Faltan consejeros espirituales
La población de Suiza se vuelve cada vez más diversificada y la necesidad de apoyo religioso crece en la misma proporción. A pesar de contar con diversos proyectos en ese sentido, Suiza todavía tiene una gran demanda en comparación con otros países.
Hoy, cerca de 362 973 musulmanes viven en Suiza, de acuerdo con la Oficina Federal de Estadísticas. Es decir, el 5,1% de la población total. En la tradición islámica no existe el concepto cristiano de “cuidado pastoral de los demás”. Cada persona es responsable del cuidado de su alma. Sin embargo, para los musulmanes que viven en Suiza, ese apoyo ha sido muy buscado.
La necesidad de capellanes islámicos
“Debido a la variedad de situaciones de la vida un apoyo psicológico para la rehabilitación mental puede ser importante”, señala Reinhard Schulze, profesor del Foro Islam y Oriente Medio (FINO) de la Universidad de Berna. Considera importante “desarrollar una oferta para los musulmanes practicantes que integre la tradición islámica como un medio para tal rehabilitación”.
La necesidad de consejeros religiosos específicamente para los musulmanes había surgido en las prisiones, explica Isabelle Noth, profesora de Pastoral, Psicología de la Religión y Educación Religiosa en la Universidad de Berna. Los imames creían que podrían hacer ese trabajo, “pero eso irritó a los pastores y capellanes cristianos”. No querían que los imames trabajaran como consejeros porque carecían de la formación necesaria. Desde entonces, el debate sobre la necesidad de una capellanía musulmana en Suiza va viento en popa.
Esta necesidad también se sintió en hospitales y centros de asilo, según Hans Jürg Schmid, director del Centro Suizo del Islam y Sociedad (Szig) de la Universidad de Friburgo: “Para ayudar a personas en situaciones especiales, mujeres antes y después del parto, personas con enfermedades terminales, prisioneros enfrentados a cuestiones de culpa y responsabilidad, refugiados a menudo traumatizados y en busca de orientación en un ambiente externo”. Como resultado, se diseñaron diversos proyectos piloto.
Proyectos en curso
El primero en el ámbito de la capellanía musulmana fue lanzado en 2016 por la Secretaría de Estado para las Migraciones (SEM) con el acompañamiento científico del Szig. Este último inició a principios de septiembre pasado un entrenamiento práctico de ocho días para preparar consejeros religiosos musulmanes en actividades como consultoría para personas en instituciones públicas (hospitales, consejería en casos de urgencia, etc.)
Un proyecto piloto similar, de seis días de entrenamiento, fue realizado por Szig en 2017-2018 en el Hospital Cantonal de San Gall. La Universidad de Berna ofrece una formación para capellanes que dura dos semestres y califica a los participantes para una actividad de apoyo religioso en el sistema de asilo. El curso también está abierto a interesados no musulmanes.
Suiza en la comparación internacional
En la comparación internacional, Suiza se encuentra sensiblemente retrasada, pues aquí todavía se discute si los musulmanes y las musulmanas necesitan el apoyo de un musulmán, y si los imames son aptos para cumplir esa tarea, mientras que en otros países ya no se plantea la pregunta de quién debe cuidar de quién.
“Esos países (por ejemplo, Estados Unidos o Alemania) están por delante de nosotros en términos de oferta de apoyo pastoral islámico desde hace más de diez años. En esos países ya no se cuestiona quién realizará la tarea pastoral, sea para musulmanes, cristianos, judíos o cualquier otra persona. En un hospital, por ejemplo, todos están aptos para todo, dice Noth.
Schmid también cree que algunos de esos países empezaron a hacer frente a esa cuestión mucho antes. “En Holanda o Gran Bretaña, por ejemplo, el debate sobre la capellanía musulmana comenzó hace décadas. Existen en ellos oportunidades de formación que en Suiza aún se encuentran en pañales.
De acuerdo con Schmid, en Suiza se buscan siempre soluciones locales, en las que pastores cristianos intentan construir equipos interreligiosos de capellanes para aprovechar su vasta experiencia. Podríamos también beneficiarnos bastante con la experiencia de otros países, advierte Schmid.
Traducido del portugués por Marcela Águila Rubín
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