Los chalets suizos atraen a los extranjeros
Las firmas especializadas en la venta de bienes inmuebles para extranjeros rechazan que la nueva y controvertida ley que limita la compra de propiedades vacacionales esté afectando su negocio actualmente. Para investigar el tema, swissinfo.ch se viajó a Grimentz, en donde 81% de las residencias son secundarias.
Los abrasadores rayos del sol se filtran por las grietas de los antiguos graneros de madera de alerce que hay en el centro del viejo Grimentz. En este pueblo ubicado en el valle de Anniviers, en el cantón del Valais, de un tiempo a la fecha los viejos y los nuevos chalets se pelean por un espacio en las empinadas laderas que miran hacia la pequeña, pero cada vez más dinámica, estación alpina local.
El día es sereno. El pueblo ha decidido otorgarse un respiro tras un ajetreado fin de semana mientras los constructores y los agentes de bienes raíces aún digieren la decisión que tomó el pueblo suizo en marzo pasado de imponer un límite de 20%, a la proporción de viviendas secundarias que tiene cada comuna, lo que se conoce como la ‘Lex Weber’ que entró en vigor este 1 de enero.
Comunas alpinas con pueblos como el de Grimentz -en donde 81% de las residencias son de tipo vacacional- se han visto particularmente afectadas por el ajuste y lo expresan.
“Nadie esperaba que esta ley pasara”, dice Will Herrington, agente de la firma Mark Warner Property, dedicada a gestionar y vender bienes inmobiliarios en esta esta estación de montaña.
Sin embargo, pareciera que ni el endurecimiento de las barreras que supone la ‘Lex Weber’ –para suizos y extranjeros- ni el sombrío panorama económico mundial o los elevados precios helvéticos consiguen amedrentar a los compradores foráneos que han renovado su apetitito por las propiedades suizas.
“Las cosas están marchando. Estuvimos inquietos con este asunto durante los tres o cuatro meses previos, pero considerando la existencia disponible (de inmuebles), la Lex Weber no tendrá un impacto significativo en nuestro negocio”, afirma el británico Herrington, quien desde hace siete años habita Grimentz.
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“Positivo para el negocio”
Y Herrington no es el único especialista del mercado inmobiliario que tiene esa visión.
“En el corto plazo, la realidad es que la ley Lex Weber ha sido positiva para este negocio”, refiere Simon Malster, de la firma Investors in Property. “Un gran número de clientes que estaban pensando si compraban algo en Suiza, finalmente han decidido que éste es el momento más propicio para hacerlo”.
El mercado de las propiedades inmobiliarias suizas es más costoso que el de los países vecinos. El precio de un piso es 30% superior que en Francia, y hasta dos veces mayor que en Austria. Pero para muchos compradores, adquirir un bien inmueble suizo es una inversión segura en el largo plazo, y la posibilidad de obtener ingresos por concepto de alquiler. Además, las tasas de interés hipotecarias son altamente atractivas en el presente.
“La demanda cayó entre 2008 y 2009. Pero desde noviembre del 2011, ha habido un cambio radical caracterizado por un creciente interés en las propiedades suizas de montaña y por la llegada de nuevos compradores”, estima Jeremy Rollason, director Ejecutivo de la empresa Alpine Homes/Savills.
En Suiza, una de cada cinco residencias secundarias son propiedad de extranjeros. Hasta hace poco, los compradores eran sobre todo alemanes, holandeses, italianos y británicos. Pero durante los últimos dos años se ven cada vez más compradores llegados de Rusia y de Extremo Oriente.
En Suiza, existen alrededor de 500.000 residencias secundarias. El cantón del Valais encabeza la lista con 62.000 propiedades caracterizadas por su ocupación ocasional; le siguen los Grisones (48.000), Berna (45.000) y Vaud (43.000).
Los cantones con una mayor proporción de domicilios secundarios son los Grisones (37%), Valais (36%), Tesino (24%) y Obwalden (22%).
Existen 573 comunas suizas en donde más de 20% de las propiedades son de carácter vacacional. Y hay sitios en donde las viviendas secundarias son mayoría, como en San Luc (28,8%) o en Grimentz (81,8%) en el cantón del Valais, o en Laax (80,9%) en los Grisones.
La mayoría de estas propiedades vacacionales no son comercializadas y se utilizan solo entre 30 y 40 días al año.
Fuente: Oficina Federal de Desarrollo Territorial.
Incertidumbre
Pero aunque los negocios hayan reportado en el corto plazo, aún hay muchas preguntas importantes en el aire con respecto a la futura oferta de propiedades vacacionales y la flexibilidad de la nueva ley.
Durante el 2012, las regiones turísticas atestiguaron una avalancha de solicitudes de construcción. Solo entre enero y octubre del año pasado, estas solicitudes pasaron de un promedio de 3.000 a 8.000, debido a que los propietarios de las tierras deben anticipar sus proyectos de construcción.
“Creo que cada terreno aquí posee un permiso de obras. Ya no queda nada libre”, afirma Herrington mientras echa un vistazo a las cubiertas laderas.
Bajo la nueva regulación, los desarrolladores que solicitaron permisos de obra antes de marzo del 2012 tienen derecho a construir en los tres años siguientes y podrán vender las propiedades como residencias secundarias. Pero no es claro lo que sucederá con los permisos que se presentaron entre marzo y diciembre, y que recibieron la aprobación de la comuna. Los tribunales del Valais y los Grisones han dado el “sí” para seguir adelante, pero el Tribunal Federal estudia el tema y deberá fallar al respecto tras una apelación interpuesta por asociación Helvetia Nostra que rechaza la construcción indiscriminada.
¿Menos elección en el futuro?
En este contexto general de restricciones e incertidumbre, las empresas dedicadas a vender bienes inmuebles a los extranjeros están inquietas sobre todo por lo que sucederán en el futuro, ya que habrá menos elección.
“La ventana de oportunidad se mantiene, pero se estrechará cada vez más. La oferta de propiedades disponibles durará dos o tres años más”, dice Rollason.
Posteriormente, la oferta será limitada y posiblemente escalará los precios, advierte.
Para Herrington la situación es clara: “En el largo plazo deberemos depender más de la reventa de propiedades. Pero será más difícil, ya que solo será posible vender tras haber conservado una propiedad durante cinco años, en el caso de los extranjeros; y 10 años, en el caso de los suizos. Así que no habrá una oferta constante de propiedades disponibles”.
Los extranjeros (personas físicas o empresas) interesados en comprar un bien en Suiza deben obtener primero el permiso del cantón correspondiente. Y el número de estos permisos se encuentra estrictamente limitado.
Los ciudadanos de la Unión Europea (UE) y de los países pertenecientes al Acuerdo Europeo de Libreo Comercio (EFTA), esto es, Islandia, Noruega y Liechtenstein, no son consideradas como extranjeros.
Las propiedades que se adquieren para establecer una empresa que operará de forma permanente en Suiza están exentas, salvo que la compañía en cuestión decida arrendar la propiedad a alguien más.
Los extranjeros que compran una propiedad afirmando que será su vivienda, deben hacer uso de ella como residencia principal.
Las restricciones para compradores extranjeros, que limitan a solo 1.500 el número de solicitudes por año, están en vigor desde el año 1961. Su objetivo es evitar que los inversionistas de otras latitudes distorsionen el mercado hipotecario doméstico.
Dichas limitaciones fueron incluidas en una legislación en 1983 y modificadas posteriormente. Esta ley lleva el nombre del antiguo ministro de Justicia, Arnold Koller.
Una propuesta gubernamental para abolir estas reglas fue rechazada por el Parlamento suizo en 2008. El Consejo Nacional –cámara baja- volvió a rechazar los llamados para desechar la Ley Koller en diciembre del 2012. Y el Consejo de los Estados –cámara alta- se pronunciará sobre el tema esta primavera.
Por su parte, la ‘Lex Weber’ –promovida por Franz Weber, fundador de la Asociación Helvetia Nostra-, es una iniciativa popular que fue avalada por los suizos y por los cantones el 12 de marzo del 2012.
Su propuesta: Limitar a 20% el parque de inmuebles utilizados como residencias secundarias en cada comuna.
Traducción, Andrea Ornelas
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