Enfrentamientos entre la diáspora eritrea en Suiza
Este verano se han producido, en varios países, enfrentamientos entre quienes están a favor y quienes están en contra del régimen eritreo. Recientemente los ánimos se han caldeado en Suiza, donde vive una diáspora eritrea importante, que no siempre está de acuerdo con la política de su país de origen.
Unas 200 personas de origen eritreo se enfrentaron en Opfikon, un municipio cercano a Zúrich, el pasado 2 de septiembre. Este enfrentamiento provocó una importante operación policial y dejó, como mínimo, 12 personas heridas.
Pero este no fue un incidente aislado; ese mismo día también se produjeron enfrentamientos en Noruega e Israel. Estos enfrentamientos coincidieron con el aniversario del inicio de la guerra por la independencia —el 1 de septiembre de 1961— y con la celebración de los 30 años en el poder del presidente Isaias Afewerki. En todas las disputas había dos bandos: el de quienes apoyan el régimen de Afewerki, por un lado, y el de quienes se oponen al mismo, por otro.
Suiza, destino preferido
Afewerki —aclamado como héroe de la independencia eritrea en 1993, cuando por primera vez asumió el poder— desde entonces ha sido acusado de dirigir una dictadura represiva en la que —en palabrasEnlace externo del Consejo Suizo para los Refugiados— “las violaciones de los derechos humanos están a la orden del día”. El país carece de poder legislativo y poder judicial independientes; se detiene a hombres y mujeres a la fuerza para que sirvan de manera indefinida en el Ejército, y quienes evitan el servicio militar a menudo van a la cárcel y sufren torturas, según defienden los grupos de derechos humanos. Hace 20 años se inició una política de encarcelamiento de la oposición política y periodistas.
Los grupos de derechos humanos también aseguran que el Ejército eritreo ha cometido crímenes de guerra contra personas civiles durante un conflicto en la región de Tigray, al otro lado de la frontera con Etiopía.
Suiza, por su proximidad a Italia —el primer país al que llega la población eritrea que cruza el Mediterráneo—, se ha convertido en el destino preferido en Europa de los miles de personas que cada año huyen de Eritrea.
Frente a las más de 39.000 personas que cruzaron el mar y desembarcaron en Italia procedentes de Eritrea en 2015, poco más de 20.000 hicieron lo mismo al año siguiente. Por lo que también ha disminuido el número de personas eritreas que solicitan asilo en Suiza, y han pasado de 9.950 solicitudes en 2015 a solo 1.830 en 2022.
Con una tasa de protección del 85 %, en 2022 se concedió el asilo o su admisión temporal en la mayoría de los casos.
Tensiones latentes en la diáspora
La Asociación de Medios de Comunicación de Eritrea en Suiza (EMBS, por sus siglas en inglés) —un grupo que pretende facilitar la participación de la población eritrea en el discurso público— afirma que en Suiza viven más de 40.000 personas de nacionalidad eritrea; según el Ministerio de Asuntos Exteriores suizo, a finales de 2020, eran 31.722 personas.
Solo una pequeña minoría de estas personas residentes en Suiza manifiesta su apoyo u oposición al actual régimen eritreo, tal y como declaró Enlace externoen 2022 el Gobierno suizo en respuesta a preguntas del Parlamento. Se desconoce cuántas personas son partidarias de Afewerki pero, según el Gobierno, la mayoría llegó a Suiza antes de 1993.
Quienes forman parte de esta generación de más edad —escribióEnlace externo el NZZ Magazin— siguen considerando que el presidente es un héroe y un luchador por la libertad. Quienes llegaron a Suiza en la década de 2000 tras haber experimentado la vida bajo el Gobierno de Afewerki, en cambio, ven las cosas de otro modo. Estas personas sostienen que los festivales culturales eritreos organizados en Europa son “actos de propaganda” utilizados para recaudar fondos para el régimen. Un festival de este tipo que el año pasado se celebró en el cantón del Valais contó con la presencia de altos funcionarios llegados desde Eritrea en avión y, tal y como informó el NZZ, el embajador eritreo actuó como anfitrión del evento.
Un festival eritreo estaba previsto para el 2 de septiembre en el cantón de San Galo, pero en el último momento fue cancelado por riesgo de violencia. Al parecer, muchas de las personas favorables al régimen se dirigieron entonces a OpfikonEnlace externo, donde se enfrentaron a quienes se oponen al régimen. En Rüfenacht, cerca de Berna, se había planeado un festival similar, pero también se canceló por motivos de seguridad, según Keystone-SDA.
Además de estos enfrentamientos violentos, el primer fin de semana de septiembre, en Bergen (Noruega) y Tel Aviv (Israel), se produjeron enfrentamientos a principios de verano en Giessen (Alemania) y Estocolmo (Suecia). La mayoría de estos incidentes se produjeron en torno a festivales eritreos, con decenas de personas heridas en cada caso. Es tal el riesgo de violencia derivado de estos eventos que los Países Bajos los han prohibido.
Okbaan Tesfamariam, portavoz del EMBS, declaró a Keystone-SDA que el aumento de la violencia se debe al creciente número de festivales organizados en el marco de la denominada “gira de propaganda”. Las tensiones entre quienes se oponen al régimen y quienes son leales al mismo llevan décadas latentes y mucha población eritrea se siente presionada para donar dinero al régimen, añadió.
La embajada de Eritrea en Ginebra no ha respondido a las preguntas de SWI swissinfo.ch al respecto.
Contactos de alto nivel, pero sin devoluciones forzosas
En 2022 el Gobierno suizo, por su parte, declaró que solo podía “suponer que […] los festivales organizados de forma privada a menudo representan una fuente de divisas para el Gobierno eritreo”, pero que no tenía información sobre cuánto dinero se recauda en estos eventos y se envía a Eritrea. También indicó que no había base legal para retirar el asilo a las personas eritreas que deciden participar en actos a favor del régimen, como había sugerido un parlamentario radical-liberal.
Berna, sin embargo, no ha sido inmune a las críticas. A partir de 2016, dejó de conceder asilo solo por el hecho de que las personas de nacionalidad eritrea hubieran abandonado su país de manera ilegal, una política respaldada por el Tribunal Federal, pero criticada por grupos de personas refugiadas. El tribunal también decidió que el reclutamiento inminente en Eritrea, en principio, no impedía que una persona solicitante de asilo rechazada fuera deportada.
Suiza también recibió críticas por reunirse con Yemane Gebreab, asesor especial del presidente eritreo —y, al parecer, el segundo hombre más poderoso de Eritrea— cuando viajó a la capital suiza en octubre de 2021. Gebreab se reunió con la secretaria de Estado Livia Leu y con el entonces jefe de la Secretaría de Migración, Mario Gattiker. El Ministerio de Asuntos Exteriores dijo al NZZ que Suiza había planteado “urgentemente” la necesidad de respetar el derecho internacional humanitario en el contexto de la guerra en Tigray.
Pero la delegación suiza, en esa reunión, también planteó la cuestión de los retornos forzosos. Suiza no ha podido llevar a cabo expulsiones porque Eritrea se niega a aceptar retornos no voluntarios de cualquier país, una situación que persiste, a pesar de las intervenciones de alto nivel de Suiza.
Texto adaptado del inglés por Lupe Calvo
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