El elefante, el cañonazo y el matadero de Murten
Un elefante enfurecido, abatido de un cañonazo y luego comido por los habitantes locales. Sucedió en Murten, en el cantón de Friburgo, hace 150 años. Un suceso que dio la vuelta a Suiza y que hoy forma parte del patrimonio histórico de la ciudad. Retorno a una historia increíble.
Estamos en el 27 de junio de 1866. Una multitud de curiosos se apresta a asistir a una escena insólita: el arribo de dos elefantes asiáticos a Murten, una aldea medieval de 2 300 habitantes en la campiña de Friburgo.
Los animales, un macho y una hembra, pertenecen al circo ambulante americano ‘Bell & Myers’. Por la noche se producirá un espectáculo único, y las entradas se han vendido como pan caliente. Los ciudadanos no pueden imaginarse siquiera que en poco tiempo la exótica fascinación se transformará en terror.
Alrededor de las tres de la mañana del 28 de junio, un ruido extraño en la calle hace saltar de la cama a Johann Frey, el herrero de la esquina. En el exterior tiene lugar una “caza valiente y salvaje de elefante”, como escribe en su diario. Durante la noche, uno de los elefantes se había liberado de sus ataduras. Después de matar a su custodio, comenzó a recorrer las callejuelas del centro histórico de Murten, agitándose furiosamente.
Solamente después de destruir un carruaje, romper las ventanas de tiendas y casas, aplastar un banco y lanzar un barril por los aires –como puede leerse en el artículo publicado días más tarde por el periódico local ‘Murtenbieter’-, el paquidermo retorna a su establo. Un gran alivio para los lugareños y sus autoridades, que deben resolver entonces un gran dilema: ¿qué hacer con el animal?
Previa consulta con el director del circo, el ayuntamiento toma una drástica decisión: el elefante debe ser abatido. La muerte por envenenamiento o por un disparo quedan inmediatamente excluidas porque ambos métodos se consideran ineficientes, recuerda en sus escritos el veterinario suizo Heini Hoffman. Las autoridades piden al arsenal de Friburgo, situado a quince kilómetros de distancia, enviar rápidamente a Murten un cañón de artillería.
A las 11 horas, todo está listo. La calle que conduce al consejo comunal ha sido cerrada, todas las ventanas de las casas adyacentes están abiertas (debido a la onda de choque), y los niños permanecen confinados en la escuela del pueblo. Atraído fuera del establo con un cebo, el paquidermo se sitúa exactamente frente al cañón. “Se produce luego un fogonazo y, simultáneamente, el estruendo de un trueno”, narra Johann Frey.
La bala del cañón alcanza al animal en el omóplato. El paquidermo se tambalea y cae sin vida por tierra. La bestia es derrotada. “La bala de cañón, de seis libras (casi tres kilos), que la ha atravesado es recuperada más tarde”. El proyectil destruyó igualmente una escalera del Hotel Adler, anota el ‘Murtenbieter’.
Pero la historia del elefante de Murten no termina ahí. Al día siguiente, el animal es desollado y descuartizado por dos carniceros del pueblo que venden su carne a 20 centavos por libra (aproximadamente medio kilo). Según las crónicas de la época, el estofado de elefante fue muy apreciado, precisa Markus F. Rubli, archivista de Murten.
Conscientes de la singularidad del acontecimiento, las autoridades y la población hacen tratar la carcasa para su conservación con la idea de exponerla más tarde en un pabellón construido ‘ex profeso’. Pero como la comuna no cuenta con el capital suficiente para tal empresa, decide vender los restos del elefante por 3 000 francos al Museo de Historia Natural de Berna.
Los restos óseos permanecen bajo la protección de esa institución, donde se exponen al público desde 2001.
Para conmemorar el 150 aniversario del suceso, el museo decretó “el año del elefante”, cuyo objetivo es también ilustrar las condiciones en las que viven esos paquidermos. Por su parte, el Museo de Murten expone para la ocasión la bala de cañón utilizada en 1866.
En referencia a aquel hecho insólito, el veterinario Heini Hoffman sostiene que las autoridades y la población de Murten no habrían podido hacer otra cosa. “No fue un castigo o una ejecución. Fue una necesaria medida de protección para los habitantes. Así que no podemos sentir resentimiento, sino un profundo respeto”.
¿Por qué se enfureció el elefante de Murten?
El caso de Murten no es único. Ya anteriormente, otros inquietos elefantes fueron abatidos en Ginebra, Londres y Venecia. En aquella época se ignoraba las razones de la súbita agresividad de los animales.
Como explica el veterinario Heini Hofmann, después de los 15 años, un elefante puede entrar en un período de fuerte excitación llamado ‘must’ en el que es susceptible de manifestar agitación y agresividad. Hoy sabemos que ese estado es reconocible por las secreciones de una glándula situada entre el ojo y la oreja.
Pese a que se pueden adoptar medidas de seguridad previas al ‘must’, periódicamente se registran incidentes, incluso fatales. En febrero, un turista escocés fue muerto por un elefante en Tailandia.
Organizaciones de protección de animales denuncian un sistema nocivo: presión financiera sobre los ‘cornacas o mahouts’ (personas que entrenan y conducen a los elefantes), domadores mal entrenados, y elefantes explotados y maltratados.
El famoso circo Knie ha renunciado a los espectáculos con elefantes. ¿Debería abandonar también los números con otros animales salvajes?
Traducido del italiano por Marcela Águila Rubín
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