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«En Suiza estaba al abrigo, pero solamente pensaba en Ucrania»

Mujeres y niños salen de Ucrania
La mayoría de las personas que han cruzado las fronteras de Ucrania en las últimas semanas era para salir del país. Pero un número creciente de ucranianos va en dirección contraria. © Ti-press

Cada vez más ucranianos, que hallaron refugio en Suiza después del inicio de la invasión rusa, deciden renunciar a su entorno de estabilidad para regresar a casa. Para ellos, el desarraigo es más terrible que la guerra.

Alina Dubyna regresó a Ucrania a finales de junio, tras casi tres meses de estar en Suiza. Se reunió nuevamente con sus familiares, entre los que se cuentan su hermano y su pareja, quienes tuvieron que quedarse en su país como lo hicieron el resto de los hombres en edad de luchar. Su apartamento estaba intacto. Pero ya nada era como antes. Antes de la guerra, la joven era una soprano de la Filarmónica de Chernihiv, en el norte de Ucrania.

Hoy, Alina está desempleada porque el resto de los miembros de su orquesta huyeron a distintos rincones de Europa, tal como lo hicieron otros 6 millones de personas, que en 90% de los casos eran mujeres y niños, según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

La ciudad de Alina, que tenía casi 300 000 habitantes antes de la invasión rusa, también se ha transformado. Además de la destrucción masivaEnlace externo, «la gente se encuentra estresada y agotada», describe la joven. Esto se debe a que las aldeas cercanas fueron casi arrasadas por completo.

Desde que el ejército ruso puso la mira prioritariamente en el este y el sur, la región de Alina ha sido menos atacada, a diferencia de la primavera pasada. Pero recientemente ha sido blanco de misilesEnlace externo. La guerra está lejos de terminar, y Alina lo sabe. «Los sentimientos que experimentamos son complejos”, expresa a SWI swissinfo.ch vía telefónica a través de un traductor ucraniano. “Me reencontré con la Ucrania que tanto amo, pero ya no es la misma Ucrania”, dice.

Alina Dubyna.
Alina Dubyna, música, antes de la guerra. Alina Dubyna

Hasta ahora, más de 60 000 ciudadanos ucranianos han hallado refugio en Suiza. Pero el número de recién llegados se reduce constantemente porque, al igual que Alina, cada vez son más los ucranianos que deciden regresar a casa, una tendencia que la ministra de Justicia y Policía, Karin Keller-Sutter, confirmó en julio a la prensa suiza de habla alemana. «La gente expresa constantemente el deseo de contribuir a la reconstrucción de Ucrania», añadió.

Las cifras más recientes de la Secretaría de Estado para las  Migraciones (SEM), presentadas en junio, refieren que alrededor de 500 beneficiarios del estatus de protección “S” (activado especialmente para las personas que huyen de la guerra en Ucrania) abandonaron Suiza oficialmente. Un dato que estaría al alza y que, seguramente, está subestimado. No existen estadísticas detalladas sobre cuántas personas han regresado a Ucrania.

«Los ciudadanos ucranianos pueden viajar dentro del espacio Schengen durante 90 días sin visado», explica Anne Césard, portavoz de la SEM. Por lo tanto, es posible que haya personas que nunca registraron su entrada… y que también han abandonado ya Suiza». Alina es uno de esos casos.

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Las personas refugiadas en Suiza bajo el estatus de protección “S” son asignadas a distintos cantones, y estos últimos son los responsables de ellas. También es tarea de los cantones gestionar las solicitudes de retorno, en coordinación con Berna.

Los cantones de Zúrich y Argovia, en la Suiza alemana, anunciaron recientemente que ofrecieron ayudas financieras a los ucranianos para los retornos de alrededor de 500 francos suizos por adulto, 250 francos por niño y de hasta 2 000 francos suizos por familia.

Sin embargo, en un análisis de la situación realizado en julio, el ministro zuriqués Mario Fehr consideró que la Confederación también debía contribuir con apoyos financieros para los retornados.

El calvario de Chernihiv

Para la joven música, arribar a Suiza fue el resultado de una combinación de circunstancias trágicas. Desde el comienzo de la guerra, la ciudad de Chernihiv, ubicada en la trayectoria de una de las principales carreteras en dirección de Moscú, fue sitiada por las fuerzas rusas y resultó intensamente bombardeada. Las víctimas civiles fueron numerosas, según Human Rights WatchEnlace externo, organización que denuncia los crímenes de guerra.

Pensando que estarían más seguros en el campo, Alina y su pareja se dirigieron a IvanivkaEnlace externo, donde viven los padres del joven. Pero el pueblo tampoco se salvó de los bombardeos y de la ofensiva aérea. Alina se sintió atrapada; las carreteras fueron atacadas y los puentes resultaron destruidos. La red de telecomunicaciones dejó de funcionar.

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Llegaron a ellos escalofriantes relatos desde algunas aldeas cercanas ocupadas por las fuerzas rusas, incluida la aledaña YahidneEnlace externo. Y cuando el ejército ruso abandonó Yahidne a finales de marzo, se supo el alcance del calvario que había vivido la población: 350 personas fueron secuestradas durante un mes en el sótano de una escuela. Algunos rehenes, los mayores, murieron de asfixia. Y otros civiles fueron asesinados a sangre fría. Algunas casas fueron saqueadas; otras, completamente destruidas.

Conmocionada, Alina aceptó a regañadientes la recomendación que se hizo a las mujeres y a los niños de evacuar el lugar y encontró sitio en un convoy que se dirigía a Kiev. Ya estando allí recibió mensajes de un antiguo amigo ucraniano que se había refugiado en Suiza. Su familia de acogida en Cugy, cerca de Lausana, estaba dispuesta a recibir también a Alina. Y fue así que la soprano llegó a Vaud a principios de abril.

La impotencia de los hijos en Suiza

La pintora ucraniano-suiza Oksana Kornelyuk, quien durante 20 años ha vivido en Suiza, donde fundó una familia, recuerda el sentimiento de impotencia y culpa que vivió cuando estalló el conflicto. Como hija única, solamente pensaba en llevar a sus padres septuagenarios, que habitaban LutskEnlace externo, en el noroeste de Ucrania, a su casa en Grandson (en el cantón de Vaud). Aunque la zona de residencia de sus padres no era la más afectada, dice Oksana a SWI, “la proximidad con Bielorrusia era amenazante. Se temía que esta última apoyara a Rusia y que Lutsk fuera invadida”.

La profesora de artes visuales llamaba diariamente a sus padres para convencerlos de dejar Ucrania. Inicialmente, su padre se negó de forma categórica. «Solo admitió que la situación era grave cuando comenzó a ver puestos de control en su ciudad». A mediados de marzo, le anunció a su hija que había encontrado un autobús rumbo a Polonia, y que desde este país sería posible volar a Suiza. Cuando la pareja aterrizó en Ginebra, el alivio para su hija fue inmenso.

Pero a medida que la madre de Oksana se acostumbraba al nuevo entorno, el ánimo de su padre se ensombrecía. «Fue muy difícil para él», dice la artista. Llamaba a sus amigos en Ucrania todos los días y eso solo alimentaba su nostalgia». El exempresario se sentía culpable porque los hombres jóvenes no tenían la misma oportunidad de partir que él. Y argumentaba que su región no se había visto directamente afectada. “Él me preguntaba: ‘¿Qué estoy haciendo aquí?'», recuerda Oksana.

Morir donde se nace

El padre de Oksana perdió súbitamente todas sus referencias. Él, que amaba la comunicación, no hablaba una palabra en francés. Atraer tanta atención, le producía estrés, y temía generar molestias. Echaba de menos su tierra, a la que tenía un fuerte arraigo, describe Oksana. Extrañaba su pequeña cabaña de campo, su huerto y el estanque en donde pescaba. «Para él, es importante morir donde se nace”, dice Oksana y añade con un suspiro: «Fue en Suiza donde lo vi llorar por primera vez. Eran lágrimas que no estaban relacionadas con los acontecimientos en Ucrania, sino con su desarraigo».

Tras un mes y medio en Suiza, el septuagenario comenzó a hablar de irse. Oksana intentó inicialmente evitar su partida, hasta que su padre se enojó. «Amenazó con irse, con o sin mi ayuda», dice la pintora casi en un susurro. “A partir de entonces, le prometí que haría lo que fuera necesario (para ayudarle)». Pero esto le desgarraba el corazón.

Un hombre repara su casa
Un hombre repara su casa dañada durante un ataque ruso en Yahidne, región de Chernihiv, Ucrania. Copyright 2022 The Associated Press. All Rights Reserved.

Alina relata dificultades similares. En Suiza, «todo es diferente», la gente, el idioma… La joven no hablaba francés y su inglés era rudimentario. Extrañaba a su familia en Ucrania. Para sentirse útil y cercana a su familia, se acercó a la diáspora ucraniana en Suiza y participó en la creación de un coro ucraniano en una iglesia ortodoxa cerca de Ginebra. Pero nada le producía alivio, ella «pensaba en Ucrania todos los días» y deseaba una sola cosa: volver.

Anna Lysenko, quien preside Ucrania LibreEnlace externo (Free Ukraine), una asociación que ayuda a los refugiados a encontrar su sitio en Suiza, considera que las dificultades de integración son recurrentes. La principal preocupación es encontrar una vivienda de largo plazo. Pero la barrera del idioma puede ser extremadamente frustrante, lo mismo para encontrar un trabajo que para navegar por las complejidades de la administración suiza, dice Lysenko. Añade que el elevado costo de la vida en Suiza también tiene un impacto significativo. Y cita como ejemplo la decisión de poner fin al transporte público gratuitoEnlace externo para los refugiados, lo que “ha afectado sensiblemente su bienestar». Muchos ya no pueden permitirse viajar.

Todas estas inquietudes se ven exacerbadas por un estado emocional frágil. «La guerra genera estrés y desesperación en estas personas, a veces se sienten culpables por haber huido; otras, experimentan traumas”, dice Anna Lysenko.

Regresar a Ucrania y respirar de nuevo

«Sabía que estaba a salvo en Suiza», dice la soprano Alina, «pero pensar en mis seres queridos era insoportable». La joven admite que experimentó miedo al volver, pero «la felicidad de estar en Ucrania, y la alegría de los míos al verme de nuevo, me invadió tan pronto crucé la frontera”.

Oksana, en tanto, dio de baja a su padre del estatus “S” y le encontró un lugar en un minibús con destino a Ucrania a principios de junio. «Tan pronto como se lo dije, sentí que empezaba a respirar de nuevo», dice. Compartió el viaje de regreso con personas que salían de toda Suiza. La madre de Oksana decidió quedarse un poco más.

Aunque el éxodo de personas que huyen de Ucrania continúa masivamente, especialmente desde el este y el sur de Ucrania, donde aún se libran combates, la frontera ucraniana se cruza cada vez con más frecuencia en la dirección opuesta, y desde diferentes países de acogida, informó Le MondeEnlace externo. De acuerdo con ACNUR, a  finales de julio se habíanEnlace externo registrado casi 4 millones de entradas en el territorio de UcraniaEnlace externo. Los retornos a Ucrania, casi inexistentes al comienzo del conflicto, han aumentado en más del 40% desde mediados de junio. La BBCEnlace externo estima que alrededor de 30 000 personas regresan a Ucrania cada día.

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«Entre marzo y abril, parte de la ola masiva de refugiados se alimentó por la intención de anticiparse a lo que estaba por venir”, dice la presidenta de la asociación Ucrania Libre. Pero después, algunas personas decidieron regresar porque consideraban que sus zonas ya no eran peligrosas. Anna Lysenko destaca también que «el umbral de tolerancia al riesgo se ha vuelto mucho más elevado hoy en día». «En Kiev, las sirenas siguen escuchándose, pero muchas personas ya no se toman ni siquiera la molestia de ir a los refugios”.

Sin embargo, la responsable de la asociación insiste en que los retornos siguen siendo minoritarios y son realizados por personas que sienten que no tienen nada que perder. «Las mujeres con niños pequeños no regresan», dice. Añade que, para muchas personas, el retorno es simplemente imposible, porque «no tienen a dónde volver».

Alina también dice que ha observado muchos regresos a Chernihiv. «Por supuesto, la región es más segura hoy que durante la ocupación rusa. Pero, sobre todo, creo que la gente simplemente vuelve porque su lugar está ahí». Y añade que, en su caso, desarrolló una especie de fatalismo: «Al final, cada uno tiene un destino escrito», afirma.

Suiza prevé que la mayoría de los refugiados se vayan

Durante una entrevistaEnlace externo que concedió a mediados de julio, la ministra suiza de Justicia, Karin Keller-Sutter, recordó que el estatus “S”, activado por primera vez tras el estallido de la guerra en Ucrania, no busca mantener a las persona refugiadas permanentemente en Suiza. Indicó que había dado instrucciones a la SEM (…) para aclarar con los cantones todas las cuestiones (…) relativas a un posible retorno (de los refugiados)”.

Añadió que el estatus “S”, inicialmente “se activó por un año, hasta marzo de 2023. Ciertamente se puede extender, pero no hay que esperar a que llegue el fin de año para reflexionar en la organización de una eventual partida”, explicó.

Para Karin Keller-Sutter, era claro que la mayoría de los refugiados de Ucrania se marcharía tan pronto la situación lo permitiera. Sin embargo, la ministra sabe que “la situación es muy volátil e impredecible, así que la Confederación se prepara para distintos escenarios”.

Editado por Virginie Mangin

Adaptado del francés por Andrea Ornelas

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