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“Integrarse requiere paciencia, tolerancia y humildad”

Primer plano de una mujer sonriente con un lago y los Alpes al fondo
mariafernandasalvador.com

María Fernanda Salvador vive desde hace 26 años en Lucerna. Su adaptación a la sociedad suiza fue un proceso largo y doloroso. Una experiencia que esta ecuatoriana casada con un suizo y madre de tres hijos ha querido compartir con otros migrantes a través de dos libros y que la ha llevado a formarse como coach en integración. Entrevista.

swissinfo.ch: ¿Cuándo sintió que había culminado su proceso de integración en Suiza?

María Fernanda SalvadorEnlace externo nació en 1971 en Quito (Ecuador). Está casada con Thomas, un suizo al que conoció en Francia, y reside en Lucerna, de donde es originaria su familia política. El matrimonio tiene tres hijos.

Es coach en integración y en estilo de vida, profesora en UNITREEnlace externo, conferenciante y ha publicado dos libros: Hasta que el paladar se acostumbreEnlace externo, en el que relata su proceso de integración en Suiza, y Desde aquíEnlace externo. El primero ha sido traducido al inglés Embracing new tastesEnlace externo y el segundo, al alemán Desde aquí – Von hier ausEnlace externo

María Fernanda Salvador: Me sentí a gusto cuando conocí a gente que venía a mi casa y me invitaba a la suya, tenía trabajo, dominaba el idioma y era capaz de comprender y expresarme en alemán. Entonces me sentí integrada. Esa era mi definición de felicidad, pero cada persona tiene la suya.

swissinfo.ch: En su caso el proceso se alargó, porque confundió “integración” con “asimilación”, y no son lo mismo.

M.F.S.: Mi primer error fue malinterpretar el significado de la palabra “integración”. Yo pensaba que integrarse era imitar lo que hacen los demás. Y cambié tanto que dejé de ser yo misma, perdí mi identidad. “¿Dónde está esa latina de la que yo me enamoré?”, me decía mi marido. Y tuve la confirmación cuando mis padres vinieron a visitarnos: “¿Dónde ha quedado tu alegría de vivir, tu sonrisa, tu manera de tomar la vida?” Ahí fui consciente de lo mucho que había cambiado y entendí que ese no podía ser el objetivo de una integración.

swissinfo.ch: ¿Cómo recuperó su identidad?

M.F.S.: Yo pasé por un proceso de diez años y dos libros, en los cuales comparto diez consejos para señalar un camino viable hacia una integración felizEnlace externo. Una de las cosas más importantes es conocerte a ti misma, entender hasta dónde puedes llegar y si eres capaz de traspasar esas fronteras, de superar esos límites que, a veces, nosotros mismos nos imponemos.

Lo que yo recomiendo para cualquier tipo de integración, en una sociedad o en cualquier nuevo entorno, es conocerse y preguntarse qué es importante para uno en la vida.

swissinfo.ch: ¿Tener las prioridades claras?

M.F.S.: Antes de pensar en las prioridades, uno debe conocerse. De lo contrario, estableces prioridades en torno a la sociedad y no entorno a ti, que es lo que ocurrió en mi caso. Mi prioridad era reproducir lo que se hace aquí y puse mucho empeño en ello – por ejemplo, en la puntualidad, en la disciplina –, pero me convertí en una mujer estresada.

swissinfo.ch: ¿Qué nos ayuda a conocernos mejor?

M.F.S.: Dedicarse tiempo a uno mismo y preguntarse: ¿Qué le gusta a María Fernanda? ¿Cómo puedo volver a encontrarme? ¿Cómo puedo recuperar mi espontaneidad en una sociedad donde la espontaneidad brilla por su ausencia? Esto demanda tiempo. Si uno tiene acceso a un coaching, a profesionales dedicados al desarrollo personal, tal vez no tarda tanto en conocerse como yo. Es una cuestión de invertir tiempo y dinero. A mi me ayudó también la religión, porque soy católica.

swissinfo.ch: Hay personas que, en su afán por integrarse, a veces reniegan de sus raíces.

M.F.S.: La integración es un proceso y, como tal, tiene un comienzo y un final. Pero muchas personas se quedan a mitad de camino, una etapa que es muy amarga. Y así como reniegas de tus raíces, reniegas también del país o las circunstancias que te ha tocado vivir. Te quedas estancada ahí durante años.

He conocido a muchas personas en ese estado: todo les parece mal y todo es mejor en su país. Si uno reniega de donde viene o del lugar donde está, hay que detenerse a pensar cuál es el siguiente paso para salir adelante y dejar atrás esa fase. Pues ese estado no nos ayuda, no nos lleva a un desarrollo personal.

“Muchas veces, uno pierde el tiempo persiguiendo lo que uno ya no tiene o recordando lo que uno quisiera hacer.  No pensamos en que es mucho mejor encontrarle pronto el gusto a lo nuevo, a lo diferente, a lo que se tiene, para poder desarrollar nuevas costumbres y tradiciones.” (Desde aquí,Enlace externo p. 55)

swissinfo.ch: ¿Puede ilustrarlo con un ejemplo de su experiencia personal?

M.F.S.: Yo me sentía siempre muy triste, pero no se puede vivir así, la tristeza no te permite avanzar. Por ejemplo, cuando venían mis padres –los latinos somos mucho de tocarnos, de abrazarnos–, yo evitaba el contacto físico. Pensaba que así no aflorarían en mí los sentimientos de añoranza una vez que regresaran a Ecuador. Y en lugar de aprovechar el momento y disfrutar de ellos para recargar las pilas, no los tocaba, lo cual era doblemente doloroso para mí. Hay que aceptar los recuerdos, los momentos de añoranza, pero no aferrarse a ellos hasta que te duela el corazón. Forman parte del pasado y debes entenderlo y aceptarlo para poder vivir en paz el presente.

swissinfo.ch: El aprendizaje del idioma es crucial en el proceso de integración…

M.F.S.: Tendemos a pensar que es lo primero que debemos hacer y nos sometemos a tal estrés que nuestro cerebro no puede recibir tanta información. Y así no aprendemos bien el idioma. Como decía antes, las prioridades están mal establecidas. El idioma es crucial, pero no es lo primordial. Hay que hacerlo, pero después de un trabajo de desarrollo personal que te ayuda a tener claro por qué necesitas aprender el idioma. Si no lo tienes claro, tardas años en aprender y dominar un idioma que deberías hablar.

swissinfo.ch: Su esposo y usted se conocieron en Francia y el francés fue la primera lengua de la pareja.

M.F.S.: Así es. Hoy, nuestros hijos hablan español conmigo, dialecto suizo alemán con su papá, y como vivimos cinco años en Miami, entre ellos hablan en inglés.

swissinfo.ch: ¿Y cuál es el idioma entre usted y su marido?

M.F.S.: Al principio fue el francés. Pero cuando comencé a estudiar alemán, nosotros hablábamos solo alemán. Hoy los idiomas de la pareja son el español y el alemán.

«La integración es un trabajo en equipo, tanto de la persona que llega como de la que estaba ya aquí»

swissinfo.ch: Su esposo ha sido una pieza clave en el proceso de integración.

M.F.S.: Sí, Thomas me ayudó mucho. La integración es un trabajo en equipo, tanto de la persona que llega como de la que estaba ya aquí. Por eso he escrito el libro, para transmitir ese mensaje, para compartir nuestros errores y nuestros aciertos. Y también para subrayar que hay que tener humildad en este proceso, aceptar que la persona nativa tiene una ventaja, conoce la cultura del país, sabe lo que hay que tomar en cuenta… Es otro de los errores que yo cometí. Yo no tuve esa humildad de escuchar [los consejos]. Y esa actitud contribuyó solamente a que el proceso de integración se alargara y fuera más doloroso.

swissinfo.ch: La humildad de dejarse ayudar…

M.F.S.: Sí, aceptar que uno tiene límites. Por eso para mí es crucial conocerse a uno mismo, porque si no te conoces tiendes a pensar que puedes con todo.

swissinfo.ch: ¿Qué le ha aportado su experiencia de integración en Suiza?

M.F.S.: Un enorme crecimiento personal que me ha llevado a adquirir un compromiso con las personas que están en este proceso de integrarse en esta sociedad. El primer paso fue compartir mi historia a través de mis libros. El segundo, crear Los diez mandamientos de la integraciónEnlace externo [incluidos al final de este artículo] Y el tercero es tener mi casa abierta. Por ejemplo, los domingos, de las 9 a las 12, las puertas de nuestra casa están abiertas para el que quiera venir. Siempre encontrará pan, café y un corazón abierto. Si uno desea que las otras personas se abran, tiene que dar el primer paso. Esta experiencia me ha servido para crecer como persona y encontrar esta felicidad a la que me refería al principio de la entrevista.

swissinfo.ch: ¿Si ahora volviera a Quito, tendría que emprender un nuevo proceso de integración?

M.F.S.: Sí, ese es el proceso de reintegración que describo en mi libro Desde aquí. Uno ha cambiado tanto que se olvida de que el país y su gente también han cambiado. Y se requiere nuevamente paciencia, humildad y apertura para seguir aprendiendo.


Facebook Live con María Fernanda Salvador del 29 de julio de 2019

Contenido externo

He aquí los diez consejos de María Fernanda Salvador para facilitar el proceso de integración en una nueva sociedad o entorno.


El primero: recuerda y define tus valores y principios. Uno de los errores más grandes es no apreciar la esencia de uno, lo que uno es, lo que uno sabe. Muchas veces, no damos importancia o no somos conscientes de lo que tenemos y sabemos; entonces, todo lo extranjero es mejor, más interesante y de mejor calidad; sin embargo, no es así. Cada ser humano vale por lo que es y por lo que le tocó vivir.

El segundo: valora y respeta tus principios y valores. Es importante hacerlo, aunque muchas veces estos no cuajen en el lugar donde uno vive. Es necesario dar a nuestros propios principios y valores un lugar primordial en nuestras vidas, pues estos son parte de la base de tu autenticidad y si tú los respetas y aprecias, los otros también lo harán.

El tercero: toma en cuenta todo lo que aprendes. Lo bueno y lo menos bueno, todo sirve: las caídas y las levantadas, los resbalones y los aciertos. Todo es importante, cada detalle pesa. Todo va a formar parte de tu nuevo “tú”.

El cuarto: sé humilde. La gratitud nos permite tener una mente consciente y fría para no caer en odios y pensamientos negativos que interfieran en nuestra felicidad. Si bien es cierto, la sociedad en la que vivimos difiere en muchas cosas de la nuestra, mas seguramente tiene también muchas cosas que si las sabemos usar para nosotros, nos sacarán adelante.

El quinto: aprende bien el idioma, la cultura, la historia, la geografía, las tradiciones, las prioridades del país que te acoge, para entender mejor las diferencias. Mientras más sabes, más comprendes. Mientras más descubres, más curioso te vuelves. Mientras más meditas sobre lo aprendido, más respuestas encuentras. Tus respuestas, tu nueva fuerza, tu nuevo motor.

El sexto: enseña que en la diversidad está la belleza. Sólo uno mismo puede hacer conocer sus propias fortalezas.

El séptimo: ten paciencia y tolerancia. Hay que comprender que la integración es un proceso difícil y largo. Nada viene de la noche a la mañana.

El octavo: no esperes que los otros den el primer paso. Dalo tú. Sal a la calle y busca la gente a quien tú quieres conocer. Intenta, habla, invita. Ese es nuestro deber en un proceso de integración sincero.

El noveno: ayuda a todo aquel que no esté integrado. Tú sufriste lo mismo, recuérdalo y comprométete a cambiar la realidad de aquel que recién llega.

El décimo: culmina con orgullo tu proceso de integración. No habrá más tristezas ni comparaciones. Recuerda que todo lo que tiene un comienzo tiene también un final. Encuentra tu nueva felicidad. Hiciste del país que te acoge tu nuevo hogar, bueno, pues ahora disfrútalo y sé feliz.

Fuente: mariafernandasalvador.com

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Gráfico con la bandera de Suiza y signos de interrogación

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¿Es posible integrarse y conservar la cultura propia?

Este contenido fue publicado en En esta entrevista María Fernanda Salvador relata cómo fue su proceso de integración en Suiza y comparte diez consejos «para señalar un camino viable hacia una integración feliz».

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