Familia y trabajo, una opción de equilibrio
Encuentro con dos suizas que decidieron evitar malabarismos entre el empleo y el hogar y están felices con su decisión. Solamente una de ellas será agasajada el Día de la Madre.
Stéphanie-Aloysia Moretti permanece de pie en el apartamento que ella llama “de soltero” de su marido mientras prepara un té turco.
Los altos costos de las guarderías y la falta de infraestructura suficiente para atender a los pequeños fuera de los horarios escolares no son su problema.
Hace seis años, la directora artística de la Fundación Montreux Jazz Artists redujo sus horas de trabajo para estudiar en París. Ella y su marido alquilaron su casa – en un antiguo depósito de carbón en Vevey – pero conservaron para ellos esta pequeña ala separada.
Moretti, de 47 años, divide su tiempo entre entre Vevey y un apartamento en el animado barrio del Marais en París, ciudad en la que estudia Filosofía, Historia del Arte y Antropología. Su existencia dual está ritmada por los viajes de su trabajo y no sería posible con niños.
“Siempre pensé que no tendría hijos”, dice Moretti, quien creció en el campo en el cantón de Friburgo. No tenía vecinos ni contacto con otros niños fuera de la escuela hasta que nació su hermano cuando ella tenía seis años.
Un fastidio de bebé
“No sé si estaba celosa, pero realmente no veía qué tenía de bueno”, dice con respecto a su hermano, ese bebé que lloraba todas las noches en su habitación compartida. Tampoco recuerda haberse interesado en sus compañeros de clase.
Moretti conoció a Adrien, un escenógrafo, a los 25 años. Se casaron poco después y acordaron no tener hijos.
Esa decisión es rara entre los jóvenes en Suiza. De acuerdo con ‘Familias y generaciones’, un estudioEnlace externo realizado por la Oficina Federal de Estadística en 2013, solamente el 6% de las mujeres y el 8% de los hombres entre 20 y 29 años no quieren tener hijos. Al 29% de las mujeres les gustaría tener tres o más hijos. Al 62%, dos y uno al 3%.
La realidad, como se observa en las respuestas del grupo entre 50 y 59 años, es diferente: 22% de las mujeres tiene tres o más hijos; 42%, dos y 16%, uno.
Moretti encontró en la relativa juventud de ella y de su marido, el argumento propicio para protegerse de las constantes preguntas acerca de la procreación. “Pero siempre tuve la impresión de que era un paso obligatorio, como si el deber de una mujer fuera tener hijos”.
Más tarde, para disipar en sus suegros la convicción de que algo “no estaba bien” con ella, Moretti consultó a un psiquiatra que le extendió un certificado médico que descartaba cualquier problema patológico y que asentaba, lisa y llanamente, su desinterés en tener hijos. La mujer entregó el documento a su suegra y el tema quedo zanjado.
¿Los hijos conducen a la felicidad?
“Creo que la presión social es muy fuerte”, dice Moretti. Observa que si bien los suizos son generalmente respetuosos de la privacidad de los otros, no es el caso cuando se trata de la cuestión de formar una familia. “Todo el mundo se siente con derecho a preguntar al respecto”, dice. “Y ese no es asunto de su incumbencia”.
De acuerdo con el estudio de la Oficina Federal de Estadística, el 59% de los hombres y el 65% de las mujeres en edades comprendidas entre los 20 y los 80 años tienen hijos biológicos. Sin embargo, casi el mismo número – 55% de los hombres y 60% de las mujeres – considera que no es necesario tener hijos para sentirse plenos y felices.
A pesar de su elección, Moretti observa que Suiza, con una población que envejece, comete un error estratégico al no hacer la vida más fácil para las madres trabajadoras. “Me parece terrible que un niño sea un producto de lujo”, dice. “Tengo colegas que pagan 2 500 francos por mes para que cuiden a sus hijos porque ambos padres trabajan”.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el costo bruto de la atención a tiempo completo de un niño menor de dos años en Suiza representa el 67% del salario promedio, por lo que es el más caro del mundo. A pesar de los apoyos financieros y las deducciones fiscales, el costo neto representa el 30% de un salario promedio.
A dos kilómetros de la casa de Moretti, Andrea Sidler, madre de cuatro hijos, se disculpa por el caos en su apartamento. Sin embargo, para un hogar de seis personas, el orden es notable. Los hijos de los Sidler, de 21 años, 19, 15 y 6, están fuera y ella tiene un par de horas para sí misma antes de recoger a los más jóvenes de la escuela para el almuerzo.
Sidler creció en Zúrich e hizo un aprendizaje como asistente de ventas. Vino al cantón de Vaud para aprender francés y conoció a su marido, Georges, un pintor por cuenta propia y decorador. Su primer hijo, Raphaël, nació cuando ella tenía 24 años.
“Para mí, era evidente que volvería a trabajar más tarde, ya que tuvimos nuestros primeros hijos muy pronto”, narra.
¿Redituable el trabajo materno?
Pero ahora, con 46 años, Sidler no ve mucho sentido a trabajar. “En primer lugar, no sé si podría compaginar trabajo y familia”, explica. “Además, he calculado que con lo que ganaría y lo que pagaría por el cuidado de los niños, solamente aumentaría los impuestos”.
Sidler se encuentra entre el 19% de las madres en Suiza que viven con un compañero y no contribuyen a los ingresos familiares. Pero solamente en poco más de una décima parte de los hogares formados por parejas con hijos el salario de la madre representa el 50% o más de los ingresos familiares. La cifra no es sorprendente, ya que el 63% de las madres con hijos menores de 25 años trabaja a tiempo parcial. Únicamente el 17% tienen un empleo a 100%.
Sidler se siente a veces culpable por el hecho de que su marido sea el sostén de la familia, pero cree que su presencia es importante para sus hijos. “Cuando estamos en la mesa al mediodía, hablamos de muchas cosas, compartemucho”.
Con cuatro niños en casa, ella y su marido no tienen mucha vida privada, pero eso no parece molestarla.
“Sabemos que es un momento que pasará”, dice. “Para los niños pequeños esta presencia es importante, incluso si la gente me dice que no lo es”.
Sidler comenta que está más segura de que hizo la buena elección, porque ha visto que estar en casa con sus hijos tiene un impacto positivo en ellos. “Algunas madres me dicen que tengo suerte y que harían lo mismo si les fuera financieramente posible”, añade. “Otras me dicen que no podrían hacerlo”.
Considera que depende de cada mujer tomar sus propias decisiones y decidir lo que funciona mejor. Para ella, lo importante es dedicar tiempo de calidad a los niños de cualquier edad y escucharlos.
“He visto todo tipo de situaciones familiares y los hijos crecieron y están bien”, asegura. “Mis hijos también tendrán secuelas por la forma en que los he criado y sin duda me juzgarán. No hay ninguna situación familiar ideal”.
¿Quién quiere tener hijos?
La proporción de mujeres que no tienen hijos disminuye entre aquellas con preparación de nivel superior, 30%. Es de 17% entre aquellas que concluyeron el nivel secundario o cuentan con un aprendizaje, y de 13% entre las estudiantes que llegaron hasta el ciclo obligatorio (primaria).
En los hogares formados por una pareja y al menos un niño menor de seis años, el 72% de las madres trabaja, pero la mayoría, a tiempo parcial. El 60% de los niños hasta los 12 años reciben algún tipo de cuidado cotidiano externo con niñeras, vecinos, familiares, madres de día, guarderías. De estas últimas, aquellas que no son privadas no siempre son asequibles en virtud de la demanda.
Guarderías
En Alemania, Francia y Austria, todas las plazas de guardería están subvencionados y los padres pagan un máximo de entre 14% y 25% del costo total, dependiendo del país. Suiza solamente subvenciona algunos lugares. En el cantón de Vaud, los padres pagan un promedio de 38% del costo total, mientras que en Zúrich la factura asciende a un tercio.
En Suecia, donde la política familiar busca apoyar el modelo de familia de doble ingreso y garantizar la igualdad de derechos y obligaciones en el ámbito de la familia y el trabajo, el cuidado público de los niños está garantizado para todos. Las instalaciones preescolares están fuertemente subvencionadas y los padres cubren un promedio de 11% del costo real. Los honorarios, que son directamente proporcionales a los ingresos de los padres, pueden representar hasta el 3% de los ingresos mensuales de la familia, pero no más de 1 260 coronas suecas (alrededor de 151 francos) por mes. En consecuencia, el 55% de los niños menores de tres años y el 96% de los niños entre tres y seis años están inscritos en el sistema formal de cuidado infantil.
El Gobierno suizo introdujo en 2003 un programa de incentivos para la creación de guarderías. La duración del programa ha sido ampliada dos veces y estará vigente hasta el 2019. Hasta julio de 2015, el programa había permitido la creación de 48 500 plazas.
Traducido del inglés por Marcela Águila Rubín
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