Para parejas binacionales, es ‘Sí, quiero’ o ‘Adiós’
Un suizo conoce a la mujer de sus sueños durante sus vacaciones en Asia. ¿Cuál es el paso siguiente para la feliz pareja? Si su deseo es vivir en Suiza, el matrimonio es la única opción, opinan concernidos y asesores.
Mya Hejia nunca antes había salido de China. Aterrizó en el aeropuerto de Zúrich con su esposo suizo en agosto de 2012. Fue el inicio de una nueva vida, en Berna.
De voz suave, pero cada vez más segura cuando se expresa en alemán, el idioma local, Mya explica no haber tenido nunca expectativas concretas sobre cómo sería su vida en Suiza;. Para ella, este país es simplemente el mejor lugar para ver crecer a sus futuros hijos.
Irina Bleck, una ucraniana de largas piernas y vestida a la última moda , pudo solo tener una breve impresión de la vida helvética antes de la preparación de su visa para contraer matrimonio en Suiza. Su pareja pidió su mano hace menos de un año. Todo fue muy rápido, tal vez “demasiado”, reflexiona.
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Maorí de corazón, suiza por amor
“Ahora creo que debimos haber esperado más para casarnos y conocernos mejor. A veces es duro comprenderse el uno al otro”.
Gudrun Lange es desde hace casi 20 años asesora de la organización frabina, dedicada a las parejas binacionales en Suiza, es decir, aproximadamente la mitad de los matrimonios en este país.
frabina es también un centro de asesoría para mujeres, y Lange conversa con muchas de ellas, con o sin sus maridos. Estas mujeres se encuentren inmersas en un proceso de aprendizaje para integrarse en una sociedad totalmente nueva para ellas.
Los datos estadísticos demuestran desde hace tiempo que son más los suizos –hombres- los que deciden contraer matrimonio con una extranjera que viceversa. Una tendencia a la que Lange no tiene una explicación concreta.
Pero lo que sí ha observado esta asesora en los últimos tiempos es una falta de flexibilidad por parte de las autoridades de inmigración que dificulta su propio trabajo: “Muchas parejas deben casarse para poder conocerse después”.
“Personalmente, me siento limitada por estas políticas de inmigración, porque siento que hay un gran énfasis en lo que no funciona y en lo que no está permitido”, explica. “Me encantaría poder aconsejar a la pareja: ‘invite a su compañero(a) a visitarle primero, en lugar de casarse con ella para que pueda venir a Suiza”.
La rumana Antonia Frei tuvo la oportunidad de visitar Suiza en varias ocasiones, antes de contraer nupcias con un suizo y afincarse aquí, una experiencia que considera muy valiosa: “Fue un privilegio poder descubrir gradualmente el lugar y hacerme a la idea de establecerme aquí definitivamente”.
Cuestión de visados
Rumania es miembro de la Unión Europea (UE), con la que Suiza ha suscrito un acuerdo de libre circulación de personas, que permitió a Frei ingresar al país alpino como turista por espacio de tres meses. Pero las personas provenientes de otros Estados que no son miembros de la UE se ven obligadas a solicitar una visa de turista en la embajada o consulados de Suiza en su país.
Martin Nyffenegger, de la Oficina Federal de Migración, señala que se debe evidenciar una larga y verdadera relación de pareja para otorgar la visa, un modo de evitar abusos del sistema, como los extranjeros que inician una relación con algún suizo vacacionando en su país para obtener un visado.
En 2011, las autoridades del cantón de Zúrich calcularon que entre 500 y 3.500 divorcios de parejas binacionales fueron resultado de matrimonios de conveniencia. Según las autoridades federales, es difícil reunir estadísticas nacionales sobre acuerdos matrimoniales con base en pruebas circunstanciales –como una gran diferencia de edad entre los cónyuges – para detectar casos anormales.
“Si hay una relación personal de por medio, debemos percatarnos bien de qué tipo se trata”, señala Nyffenegger. “Si es una relación de varios años, somos generosos en la entrega de visas. También nosotros comprendemos que es importante para alguien que viene de un contexto cultural diferente poder hacerse una idea de lo que es vivir en Suiza”.
Las representaciones diplomáticas suizas son las encargadas de conceder las visas de turista, pero son los cantones y las comunas las que evalúan si la pareja suiza puede cubrir los gastos de estancia de su invitado(a).
Por otro lado, los visados de preparación al matrimonio son competencia cantonal. Nyfenegger admite que estas idas y venidas del expediente entre de embajadas a cantones y de cantones a comunas “puede ser un poco complicado” para los concernidos.
El número de matrimonios mixtos en Suiza ronda la mitad del total, pero varía en función del modo de realizar una estadística.
Por ejemplo, un gran estudio de Eurostat sobre los matrimonios mixtos en 2012, muestra que el 21% de las uniones en Suiza se compone de una persona nativa y una extranjera. (En la investigación se descartó a las parejas compuestas por dos extranjeros).
Suiza ocupa el primer lugar de la lista europea, seguida de Letonia, Luxemburgo y Estonia.
La Oficina Federal de Estadística helvética incluye en sus recuentos a los matrimonios conformados con uno o con los dos cónyuges extranjeros, lo que da por resultado que casi la mitad de las uniones sean mixtas en Suiza.
Muchos analistas subrayan que el elevado número de matrimonios mixtos en Suiza, en comparación europea, puede deberse al largo proceso que implica obtener la nacionalidad.
Además, como en el país se hablan tres idiomas –francés, alemán e italiano- un suizo tiene más facilidad de encontrar pareja en los países vecinos.
Era común que más mujeres extranjeras contrajeran matrimonio con suizos, que a la inversa, pero en los años recientes la tendencia se está modificando. En 2011, 8.104 suizos se casaron con una extranjera, y 6.836 suizas, con un extranjero, según las cifras de la Oficina Federal de Estadística.
En busca de soluciones
Pierrette Malatesta, consejera de parejas binacionales de la organización Fabia, en Lucerna, coincide en que se necesitan más opciones para reducir la presión que lleva a las parejas binacionales a casarse enseguida. En su opinión, lo ideal sería que las autoridades permitiesen a estas parejas vivir un año en Suiza, por ejemplo.
“Recibimos muchas preguntas de parejas que quieren vivir juntas aquí”, advierte. “Y si no provienen de la UE, esto es casi imposible; por eso creo que sería bueno poder ofrecer esta opción. Claro que hay personas que buscan aprovecharse, pero muchas solo quieren tener esta opción”.
Por su parte, Lange enfatiza que la media de divorcios no es mayor en los matrimonios binacionales que en los formados por dos suizos. También recuerda que el inicio de una relación de una pareja mixta es básico para la estabilidad de su unión sentimental. Muchas parejas probablemente habrían podido remediar el divorcio si se hubiesen preparado mejor para la adaptación cultural, afirma.
“Nadie es consciente de que el día a día en Suiza puede ser diferente a lo que están acostumbradas o esperaban, y cuando se dan cuenta, ya es demasiado tarde”.
Traducido del inglés por Patricia Islas
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