones con el Gobierno.
Autonomía no significa necesariamente la expulsión de los latifundistas blancos, porque con los “cristianos” se puede conversar, señala a swissinfo.ch el dirigente mapuche José Santos Millao. A las conversaciones con el Gobierno asiste menos convencido porque, en su opinión, hay tiempo, si consideramos que ya esperaron más de 500 años.
La pacificación en el Sur, 1861-1883, trajo consigo el empobrecimiento de una gran parte de los mapuches que vivían de la agricultura y la cría de ganado.
Entre 1883 -1886, enviados chilenos reclutaron colonos en Europa. El grupo de emigrantes suizos era uno de los más numerosos. En 1883 llegaron los primeros suizos, entre los cuales Adam Luchsinger, a la actual zona en conflicto. En 1890 ya sumaban más de 22.700.
Los nuevos pobladores recibieron tierra, un par de bueyes y el pago del viaje; es decir, los gastos y el salario de dos años como adelanto. El crédito debía ser devuelto en un plazo de ocho años. De lo contrario, la tierra volvía a la propiedad del Estado.
Muchos descendientes de las 3ª y 4ª generación poseen doble nacionalidad. Dada la presencia numerosa de residentes y de viajeros suizos en la región, fue abierto, en julio de 2008, un Consulado de Suiza en Temuco.
La Embajada financia, a través de COSUDE, algunas acciones menores para beneficiar a la población mapuche y los habitantes de la zona. Por ejemplo, la adquisición de instrumentos para el coro escolar de Temuco o el impulso a las actividades deportivas de los niños en Lautaro.
Origen del conflicto
A mediados del Siglo XIX, el gobierno chileno fomentó el asentamiento de colonos europeos en la Araucanía, región central de los indígenas mapuches situada 700 kms al sur de la capital. Mientras los nuevos pobladores recibían hasta 60 hectáreas, los pequeños retazos de tierra restantes eran insuficientes para sustentar la vida de los mapuches que quedaron entonces en una situación de precariedad.
En el transcurso de la Reforma Agraria, de 1964 a 1970, las comunidades mapuches exigieron por primera vez la devolución de la tierras que heredaron de sus antepasados. Durante la dictadura militar de Augusto Pinochet entró en vigor un proceso inverso, porque la nueva ley reconocía el derecho de posesión individual y no la propiedad colectiva reclamada por los mapuches.
Recién hace poco más de 10 años – es decir, mucho después del retorno de la democracia-, las comunidades mapuches insisten en la recuperación de sus tierras con acciones radicales como son las reiteradas ocupaciones de suelos.
Las quemas de arboledas o de camiones pertenecientes a empresas forestales, que suelen atribuirse a los mapuches, tendrán que ser probadas en las cortes judiciales correspondientes.
Las repetidas ocupaciones de espacios de tierra han tenido éxito a pesar de los desalojos policiales. A esa conclusión llegó, por ejemplo, el tío del asesinado Werner, Jorge Luchsinger, quien al ser bastante criticado por sus expresiones despectivas sobre los mapuches, dijo sentirse forzado a vender su propiedad al Estado para beneficio de los mapuches.
En 2002 (últimos datos disponibles) el 4,6% de la población pertenecía a pueblos autóctonos, 87,3% de los cuales a la etnia mapuche.
El 62,8% vive en las ciudades, 39% en la zona de conflicto de la Araucanía y 28% en el Gran Santiago.
El 33% es pobre.
La colaboración era buena
Es una situación contradictoria, señala Militza Luchsinger, sobrina del matrimonio asesinado y miembro activo de la Asociación de Descendientes Suizos en la Araucanía (ADES). La inmigración europea, sobre todo de Suiza y Alemania, fue alentada hace más de 100 años por el Gobierno chileno, refiere a swissinfo.ch. “Mis antepasados vinieron con la mejor intención de hallar trabajo, especialmente en la agricultura, y labrarse así un futuro nuevo”.
El nacimiento de asentamientos nuevos puso fin al bandidaje y la región se convirtió en granero del país. La cooperación con los mapuches era recíproca. Y ahora, más de un siglo después, surge un proceso a la inversa: “Nos persiguen los bandidos y el suelo fértil es transformado en tierra de pantano”.
La chamán apolítica Paola Aroca Cayunao pasó varios años en Suiza trabajando como asistente social en un hospital antes de volver a Chile y abocarse, desde el 2007, a su centro de medicina mapuche en Valdivia. Gracias al don de curación heredado de su abuela quiere ayudar a pobres y ricos; blancos y mapuches, y de esta manera contribuir a la paz entre los seres humanos.
También ella se siente involuntariamente envuelta en un conflicto. Aun sin vivir en la zona conflictiva, teme que en el caso de un atentado en su entorno sea víctima de un montaje y su tarea de vida como chamán sea confundida con terrorismo.
Futuro inseguro
La embajadora suiza Yvonne Baumann sigue con mucha atención lo que pasa en la Araucanía y la situación de los descendientes suizos. Le preocupa la escalada del conflicto y en particular el atentado contra el matrimonio Luchsinger-MacKay. La diplomática espera que “los responsables rindan cuentas” y se declara convencida de que “las soluciones deben ser logradas con el diálogo”.
Por otra parte dice a swissinfo.ch que si bien las familias de origen suizo manifestaron a la Embajada su preocupación en el pasado, no hicieron alusión a un peligro inmediato. Y añade que, en su opinión, “la seguridad es en primer lugar competencia de las autoridades chilenas”.
Militza Luchsinger señala por su parte que la muerte de sus parientes ha dado lugar a una colaboración más estrecha entre los vecinos, muchos de los cuales son suizos. En vista de que viven cerca de una comunidad mapuche militante, se consideran también expuestos a las amenazas; y al mismo tiempo ven que la inseguridad significa frustración para los planes futuros de la familia. No obstante, solamente en un futuro muy lejano y únicamente si se trata de la seguridad de sus hijos, podrían considerar la posibilidad de irse de allí.
Casi el 60% de las 3ª y 4ª generaciones de la familia poseen la ciudadanía suiza, pero la mayoría no habla alemán ni tiene parientes en Suiza, precisa Militza Luchsinger. Para los descendientes de suizos en el Sur sería positivo si contaran con “el apoyo decidido de las autoridades suizas” y con la condena a la violencia contra sus compatriotas en Chile. “No hemos pedido ayuda de la Embajada, porque aún tenemos la esperanza de que el Gobierno halle una solución y podamos volver a vivir en paz”.
Traducción, Juan Espinoza
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