Cuando las categorías sexuales saltan por los aires
En Suiza, todavía hoy, las personas LGTBIQ sufren violencia y discriminación. Las siglas siguen creciendo porque los jóvenes rechazan una visión binaria de la sexualidad. Y, según explica en esta entrevista Caroline Dayer, experta en cuestiones de género, es indispensable que exista una comunidad que reivindique la igualdad de derechos y combata el aislamiento social.
swissinfo.ch: Queer, pansexual* o asexual son términos nuevos que utilizan sobre todo los jóvenes para definir su orientación sexual o su identidad de género. ¿A qué necesidades responden estas nuevas definiciones?
Caroline Dayer: La aparición de estos términos se corresponde con la realidad actual, en la que las experiencias diversas y fluidas que viven los jóvenes han puesto patas arriba el pensamiento binario, algo muy occidental. Estas personas no encajan en una categorización binaria, según la cual masculino y femenino o hetero y homo serían categorías totalmente separadas y estancas. Así, estas palabras surgen de la necesidad de definirse a uno mismo tal y como corresponde a sus experiencias, ya que es necesario ser capaz de “designarse” a sí mismo antes de poder “designar” a los demás.
¿Qué significan las siglas LGTBIQ?
Este acrónimo se utiliza para designar a lesbianas, gays, personas trans, bisexuales, intersexuales y queer. Para definir las distintas orientaciones sexuales e identidades de género van surgiendo nuevos términos.
Sin embargo, detrás de cada una de esas palabras se esconden historias de personas cuyas vidas a veces han resultado difíciles. Otras, sencillas. Y todas, únicas. Por eso dedicamos esta serie a retratar a las personas detrás de cada uno de los términos que componen el acrónimo LGTBIQ.
Queremos darles la palabra y revivir con ellas sus sueños, logros y reivindicaciones.
Esta serie se publicará en swissinfo.ch a lo largo de las próximas semanas.
swissinfo.ch: En este contexto, ¿sigue siendo importante el acrónimo LGTBIQ para reivindicar los derechos de las minorías sexuales?
C.D.: Sí, porque las personas a las que se refiere este acrónimo siguen siendo objeto de discriminación y violencia en Suiza, y en el resto del mundo. Su uso permite poner de relieve las desigualdades; y también sacar a la luz vidas que a menudo se mantienen ocultas.
No obstante, hay que estar en guardia porque detrás del acrónimo LGTBIQ se hallan trayectorias y experiencias muy distintas, que no se pueden equiparar.
Además, estas iniciales nos remiten a registros diferentes. Cuando se habla de lesbianas, gays y bisexuales, se hace referencia a la orientación afectiva y sexual. El término trans, por su parte, alude a la cuestión de la identidad de género, mientras que el intersexo se refiere a los niveles de sexuación en el plano biológico.
Por último, la Q de ‘queer’ se asocia con un marco político y una perspectiva teórica. Los ‘queers’ ponen en entredicho las categorizaciones sociales que dependen de relaciones de poder. Y esto también es paradójico, porque al agregar otra letra al acrónimo se crea una nueva categoría.
‘Queer’ significa también ‘questioning’, cuestionarse, recalcando el hecho de que las personas, a lo largo de su vida, se cuestionan su orientación afectiva y sexual y / o su identidad de género.
swissinfo.ch: Este acrónimo reúne identidades y reivindicaciones muy diferentes. ¿Qué une hoy a esta comunidad?
C.D.: En las entrevistas de investigación que vengo haciendo desde hace más de 15 años, detecto que para estas personas hay dos aspectos que sobresalen por encima de todos las demás: con quién hablar y con quién identificarse. Y todavía hoy, en 2017, esta no es una tarea fácil.
Por un lado, que exista una comunidad puede facilitar la búsqueda de respuestas y la construcción de uno mismo. Por otro, estas personas comparten la experiencia del insulto homófobo y tránsfobo, algo muy común. La dimensión colectiva se crea a partir de estas violencias, para luchar contra el estigma que tiende a aislar a las personas. El tejido asociativo juega un papel crucial.
swissinfo.ch: ¿Dónde se sitúa Suiza, respecto a la defensa de los derechos de la comunidad LGTBIQ, en comparación con países vecinos, como Francia, Alemania o Italia?
C.D.: Jurídicamente hablando, en términos de protección e igualdad, Suiza está muy por detrás.
Alemania acaba de aprobar el matrimonio para las parejas homosexuales, y lo ha hecho en un tiempo récord. Suiza, por el contrario, solo conoce el registro de parejas de hecho, que no proporciona los mismos derechos que un matrimonio y que, sobre todo, está reservado exclusivamente a las personas homosexuales. Esto resulta problemático, ya que muchas personas renuncian a inscribirse como pareja de hecho porque cada vez que rellenan un formulario se ven obligadas a hacer pública su homosexualidad de manera oficial y sin quererlo.
Con todo, se puede asegurar que en Suiza están pasando muchas cosas a distintos niveles, como la adopción o protección de personas homosexuales, bisexuales y trans. Las personas homosexuales, a partir de 2018, por ejemplo, podrán adoptar al hijo de su pareja; y hay un proceso en marcha para que la norma penal antirracista se extienda a la discriminación por la orientación sexual y la identidad de género.
“La homofobia y la transfobia tienen la peculiaridad de que el rechazo puede surgir en la propia familia”
swissinfo.ch: Ha hablado de violencia y discriminación, ¿cuál es la situación en Suiza?
C.D.: Situaciones de discriminación, rechazo y violencia siguen estando presentes hoy, tanto en el contexto escolar o profesional, como en la calle, en las redes sociales o en el seno de la familia.
Si se compara con otras discriminaciones, la homofobia y la transfobia tienen la peculiaridad de que el rechazo puede surgir en la propia familia. Si los jóvenes no tienen otros elementos de protección, como un círculo de amigos con los que poder hablar, pueden encontrarse en situaciones de extrema vulnerabilidad.
En personas LGTBIQ los intentos de suicidio son mucho más elevados que en el resto, en parte por esta discriminación a la que se suma el silencio y el sentimiento de rechazo.
swissinfo.ch: ¿Una situación de homofobia o transfobia en la propia familia puede influir en la construcción de la identidad en la edad adulta?
C.D.: Si las imágenes o discursos de que disponen los jóvenes LGTBIQ están devaluados o vacíos, la construcción de su identidad puede resultar más difícil.
Cuando se pregunta a los jóvenes por qué no quieren hablar sobre su orientación afectiva y sexual o su identidad de género, muy a menudo mencionan el miedo a ser rechazados por sus familias. Muchas personas han roto la relación con su familia, porque han sido repudiadas, o porque el tema se ha convertido en tabú desde que hablaron de ello. Es una situación que ocurre a menudo. Además, casi siempre los miembros de la familia considerados más importantes son los últimos a los que se informa.
No olvidemos que también hay muchas familias en las que el diálogo es posible. Así, la familia puede ser el infierno. Y también el refugio. El hecho de hablar con sus seres queridos es una buena manera de romper prejuicios y avanzar. Sin embargo, hay que asegurarse de que una persona tenga una red de seguridad fuera de su familia que evite que se encuentre en una situación de aislamiento y vulnerabilidad.
“Se aprende a ser sexista, homófobo o racista. La buena noticia es que se puede corregir”
swissinfo.ch: ¿Nuestra sociedad está dispuesta a considerar el amor en su forma universal, sin importar el género y la orientación?
C.D.: Sería lo ideal. Aunque las cuestiones de sexualidad y género todavía se caracterizan por ser relaciones de poder y jerarquización. Los jóvenes siguen escuchando que determinadas relaciones son mejores o más legítimas que otras.
Para lograr el cambio hay que seguir trabajando, sobre todo a través de la prevención en las escuelas. Los niños no ven por qué una persona blanca y otra negra o dos personas del mismo sexo no pueden amarse y casarse. En otras palabras, se aprende a ser sexista, homófobo, transfóbico o racista. La buena noticia es que se puede corregir.
*Pansexual: se refiere a las personas atraídas sexual o sentimentalmente por otras personas independientemente de su sexo o género.
Caroline Dayer
Nació en 1978, en Hérémence (cantón de Valais). Estudió en la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Ginebra. Tras realizar un doctorado sobre discriminación e igualdad, se dedicó a la investigación y la enseñanza durante 13 años.
Ahora trabaja para el cantón de Ginebra como experta en temas de violencia, discriminación, género e igualdad.
Es autora de varios libros, entre otros: Le pouvoir de l’injure. Guide de prévention des violences et des discriminations [El poder del insulto. Guía para la prevención de la violencia y la discriminación], 2017, Aube.
Sous les pavés, le genre. Hacker le sexisme [Bajo las baldosas, el género. Hackear el sexismo], 2014, Aube. 2017, edición bolsillo.
Traducción del francés: Lupe Calvo
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